En 2017 hubo sólo 428, tanto nacionales como internacionales.
Expertos dicen que se está privilegiando el vínculo con la familia biológica.
La diputada Pamela Jiles acusa "incentivos perversos" para la persistencia de la institucionalización.
Las adopciones de niños y jóvenes del Sename han experimentado una caída sostenida en el último tiempo y, según destaca este domingo El Mercurio, en 2017 llegaron a su nivel más bajo de los últimos 17 años: 428 en total, tanto nacionales como internacionales.
Expertos y organismos colaboradores del Sename consultados por el matutino señalaron que la caída responde, en parte, a la constante disminución de menores declarados por los jueces de familia como "susceptibles" de ser adoptados. Sólo en los últimos cuatro años esta cifra disminuyó en cerca de un 25 por ciento.
La directora del Sename, Susana Tonda, señaló que existe "una tendencia, que se ha ido generalizando en los últimos años, en que se privilegia el vínculo del niño con su familia biológica, más que el derecho de ese niño a vivir en familia".
"El riesgo es que, si no se realiza un buen trabajo de revinculación familiar en un tiempo acotado, el niño puede eternizarse en las residencias", advirtió Tonda.
Esto conlleva a otro problema: "Sobre cuatro años, no hay personas disponibles para adoptar. No hay gente que los quiera adoptar (siendo tan grandes)", señaló Ximena Calcagni, directora ejecutiva de María Ayuda y parte de la Mesa por la Infancia.
"Incentivos perversos"
La diputada Pamela Jiles, presidenta de la Comisión de Familia de la Cámara, comentó al diario que las instituciones colaboradoras cobran por día/niño, "lo que es un incentivo verdaderamente perverso" para mantener a los niños mayores de dos años eternamente en los hogares y recibir las subvenciones.
"Una ley de adopción universal y urgente es el mecanismo más eficaz para salvar vidas de niños vulnerables", sostuvo la legisladora del Frente Amplio.
