La muerte de Néstor Kircher, en octubre, fortaleció la imagen de la mandataria.
Esta aún no ha definido, sin embargo, si repostulará al cargo.
La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, empezó este 2011, el último año de su mandato, con bonanza económica provocada por el crecimiento económico superior al 8 por ciento que anotó el país en 2010, y sin un rival opositor firme de cara a las elecciones generales de octubre, en las que se espera que opte a la reelección.
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| Encuestas recientes le dan a Fernández más del 45 por ciento de la intención de voto de los argentinos. (Foto: EFE) |
La muerte de Kirchner, en octubre pasado, a causa de un ataque al corazón, disparó la popularidad de Cristina, pero al mismo tiempo la puso ante el desafío de encarar la estrategia electoral sin su "socio político de toda la vida", como ella misma definía a su esposo.
En la vereda de enfrente, la oposición aparece tan fragmentada como lo estaba antes de las elecciones legislativas de 2009, en las que formó alianzas que la llevaron a una victoria que dejó al oficialismo sin la plena mayoría que tenía en el Parlamento.
Los posibles oponentes
Aunque los analistas admiten que los cálculos electorales aún son prematuros, todos los sondeos recientes confirman que la jefa de Estado cuenta con una amplia ventaja de cara a las presidenciales, al acaparar una intención de voto superior al 45 por ciento.
En tanto, la opción "no sabe o no contesta" reúne al 15 por ciento del electorado y detrás vienen el alcalde de Buenos Aires, el conservador Mauricio Macri, con un 11 por ciento, y el diputado Ricardo Alfonsín, hijo del fallecido ex presidente Raúl Alfonsín, con un 6,1 por ciento.
Más lejos aún aparecen el ex presidente Eduardo Duhalde, uno de los "popes" del peronismo disidente, con una intención de voto del 5,3 por ciento, seguido por el vicepresidente argentino, Julio Cobos, quien se pasó a la oposición en 2008 y reúne el 4,8 por ciento.
Las principales fuerzas opositoras apuntan a celebrar elecciones internas en marzo próximo, mientras critican al Gobierno por no reglamentar la nueva ley electoral, que les obliga a hacer esos comicios a mediados de agosto, fecha que algunos consideran demasiado cercana a las presidenciales, previstas para fines de octubre.
Cuando todo el mundo espera que opte a la reelección, Fernández mantiene silencio y se ha dedicado a fortalecer su relación con los poderosos alcaldes peronistas del populoso conurbanos de Buenos Aires, bastión electoral de su partido.
