Manifestando su profunda disposición por terminar con el conflicto que se extiende por medio, el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC iniciaron en Noruega las negociaciones de paz, diálogo en el que, no obstante, dejaron patentes sus divergencias.
La mayor diferencia fue la interpretación que las partes hicieron de los temas a discutir en la mesa de diálogo que quedó abierta en el acto celebrado ayer, jueves, en Hurdal, al norte de Oslo, en el que los dos equipos negociadores estuvieron acompañados por representantes de Noruega, Cuba, Venezuela y Chile, países que acompañan el proceso.
El número dos de la guerrilla y jefe de su delegación, "Iván Márquez", criticó en un largo discurso la política económica del Gobierno de Juan Manuel Santos, la reforma agraria, los "beneficios" a las trasnacionales, los tratados de libre comercio, el Plan Colombia y la "corrupción" estatal.
"La paz no significa el silencio de los fusiles, sino que abarca transformar la estructura del Estado y las estructuras económicas", afirmó "Márquez", que advirtió que con ese tipo de política continuarán la violencia y el conflicto, independientemente del eventual fin de la lucha armada.
El ex vicepresidente de Colombia y jefe del equipo gubernamental, Humberto De la Calle, puntualizó en una rueda de prensa posterior al encuentro que el modelo económico o la inversión extranjera no están en la agenda de negociación, que se ceñirá a los temas acordados en La Habana, como son el desarrollo rural, garantías la oposición política y el fin del conflicto armado.
"Si las conversaciones no avanzan, el Gobierno no será rehén de este proceso", advirtió De la Calle.
Las FARC contestaron en su comparecencia posterior y separada que todo se debía a una "diferencia de interpretación", y leyeron el preámbulo del acuerdo de La Habana, firmado en agosto tras meses de conversaciones, donde se habla de desarrollo económico y social.
Otras diferencias
Las partes mostraron también sus divergencias en temas como la presencia en la mesa del guerrillero "Simón Trinidad", encarcelado en Estados Unidos y cuya participación, aunque sea virtual, piden las FARC, mientras que el Gobierno dice que ese tema no forma parte de la negociación.
En la parte final de la comparecencia conjunta inicial, en la que los representantes noruegos y cubanos dieron por instalada la mesa de diálogo, el rebelde Luis Alberto Albán, alias "Marcos León Calarcá", abandonó la mesa y dejó su silla vacía con un letrero con el nombre de "Trinidad".
La guerrilla también mostró su disconformidad con que el Gobierno no haya aceptado un alto el fuego bilateral antes de la fase final de un proceso, que se se reanudará en La Habana el 15 de noviembre, aunque diez días antes habrá un encuentro preparatorio, cuyo primer tema será el desarrollo agrario integral.
El Gobierno colombiano aseguró que respetará sus compromisos internacionales en materia judicial, apuntados en el Marco Jurídico para la Paz que el Congreso colombiano aprobó recientemente.
De la Calle pidió a las FARC que den la "cara" ante sus víctimas, pero no quiso responder a la pregunta de si el Estado tiene también responsabilidad moral y debe pedir perdón por otras muertes en el conflicto.
Los delegados del FARC ironizaron con la posibilidad de tener que cumplir penas de cárcel en el futuro, apelando al "derecho universal" a recurrir a las armas para luchar contra la "injusticia" y dijeron que el Congreso es "un antro de corrupción".
Las diferencias entre los dos equipos negociadores contrastaron con palabras optimistas y positivas emitidas también por las partes al comienzo, sobre todo en la comparecencia conjunta.
Así, De la Calle había reconocido la forma "rigurosa" en que se han desempeñado las FARC, animando a la guerrilla a defender sus ideas sin las armas y hablando de "esfuerzo mutuo" para acabar con un conflicto de medio siglo.
"Márquez" también había anunciado que el grupo armado acude a las negociaciones "con un sueño colectivo de paz y con un ramo de olivo en nuestras manos" para buscar "la paz con justicia social por medio del diálogo".
La apertura de la mesa se produjo un día después de lo previsto, ya que problemas logísticos retrasaron tres días la llegada de las delegaciones a Oslo, que había sido fijada para el domingo.
El Gobierno y las FARC asumieron el compromiso de entablar este diálogo de paz el pasado 26 de agosto en La Habana, mediante el llamado "Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera".
El acuerdo, que excluye un alto el fuego previo, culminó seis meses de "conversaciones exploratorias" y secretas en Cuba, país que junto a Noruega son los garantes de un proceso en el que ejercen de acompañantes Venezuela y Chile.