Humberto Maturana, que falleció este jueves a sus 92 años, desarrolló durante su extensa trayectoria una serie de conceptos que lo convirtieron en un referente a nivel nacional e internacional.
"¿Qué es lo peculiar de lo humano? Que vivimos en el lenguaje, que el lenguaje se aprende, que nos hacemos humanos viviendo con otros seres humanos. Tenemos una genética particular, pero, ¿cuál es nuestro nicho ecológico? Otros seres humanos", es parte de sus reflexiones planteadas el 2018 en una conferencia en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, mismas que lo acompañaron por décadas, desde el inicio de su formación hasta su última publicación "Revolución reflexiva", escrita conjuntamente con Ximena Dávila, lanzada el 23 de abril pasado.
Uno de sus planteamientos que alcanzó mayor resonancia científica a nivel global fue el de la autopoiesis, concepto presentado por primera vez en su libro de 1972 "De máquinas y seres vivos". En esta obra, desarrollada junto a Francisco Varela, sostiene que los sistemas biológicos son unidades que se producen y mantienen a sí mismas "como una red de procesos de producción (transformación y destrucción) de componentes que: (i) a través de sus interacciones y transformaciones continuamente regeneran y realizan la red de procesos (las relaciones) que los han producido, y (ii) la constituyen (la máquina) como una unidad concreta en el espacio en el que ellos (los componentes) existen".
En otras palabras, aunque el sistema cambie en sus componentes o estructura, dicha red permanece invariante durante toda su existencia, manteniendo la identidad de este. Los seres vivos son en particular sistemas autopoiéticos moleculares, que están vivos solo mientras están en autopoiesis.
Este concepto tuvo gran trascendencia científica en el ámbito de la teoría de sistemas, no solo en la biología. Su influencia se extendió desde los estudios evolutivos hasta la cibernética, la sociología y el lenguaje.