Las protestas callejeras en Brasil han planteado diversos retos políticos y financieros a las autoridades, pero uno de ellos tiene que ver con el deporte: ¿Cómo seguir con un torneo internacional de fútbol en ciudades que arden?
La señal más clara de que la revuelta brasileña complica el desarrollo de la Copa de Confederaciones que se lleva a cabo desde el fin de semana pasado ocurrió este miércoles con los violentos choques entre policías y manifestantes cerca del estadio de Fortaleza previo al partido entre Brasil y México.
La policía lanzó balas de goma y gas lacrimógeno para evitar que la protesta de al menos 30.000 personas llegara al estadio a reclamar por los costos del Mundial de fútbol 2014, los precios del transporte público, la corrupción y otros problemas.
Varios manifestantes respondieron lanzando piedras y hubo reportes de civiles y policías heridos durante los enfrentamientos escenificados a unos tres kilómetros del estadio Castelão, que tuvo un acceso cortado al menos media hora.
"He cubierto varios mega-eventos deportivos entre Copas del Mundo y Juegos Olímpicos y nunca fui a un partido en el clima en que fui hoy: dentro de un ómnibus de la FIFA objeto de agresión por parte de manifestantes", relató Juca Kfouri, un destacado periodista brasileño en diálogo por BBC Mundo.
Las autoridades de las dos mayores ciudades brasileñas, Sao Paulo y Rio de Janeiro, anunciaron este miércoles la reducción de las tarifas de transporte público, una demanda de las protestas, pero las manifestaciones siguieron y muchos dudan que la situación se calme.
"Escuelas estándar FIFA"
La Federación Internacional de Fútbol Asociado, FIFA, órgano regulador del fútbol mundial, ha mostrado cierta cautela frente a las protestas brasileñas, que la tomaron por sorpresa al igual que a todo el mundo.
Su presidente Joseph Blatter advirtió que los manifestantes "no deben usar el fútbol para que escuchen sus exigencias".
Sin embargo, en declaraciones a la cadena brasileña Globo TV, Blatter dijo entender "que la gente no esté contenta".
Por eso separar las protestas brasileñas de la Copa de Confederaciones y el próximo Mundial parece difícil.
El costo de las obras asociadas a esos eventos, que de acuerdo a un nuevo cálculo oficial asciende a unos 13.000 millones de dólares, es uno de los temas principales de quejas en las manifestaciones de Brasil.
"Queremos escuelas estándar FIFA", señalan varios carteles de las marchas, en alusión a las exigencias del ente regulador del fútbol para construir estadios modernos para el Mundial, que costarán unos 3.500 millones de dólares.
Así, los juegos de la Confederaciones se han vuelto un imán para las protestas callejeras en Brasil, las mayores que el país tiene al menos en dos décadas, y que el lunes movilizaron más de 200 mil personas en varias ciudades.
"Entretenimiento"
El sábado hubo choques entre policías y manifestantes en Brasilia cerca del estadio que se aprestaba a recibir el juego inaugural entre Brasil y Japón, que dejaron 39 heridos e hinchas aterrados en medio de los incidentes con gases lacrimógenos y balas de goma.
Lo mismo, aunque con menos heridos reportados, ocurrió el domingo en Rio cuando jugaron Italia y México en el renovado estadio de Maracaná, donde se deberá disputar la final del torneo.
Para este jueves están previstas nuevas manifestaciones en las principales ciudades brasileñas incluida Rio, donde tienen que enfrentarse España con Tahití.
La protesta carioca fue convocada en el centro de la ciudad aunque había expectativa de que se hiciera cerca del Maracaná y quizás también vayan manifestantes ahí.
Consultado al respecto, el portavoz del comité organizador local de la Confederaciones, Saint-Clair Milesi, sugirió que los hinchas permanezcan dentro del estadio "un poco más de tiempo después del partido, porque hay muchas alternativas de entretenimiento".
La FIFA prohíbe manifestaciones políticas dentro de los estadios, pero las protestas ya alcanzaron las tribunas: carteles contra la corrupción fueron exhibidos durante el juego en que Brasil derrotó a México por 2-0 este miércoles.
"Preocupados"
Futbolistas de la selección brasileña como el astro Neymar, el zaguero David Luiz o el atacante Hulk han expresado apoyo a las protestas.
"Podría parecer demagogia de mi parte, pero no es, levanto la bandera de las manifestaciones que ocurren en todo Brasil", señaló Neymar en su cuenta de Instagram.
En cambio Pelé, el llamado Rey del fútbol brasileño y actual embajador del Mundial 2014, pidió en un mensaje de video "olvidar toda ese desorden que está ocurriendo en Brasil".
"Vamos a pensar que la selección brasileña es nuestro país, es nuestra sangre", dijo.
Mauricio Murad, un sociólogo de los deportes, opinó que las protestas le quitaron al gobierno brasileño gran parte de las posibilidades que tenía de usar la Copa de Confederaciones como un "instrumento político" a su favor.
Y recordó que Brasil aún puede perder la sede del próximo Mundial, algo que hasta ahora ocurrió una sola vez cuando la Copa de 1986 pasó de Colombia a México por los problemas del país sudamericano para cumplir exigencias de la FIFA.
"Es muy difícil que esto ocurra, pero como con estos movimientos nadie sabe lo que va a pasar en el futuro próximo, vamos a estar acompañando y sólo el tiempo dirá", dijo Murad a BBC Mundo.
Kfouri descartó que eso vaya a ocurrir ya que también sería una derrota para la FIFA. "Esperan una ganancia de 5.000 millones de dólares; no sé si ellos renunciarían a eso", dijo. "Pero de que están preocupados, están preocupados".