Habitantes de Bután votan este lunes por primera vez en su historia

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Autor: Cooperativa.cl

Unas 300.000 personas están llamadas a las urnas en el pequeño país de los Himalayas, en un proceso destinado a dejar de lado el absolutismo por una democracia parlamentaria.

El pequeño reino himaláyico de Bután dio este lunes un gran salto hacia la democracia con la celebración de las primeras elecciones parlamentarias de su historia, que marcan definitivamente el fin de un siglo de monarquía absoluta.

 

"Hace cinco minutos que hemos cerrado los colegios electorales. He de decir que estamos muy satisfechos", dijo el jefe de la Comisión Electoral, Desho Kunzang Wangdi.

 

Unos 300.000 butaneses estaban llamados a las urnas para participar en la primera fase de las elecciones de la Cámara Alta y elegir a sus representantes en 15 de las 25 circunscripciones.

 

El rey, Jigme Khesar, se reserva el derecho de nombrar a otros cinco senadores, mientras que en los cinco distritos restantes los votantes tendrán que esperar al 29 de enero para elegir a sus candidatos, debido a la ausencia de candidatos.

 

"Aquí en Thimpu no hemos podido votar y tendremos que esperar -dijo un conserje de la capital del pequeño país-. Pero estamos contentos con el proceso. Me gusta la monarquía, pero prefiero la democracia".

 

Los colegios abrieron sus puertas a las 8:00 hora local (2:00 GMT), y seis horas después la participación ya superaba el 50 por ciento, según aseguró el jefe de la Comisión Electoral.

 

Las urnas fueron mudos testigos del desfile de monjes budistas, aldeanos y ciudadanos vestidos con ropa tradicional que acudieron con curiosidad a su primera cita con la democracia.

 

La inexperiencia democrática de los butaneses hizo que el pasado mes de abril el Gobierno organizara un masivo simulacro electoral en el que los candidatos eran estudiantes de instituto y representaban a partidos ficticios con nombres de dragón y programas imaginarios.

 

"Voy a apretar el botón con mucho cuidado. Muchos de nosotros cometimos errores durante el simulacro electoral", dijo al diario local Kuensel el ciudadano Aum Zam, un votante de 45 años en el valle de Paro, en el oeste del país.

 

Las elecciones están controladas por observadores de la India, Australia, Estados Unidos y del Programa de Desarrollo de Naciones Unidas, aunque, según destacó el jefe de la Comisión, no se registraron "ni problemas ni incidentes".

 

"Todo ha sido muy pacífico", añadió Wangdi.

 

Aparte de las preceptivas elecciones, el paso del absolutismo a la democracia ha incluido la aprobación de una Constitución en la que el rey mantendrá su rol como jefe del Estado, aunque podrá ser impugnado por dos tercios de la Cámara.

 

"Para ser franco, queremos que continúe la monarquía. Pero con la decisión del rey no hay otra opción, así que rezamos para que este sistema funcione en Bután", declaró al diario el monje budista Tshering.

 

La democracia parlamentaria es una vieja idea del rey Jigme Singye Wangchuk, que no cayó en el olvido cuando este abdicó en diciembre de 2006 y cedió el poder a su hijo.

 

Este, un joven de 26 años educado en Oxford, se ha mantenido con mano firme en la senda de las reformas y ha apostado por transformar el país en un sistema parlamentario tras décadas de monarquía absoluta.

 

El ritmo de los cambios ha asustado a parte de los habitantes del país, conocido como el último Shangri-La, que vivió hasta hace poco en un ambiente medieval: no tuvo carreteras, teléfono ni moneda hasta la década de 1960.

 

Embarcado en una rápida modernización y con un crecimiento económico que rondó el 14 por ciento el año pasado, el original rey Wangchuk permitió la televisión en 2005 y la libertad de prensa un año después, en parte para favorecer el debate democrático.

 

Pero Wangchuk alcanzó renombre mundial por su teoría de la felicidad: decía el rey que la Felicidad Nacional Bruta era más importante que el Producto Interior Bruto, por lo que había que fomentar las tradiciones, el medio ambiente o la verdad en lugar de preocuparse por los bienes materiales.

 

Su política ha dado frutos entre los butaneses, que, pese a su precariedad económica, son según un estudio de la británica Universidad de Leicester el octavo pueblo más feliz del mundo, por delante de Estados Unidos.

 

Con televisión, prensa y partidos, los butaneses deberán ahora acostumbrarse a "apretar el botón" y prepararse para elegir en febrero a sus diputados de la Cámara Baja. Sin poner en peligro su felicidad. (EFE)