Estudio explica como cómo acertar con una cita a ciegas
La gente normalmente falla a la hora de predecir sus propias reacciones.
En este escenario, los consejos de los demás resultan ser una fuente de información fiable.
¿Me gustará la persona a la que conoceré en la cita? ¿Pasaré un buen rato? Las respuestas a estas preguntas que se plantean las mujeres antes de una cita a ciegas son fáciles de anticipar si se conocen las experiencias de otras personas que hayan vivenciado lo mismo, según un equipo de investigadores de las Universidades de Harvard (Reino Unido) y Virginia (EE.UU.).
"Las experiencias de los otros ofrecen mucha información sobre uno mismo", explica Daniel Gilbert, profesor de sicología de Harvard y coordinador de un estudio que prueba esta hipótesis.
En dos experimentos que recoge la revista Science, los investigadores comprobaron que "las personas pueden predecir sus reacciones afectivas ante sucesos futuros de forma bastante precisa si conocen cómo han reaccionado otros individuos, aunque sean extraños, ante el mismo hecho".
Conocer la experiencia de otros ayuda a enfrentar una cita a ciegas. |
Pruebas para demostrar teoría
La primera prueba para demostrar esta teoría se centró en la famosa y extendida fórmula de las "citas rápidas".
Los autores contaron con la participación de ocho hombres y 33 mujeres, todos universitarios.
Mientras algunas mujeres contaron con información detallada sobre el varón al que iban a ver -como su fotografía, sus medidas, sus aficiones y otra serie de datos-, otras no sabían nada de él, salvo lo que les contaban aquellas que ya se habían citado con el hombre anteriormente.
Estas últimas predijeron si se divertirían o se aburrirían en la cita de forma mucho más aproximada que las que tenían la información del hombre y cometieron un 49 por ciento menos errores que las primeras.
Sin embargo, ambos grupos coincidían en pensar que tener el perfil de su cita resultaría mucho más útil y, pese a los concluyentes resultados, las mujeres seguían eligiendo esta información ante futuros encuentros que el hablar con extrañas sobre su experiencia.
Algo similar ocurrió en el segundo experimento, en el que dos grupos de participantes tenían que adivinar cómo reaccionarían ante un comentario negativo sobre su persona por parte de un compañero.
Uno de los grupos recibía un papel informativo sobre los posibles comentarios que iba a recibir mientras que el otro sólo sabía la reacción de quienes ya habían pasado por eso. De nuevo, los fallos a la hora de predecir sus respuestas fueron mayores en el primer grupo que en el segundo.
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"Los ciudadanos no son conscientes de la poderosa fuente de información que supone la experiencia del otro, porque pensamos que todos somos muy diferentes. Pero la realidad es que si un alienígena conociera los gustos y las aversiones de un sólo humano, sabría mucho de toda la especie", afirma Gilbert.
Los autores señalan que existen al menos dos razones para sospechar que las reacciones afectivas no son tan diferentes entre unos y otros como la gente cree.
"En primer lugar, estas reacciones se producen, en gran parte, por mecanismos fisiológicos que son evolutivos y que ya experimentaban nuestros antepasados. Es por esto por lo que la gente puede tener ideas y creencias muy diferentes pero tienen los mismos comportamientos ante determinados estímulos, como la preferencia por ganar y no perder, la saciedad al hambre o el calor frente al frío", indican los investigadores.
En segundo lugar, las personas tienden a casarse y a compartir trabajo y vecindario con aquellos que consideran semejantes y con un estilo de vida parecido.
Son estos individuos próximos de quienes se recibe principalmente la información sobre experiencias, por lo que si tienen todo lo demás en común, también es probable que compartan una reacción afectiva común.
"La gente normalmente falla a la hora de predecir sus reacciones y las sobreestiman tanto a la hora de imaginar los momentos felices. Esto es así porque tendemos a visualizar los aspectos idílicos o más dramáticos de los hechos, pero no vemos en un contexto completo ni los pequeños detalles", reconoce el sicólogo.
Por eso, en lugar de tratar de estimular nuestra imaginación para que sea más realista, la mejor forma de saber nuestras reacciones es conocer las reacciones de otros individuos, concluye el trabajo.