Marlon Brando: vida y obra de un hombre que dejó su huella en el cine
A la largo de su carrera Marlon Brando fue distinguido con el Oscar al Mejor Actor por sus papeles en "Nido de ratas" (1954) y "El padrino" (1972).
El fallecido actor Marlon Brando, cuya imagen como padrino mafioso, pandillero motorista o coronel enloquecido marcaron la historia del cine, nació en Omaha, en el estado de Nebraska, el 3 de abril de 1924.
El deceso del artista largamente admirado por su pares y elogiado por la crítica, se produjo la noche del jueves en un hospital de Los Angeles.
A temprana edad abandonó los estudios secundarios y posteriormente la academia militar para dedicarse a la vida bohemia en Nueva York. A los 19 años estudió arte dramático en la escuela de Stella Adler.
Con 20 años de edad debutó en los teatros de Broadway, al tiempo que trabajaba en el famoso Actor's Studio de Elia Kazan y Lee Strasberg.
Su primer éxito teatral tuvo lugar con la obra "Un tranvía llamado deseo", que en 1951 fue llevada al cine con el mismo título por Elia Cazan. Esta fue la segunda película de Brando y la primera en la que su interpretación le valió el reconocimiento de la critica y el público.
Su debut en el cine había llegado un año antes, después de rechazar varios papeles, con la película "Hombres", bajo las órdenes de otro grande del cine, Fred Zinnemann.
En pocos años se convirtió en un mito dentro de la industria. Su primera distinción llegó en 1952, año en que obtuvo el premio a la mejor interpretación en el Festival de Cannes por "Viva Zapata!", en la que encarnaba al revolucionario mexicano.
Su actuación en "Nido de ratas" (1954) le valió su primer Oscar como Mejor Actor. Y no sería el único de su carrera ya que el papel de Vito Corleone en la cinta "El padrino" (1972) nuevamente le significó ser galardonado como Mejor Actor por la industria de cine estadounidense.
Sin embargo, en la ceremonia de entrega del premio, Brando protagonizó una de las anécdotas que han hecho historia en Hollywood, al rechazar la estatuilla y enviar en su lugar a una joven vestida de india norteamericana que leyó un comunicado en protesta por la situación de esas tribus en Estados Unidos.
Dentro de su extensa filmografía figuran además "Julio César" (1953) de Joseph Leo Mankiewicz; "La condesa de Hong Kong" de Charles Chaplin, y "Queimada" (1969), de Gillo Pontecorvo.
Después de "Queimada", su popularidad entró en declive y, de hecho, no intervino en ninguna otra durante los siguientes tres años.
Sin embargo, su regreso fue arrollador y 1972 se convirtió en su "año prodigioso", con su interpretación de un patriarca mafioso en el "El Padrino", además de su existencialista personaje entregado a la lujuria y la autodestrucción en "El último tango en París" de Bernardo Bertolucci.
A partir de entonces, su carrera entró en altibajos que incluyó desde trabajos puramente comerciales como "Superman" (1978), de Richard Donner, hasta una obra maestra de la talla de "Apocalypse Now" (1979), de nuevo con Coppola, en la que encarnó a un atormentado coronel Kurtz.
Después de esa película y de "La fórmula" (1980), de John Avildsen, entró en otro largo periodo de alejamiento del cine, que duraría hasta 1989, cuando regresó a la gran pantalla en "Una árida estación blanca" de Euzhan Palcy.
Para esta cinta, basada en una novela del sudafricano André Brink y donde se abordaba el problema del racismo, Brando tuvo que adelgazar cerca de cincuenta kilos. Su papel como abogado le valió una nominación al Oscar como Mejor Actor Secundario.
El 28 de febrero de 1991 asistió a la condena de su hijo Christian a diez años de prisión en Santa Mónica, en el estado norteamericano de California, por el asesinato del novio de su hermanastra Cheyenne.
El proceso había comenzado en agosto de 1990 y el día 14 de ese mes, entregó su mansión de cuatro millones de dólares como fianza para la libertad provisional de Christian.
Pero ni el dinero de Brando, que además debió vender la isla polinesia de Tetiaroa, que había adquirido en 1966, ni la clemencia que pidió al jurado impidieron que su hijo fuera condenado y cumpliera la mitad de su condena antes de salir de la cárcel.
Tras esta tragedia, la imagen de mito sexual de Brando fue reemplazada por un hombre que se apreciaba aventajado y con muchos kilos de más.
De todas formas en 1992 reapareció en escena al dar vida al inquisidor Torquemada en el filme "Cristobál Colon: el descubrimiento".
La película resultó un rotundo fracaso comercial, al tiempo que atrajo la polémica cuando Brando se negó a que su nombre apareciera en el reparto por considerar que Colón tenía que haber sido representado como un personaje funesto, ya que en su opinión fue el primer culpable de la aniquilación de indios americanos.
A partir de ahí, sus apariciones en pantalla se limitaron a vivir de su gloria y a que su brillo acompañara el de otros astros del cine actual, como Johnny Depp, en "Don Juan de Marco" (1995), o Robert De Niro y Edward Norton, en "Un golpe maestro" (2001), que sería su última película.
Durante esta etapa el actor sufrió el segundo revés más amargo de su vida al conocer la noticia del suicidio de su hija Cheyenne, concebida con la actriz Tarita Teiipia.
Cheyenne, implicada también en la tragedia que llevó a Christian a prisión, se ahorcó el 17 de abril de 1995 en la mansión que el actor poseía en la isla polinesia de Papeeta después de otras dos tentativas de suicidio.
Tras conocer la muerte de su hija, Brando tuvo que ser ingresado en un hospital de Los Angeles, aquejado de una grave depresión.
En la actualidad Brando vivía poco menos que en la miseria y con deudas multimillonarias, según una biografía publicada recientemente.
La noticia de su muerte, echó por tierra la posibilidad de volver a verlo en pantalla, y pone en entredicho el filme "Brando and Brando" que se rodaría durante el mes de agosto, trabajo en el que el artista se interpretaría a sí mismo. (EFE)