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Birmania enfrenta con desconfianza elecciones tras 50 años de opresión

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Autor: Cooperativa.cl

"El gobierno de Myanmar está bien preparado y no quiere perder poder", relata Khin Ohmar, activista pro democracia.

Birmania enfrenta con desconfianza elecciones tras 50 años de opresión
 Archivo EFE

Los monjes budistas protagonizan muchas de las protestas contra la dictadura.

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Khin Ohmar tenía 20 años cuando, junto a compañeros de universidad, decidió elevar sus demandas contra los abusos y violencia del régimen militar que gobernaba Myanmar, la ex Birmania, desde 1962.

En marzo de 1988 iniciaron una manifestación que fue el inicio de una ola de protestas que culminaron con las históricas movilizaciones de agosto de ese año.

El gobierno respondió con una inusitada violencia que dejó un saldo de miles de muertos, heridos y prisioneros políticos. Entre estos últimos, la líder opositora de la Liga Nacional por la Democracia (LND) y Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, quien estuvo bajo arresto domiciliario hasta 2010.

Fruto de las movilizaciones populares, la dictadura aceptó convocar elecciones el año 1990 que la LND ganó por aplastante mayoría. Sin embargo, no se respetó el resultado y desde entonces el país se sumió en un segundo período dictatorial que dura -con algunas reformas que comenzaron en 2010, cuando algunos generales dejaron sus uniformes para encabezar un gobierno en parte civil- hasta la actualidad.

En 1989, Khin Ohmar huyó como refugiada política a Estados Unidos. Desde entonces ha liderado diversas campañas internacionales por la libertad, la justicia y la democracia en Myanmar.

- Se habla de una cierta apertura, incluso de "transición" en Myanmar desde que el gobierno ha liberado a presos políticos y convocó a estas elecciones ¿Cómo ve el actual contexto político y social del país?

Desde el 2012 han cambiado las cosas un poco. En los primeros años de esta apertura teníamos más esperanza. Los intelectuales pensaron que habría posibilidades de un cambio más profundo. El gobierno estaba haciendo promesas y las estaba respaldando con actos simbólicos, como la liberación de prisioneros políticos y de la propia Aung San Suu Kyi.

Sin embargo, al poco tiempo nos dimos cuenta de que sólo era una táctica del régimen. Al mismo tiempo que daban un paso adelante, daban un paso atrás en otros temas. En mi opinión, no están haciendo cambios verdaderos, sólo cambios superficiales. Liberar a los presos y a Aung San Suu Kyi tiene una gran importancia, pero no cambia sustancialmente la situación.

Ellos ocupan la ley de manera engañosa. No hay que olvidar que aún no existe una real protección legal en Myanmar.

- Pese a que la líder de la oposición no puede ser elegida presidenta por ley, que el 25% de los escaños parlamentarios están asegurados para los militares, que hay críticas respecto a la transparencia de las listas de votantes ¿Cree que estas elecciones pueden hacer un cambio? ¿La gente irá a votar?

Yo creo que la gente ha sufrido mucho y por eso está dispuesta a adherir a lo que sea que pueda dar un poco más de libertad. Aprecian toda señal de apertura, con la esperanza de que el país efectivamente se vaya abriendo. Yo también aprecio estas señales, porque creo que es lo mejor para la gente que vive allá.

Las elecciones son un evento importante en esta línea, aunque no creo que puedan implicar un cambio real. Esto, porque el gobierno está bien preparado y no quiere perder poder.

En mi opinión, la gente en general no cree que las elecciones vayan a ser justas, pero va a ir a votar igual. Esto porque piensan que, si Aung San Suu Kyi tiene alguna posibilidad, las cosas pueden cambiar un poco en Myanmar. Y la gente necesita un cambio, lo necesitamos.

- ¿Cree que podría haber una vuelta atrás?

No creo que pueda existir una vuelta atrás, porque el gobierno no lo necesita. La misma gente que actualmente está en el poder es la que ha estado siempre. Ellos tienen todo el poder, que está protegido por la constitución.

La constitución militar, el gran candado birmano

- En su visión, ¿Cuáles son las prioridades en materia de democracia en su país?

En el camino a la democracia lo primero sería cambiar la constitución, que es como un gran candado que impide que cualquier proceso se vuelva realmente democrático. Entramos en el juego para tratar de abrir ese duro candado...

El poder del Ejército birmano está asegurado en la constitución. En la práctica no puede existir ningún cambio constitucional sin el beneplácito de ellos. Esto, pues se requiere más del 75% de los escaños parlamentarios para realizar dichos cambios y los militares tienen el 25% asegurado constitucionalmente.

El Ejército también tiene el poder económico. Existe una enorme compañía estatal: la Myanmar Economic Holding Company, que es la que maneja todos los grandes negocios del país. De hecho, en la práctica, cualquier inversión o negocio extranjero tiene que tener un socio en el país. Por lo tanto, si no tienes relación con el Ejército o con el gobierno, no puedes hacer nada. Ellos controlan todos los recursos.

