Deudos y cercanos a los uniformados ultimados el pasado viernes demandaron acciones concretas del gobierno de Buenos Aires, mientras siguen las pesquisas por el caso.
Los cuerpos de los tres policías asesinados en Argentina el pasado viernes fueron velados por familiares y amigos que reclamaron el esclarecimiento del brutal crimen cometido a pocos días de las elecciones generales.
Los restos de dos de los policías hallados muertos este viernes fueron despedidos en una casa de velatorios ubicada a las afueras de Buenos Aires, a la que asistió el gobernador bonaerense, Felipe Solá, para expresar el "dolor terrible" que le produjo el crimen.
"Pensamos que la intención ha sido dañar en lo más profundo, a través de la saña, que no tiene otro resultado que pensar que fue un mensaje mafioso", manifestó Solá al salir del velatorio, instantes antes de que uno de los familiares de las víctimas se acercara para reclamarle "justicia".
Los cadáveres del sargento Pedro Díaz, de 45 años, y los oficiales Ricardo Torres Barbosa y Alejandro Rubén Batalaro, de 26 y 27 años, respectivamente, fueron encontrados en una planta transmisora del Ministerio de Seguridad de la provincia.
Los restos de Díaz y Batalaro fueron velados en forma conjunta, mientras que el cuerpo de Torres Barbosa fue despedido en la catedral de la ciudad bonaerense de La Plata, antes de ser sepultados en cementerios de las afueras de Buenos Aires.
El gobernador bonaerense admitió que los asesinatos pueden tener un "móvil político", pero aclaró que hay que "esperar los resultados" de las investigaciones.
El hallazgo de los tres policías acribillados causó una conmoción política en Argentina, hasta el punto de que el presidente Néstor Kirchner advirtió que no es "casualidad" que el crimen haya sido cometido cuando se acercan las elecciones generales del próximo 28 de octubre.
Incluso, las autoridades del distrito más poblado de la nación no descartaron que haya sido cometido por antiguos miembros de la mayor fuerza de seguridad local, llamada popularmente la "maldita policía" por los abusos y casos de corrupción que involucran a sus agentes.
En tanto, todo el arco político coincidió en repudiar enérgicamente el triple homicidio y algunas fuerzas opositoras renovaron sus críticas a la gestión del gobierno bonaerense en materia de seguridad.
De esta manera, uno de los blancos de las críticas fue el ministro bonaerense de Seguridad, León Arslanián, quien optó por asistir a los velatorios en horas de la madrugada.
Kirchner dijo que el crimen, perpetrado en la provincia donde se registra uno de los mayores índices de delincuencia del país, puede responder a "un ajuste mafioso" o a "sectores que no quieren que se lleven adelante juicios" contra represores de la dictadura militar (1976-1983).
Los asesinatos fueron cometidos durante la madrugada en una zona rural cercana a la ciudad de La Plata (50 kilómetros de Buenos Aires) y, según los investigadores, los dos oficiales recibieron más de 10 puñaladas cada uno antes de ser ejecutados de un balazo en la cabeza.
El sargento Díaz, quien estaba asignado a la custodia de la planta transmisora junto con Torres Barbosa y Batalaro, logró correr al menos 20 metros en un intento por escapar de los asesinos antes de caer acribillado de cuatro disparos en la espalda.
El asesinato de otros dos policías en diferentes hechos, horas después de hallar a los tres efectivos acribillados, alimentó aún más la conmoción. (EFE)
