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Suprema sentenció a 20 exagentes de la CNI por homicidios de miristas

Publicado:
| Periodista Digital: Cooperativa.cl

Fueron asesinados en un falso enfrentamiento en calle Fuenteovejuna en septiembre de 1983, coordinado por Álvaro Corbalán.

El cruento operativo se dio en represalia por el asesinato del general Carol Urzúa, ocurrido en agosto de ese mismo año.

Suprema sentenció a 20 exagentes de la CNI por homicidios de miristas
 ATON (archivo)

El fallo ratifica las penas de todos los autores salvo Sergio Canals, cuya sentencia aumentó a 10 años y un día de cárcel.

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La Corte Suprema dictó sentencia en contra de 20 exagentes de la extinta Central Nacional de Informaciones (CNI), por los homicidios calificados de tres militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), perpetrados en la calle Fuenteovejuna de Las Condes el 7 de septiembre de 1983.

El fallo pronunciado por la Segunda Sala Penal ratifica lo determinado en enero de 2018 por el ministro en visita extraordinaria Mario Carroza, quien acreditó que los crímenes de Lucía Vergara Valenzuela, Arturo Vilavella Araujo y Sergio Peña Díaz se cometieron en represalia por el asesinato del general Carol Urzúa, ocurrido en agosto de 1983.

La resolución también eleva la pena contra Sergio Canals Baldwin, de tres años y un día a 10 años y un día de presidio mayor en su grado medio, mismo castigo que fue aplicado anteriormente a Norman Jeldes Aguilar y Manuel Ventura Laureda Núñez.

En tanto, se confirman las condenas de 15 años y un día de presidio mayor en su grado máximo contra Roberto Schmied Zanzi, Aquiles González Cortés y Álvaro Corbalán Castilla.

Por su calidad de cómplices, los demás involucrados en el caso fueron sentenciados a tres años y un día de presidio menor en su grado máximo: se trata de Juan Pastene Osse; Patricio González Cortez; Luis Torres Méndez; Manuel Morales Acevedo; Luis Gálvez Navarro; Sergio Valenzuela Morales; Juan Olivares Carrizo; Raúl Escobar Díaz; Eduardo Chávez Baeza; Luis Burgos Cofré, Raúl González Fernández; Orlando Torrejón Gatica; Rafael Riveros Frost y Juan Jorquera Abrazúa.

"CASO DIFÍCIL DE RESOLVER"

Para el abogado querellante Nelson Caucoto, "esta sentencia viene a hacer justicia en un caso intrincado, complejo y difícil de resolver", al desenvolverse mediante "un montaje comunicacional en un inmueble de Las Condes".

"No hubo enfrentamiento, como lo dijera la prensa. Lo que hubo fue una matanza previamente planificada, en represalia al homicidio del general Carol Urzúa", pues las víctimas fueron "vigiladas día y noche desde hacía tres meses antes, y para matarlas desplegaron un vasto operativo con más de 100 agentes que rodearon el sector para impedir la fuga".

El jurista subrayó que en este marco "se utilizó por primera vez una máquina infernal denominada base de fuego, una ametralladora punto 50 emplazada en un jeep (que) dispara -según la sentencia- 500 proyectiles en un minuto", y de hecho, "fue tal la magnitud del daño causado por esa cantidad de impactos que incendiaron el inmueble, demoliendo muros del mismo".

LA CAUSA

Según la investigación del ministro Carroza, la CNI ordenó la detención de los miristas la mañana del 7 de septiembre, y en la tarde envió agentes para vigilar el sector y la casa, quienes luego evacuaron viviendas colindantes y cerraron la calle previo al operativo, desplegado bajo el mando de Álvaro Corbalán, comandante de la Brigada Antisubversiva Metropolitana, y Aquiles González, jefe de la Agrupación Azul.

Una de las acciones iniciales fue la instalación de la mencionada base de fuego en el techo de un jeep -conducido por Manuel Ventura-, que fuera operada por al menos dos personas, entre ellos el tirador, Norman Jeldes, quien la disparó por cerca de un minuto, calculándose alrededor de 500 impactos.

Detenida aquella acción, utilizaron altoparlantes para hablar a los ocupantes del inmueble y conminarlos a entregarse, a lo que respondió Sergio Peña, saliendo con las manos en la nuca, momento en que fue baleado por los agentes.

Ello llevó a que Lucía Vergara los enfrentara con un arma, reacción por la que Álvaro Corbalán volvió a dar la orden de disparar la base de fuego, matando a la mujer y provocando el incendio de la casa, durante el cual Arturo Vilavella murió calcinado.

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