El mandatario expresó su confianza en que el Ejército halle una vía para dispersarlos.
Los soldados no han entrado en el recinto del palacio gubernamental.
Los manifestantes que ocupan desde hace nueve días la sede del Gobierno de Tailandia desafiaron el estado de excepción y siguieron reunidos, mientras que condicionaron cualquier negociación a la dimisión del primer ministro, Samak Sundaravej.
La primera noche de estado de excepción en Bangkok se desarrolló sin actos de violencia entre las fuerzas de seguridad y opositores.
El estado de excepción declarado en la capital prohíbe cualquier reunión pública de más de cinco personas, pero el jefe del Ejército, el general Anupong Paochinda, apostó por el diálogo para resolver el conflicto, en vez de sacarles por la fuerza.
"Nuestra postura es firme: Sundaravej debe renunciar. Si no se va, no hablaremos con nadie", declaró Sondhi Limthongkul, fundador de la Alianza del Pueblo para la Democracia (PAD), la formación opositora que ha encabezado las protestas, y quien el pasado martes anunció que los activistas se dispersarían antes de 48 horas.
Los soldados todavía no han entrado en el recinto del palacio gubernamental, aunque más de mil policías fueron desplegados en los aledaños para "proteger" a los activistas, según fuentes oficiales.
Por su parte, Sundaravej expresó su confianza en que el Ejército halle una vía para dispersarlos, aunque no descartó que los militares piensen en aprovechar la situación para asestar un nuevo golpe de Estado, como hicieron en 2006, cuando derrocaron a Thaksin Shinawatra en medio de otras protestas del PAD.
Sin embargo, el general Paochinda descartó otra asonada, dijo que la crisis política será resuelta "por medios legales y democráticos" y prometió ejercer moderación si debe disolver a los activistas.