- ¿Y dónde está ese dinero? No parece que lo estén invirtiendo en el país, que se ha empobrecido drásticamente desde el inicio de la dictadura...

Muchos que forman parte de la elite militar y sus socios sacan el dinero fuera del país, pero también hay otros problemas. Por ejemplo, existía hasta hace muy poco una enorme diferencia cambiara entre el tipo de cambio oficial y el cambio en el mercado negro. La casa de moneda, donde se imprimen los billetes, todavía pertenece al Ejército.

Yo diría que no existe realmente una economía formal en Myanmar. Existen grandes brechas donde puede estar esa riqueza de la que no hay mayor registro.

El enemigo interno como estrategia política

- ¿Qué opina de la figura de Aung San Suu Kyi y su rol en actual contexto Birmano?

Aung San Suu Kyi representa lo opuesto al gobierno y eso la gente lo sabe. Es la esperanza de cambio y de libertad. A mí me gustaría también que hubiera más líderes, una generación entera de nuevos líderes pues queda un largo camino por recorrer.

De todas maneras, creo que el gobierno puede hacer muchas cosas para impedir su triunfo, como crear inestabilidad dentro del país apoyando movimientos como el Ma Ba Tha (Ma Ba Tha es un movimiento nacionalista-budista que ha desatado la violencia contra los musulmanes de la etnia Rohingya, generando lo que ha sido una de las mayores crisis humanitarias del último tiempo en el país).

- ¿Por qué al gobierno podría interesarle apoyar un movimiento nacionalista-religioso que está instigando la violencia contra los musulmanes?

En Myanmar el régimen a menudo ha utilizado la religión con fines políticos en el pasado. Actualmente, el gobierno ha creado y apoyado este movimiento que ha desatado la violencia contra los musulmanes.

Como Myanmar está cambiando desde un régimen militar hacia un nuevo sistema político, el gobierno supuestamente civil necesita el apoyo de la gente para permanecer en el poder. Por eso han creado un enemigo interno: los musulmanes.

La gente que tiene miedo de los musulmanes puede demandar seguridad y, con esto, depositar su confianza y lealtad en el gobierno, al que ven como defensor o protector del país. En este caso, protector de la raza y la religión, que corresponde a la mayoría bamar y budista.

En este contexto, la líder opositora aparece como la "amiga de los musulmanes" y con ello pierde adeptos entre quienes les tienen miedo.

- ¿Por qué ahora al gobierno le interesa tanto legitimarse socialmente en el poder?

Antes les bastaba con las armas. Sin embargo, ahora necesitan mayor legitimidad para permanecer en poder y obtener ganancias. Quieren que occidente los legitime políticamente para poder hacer negocios. Buscan terminar con las sanciones económicas de Estados Unidos y de la Unión Europea y obtener apoyo de la comunidad internacional.

La gente, por otro lado, necesita una salida. Por eso aprovecharán cualquier oportunidad que otorgue el gobierno que pueda significar una esperanza de cambio, como estas elecciones.

Incluso algunos países de la comunidad internacional también quieren verlo así, de manera más naive, porque tienen intereses económicos.

- Da la impresión de que antes la comunidad internacional tenía una actitud más dura con el régimen y que ahora, tras estas señales de apertura, está mostrando más entusiasmo en legitimarlo. ¿Qué opina a este respecto?

Eso es algo en lo que he estado trabajando. Creo que la comunidad internacional tiene que saber lo que apoyan, cuando apoyan al gobierno de Myanmar. Tanto los gobiernos como los habitantes de los países que han dado dinero al gobierno birmano deberían saber que con ese dinero están apoyando potenciales atropellos a los derechos humanos en el país.

Te doy un ejemplo, algunos países como Japón, Francia y Australia, entre otros, dieron dinero al gobierno birmano para apoyar un cambio en la Educación. Este cambio desembocó en una nueva ley, que fue aprobada sin recoger las principales demandas de los sectores educativos.

A comienzos de este año, los estudiantes protestaron contra la nueva ley -que consideraron antidemocrática, entre otras cosas-. La respuesta de la policía fue violenta: decenas de heridos y un saldo de 127 detenidos. Bueno, fue la Unión Europea la que entrenó a la policía antidisturbios, mediante un acuerdo de colaboración con el gobierno.

Este es un claro ejemplo de como el apoyo internacional puede causar daño a la gente al interior del país. Por eso creo que la comunidad internacional debería rendir cuenta de sus acciones. No es el pueblo de Myanmar el que solicita su colaboración. Ellos hacen acuerdos con el gobierno que afectan a la gente del país.

Si la comunidad internacional quiere ayudar realmente, debería hablar con organizaciones de la sociedad civil, especialmente con quienes trabajan por la defensa de los derechos humanos. Ellos son los que conocen las verdaderas necesidades.

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