Dos científicas chilenas están atrapadas en la Antártica
Alicia Guerrero y Naysa Balcázar-Cabrera forman parte de la tripulación del barco Akadémik Shokálskiy.
Contaron que esperarán el 2014 dando clases de salsa y español a sus colegas.
Más de 70 personas se encuentran varadas desde Navidad en la expedición en el continente blanco.
Dos científicas chilenas que se encuentran en el barco ruso atrapado en aguas del Mar Antártico desde el 24 de diciembre recibirán el Año Nuevo dando clases de español y salsa a las otras 72 personas que están a bordo del navío.
Así lo dijeron a la agencia EFE la chilena Alicia Guerrero y la chileno-australiana Naysa Balcázar-Cabrera en una entrevista a través de Skype desde el Akadémik Shokálskiy, bloqueado en el hielo 2.778 kilómetros al sur de la ciudad australiana de Hobart, en el sureste de la Antártica.
El navío construido en Finlandia en 1982 emitió una llamada de emergencia el día de Navidad y desde entonces el mal tiempo ha frustrado el rescate de sus pasajeros tanto por vía marítima como por la aérea.
"Alicia dio una clase de español y en la tarde vamos a hacer una clase de salsa", dijo Naysa que, ante la llegada del Año Nuevo, admitió que extraña las empanadas y el "pisco sour".
La espera para ser rescatados "ha sacado lo mejor de cada uno de nosotros", comentó Alicia, quien aseguró que "jamás" imaginó dar una clase de baile a sus colegas, que alivian la espera practicando yoga, dibujo y otras actividades recreativas.
Sentimientos encontrados
Alicia y Naysa, además del científico argentino Ezequiel "Ziggy" Marzinelli, forman parte de la misión científica que rememora la expedición que hizo hace un siglo el explorador Douglas Mawson en la Antártica, que resultó en el primer estudio completo del continente helado.
Los datos recopilados por Mawson sirven como base de comparación a la actual misión científica organizada y liderada por Chris Turney, experto en cambio climático de la Universidad de Nueva Gales del Sur.
Alicia, quien reside en Sidney desde hace un año, considera como "una experiencia muy bonita, un sueño hecho realidad" este viaje al continente blanco, donde realiza un estudio de la población de focas y toma "muchas fotografías de pingüinos" a petición de su sobrino Lucas, de cinco años.
Por su lado, Naysa, quien emigró a Sídney junto a sus padres a los seis años, también participa en el estudio sobre el comportamiento de las focas debajo del agua y mantiene "los dedos cruzados para ver una ballena azul".
"Todo es impresionante y difícil de explicar", enfatizó Naysa, quien describió la Antártica como una especie de "desierto de blanco", donde "todo es calladito", tiene un poco de sol y a veces se ven pingüinos.
"Tanto silencio me ha tocado", subrayó Naysa.
Las dos biólogas marinas se mantienen en contacto semanal con sus respectivas familias, a quienes agradecen el apoyo a su trabajo.
"Es súper lindo acá", manifestó Alicia, que dice estar "dividida" entre su deseo de seguir investigando en la Antártica y regresar con los suyos.