Vaticano instaló sensores que controlan contaminación atmosférica de la Capilla Sixtina
Son 50 tubos que buscan preservar las pinturas de ese recinto religioso.
El objetivo es controlar el polvo que se genera en el recinto.
En la Capilla Sixtina del Vaticano se instalaron cincuenta sensores para controlar la contaminación atmosférica y preservar las pinturas de ese recinto religioso que Juan Pablo II llamó "santuario de la teología del cuerpo humano".
Así lo informa el director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci, de 72 años, en un artículo publicado en el diario vespertino de la Santa Sede, L'Oservatore Romano, en el que precisa que 36 han sido alojados en tubos volantes y los otros catorce fijos, afianzados a las cornisas de las paredes.
"Se trata de largos y un poco inquietantes tubos negros que atraviesan hacia lo alto los murales de la capilla", precisa con algo de ironía Paolucci, quien señala que el objetivo es controlar el polvo que se genera en el recinto y que causa en los frescos "reacciones químicas no deseadas".
De ahí que el próximo 8 de enero, durante la tradicional misa que oficia el Pontífice en la Sixtina en la que bautiza a varios niños, los asistentes estarán "acompañados de visitantes extraños, que captarán las partículas de polvo", agregó.
"Trabajamos para dotar a la Capilla Sixtina de una instalación de climatización renovada y eficaz, que pueda asegurar el recambio del aire y la rebaja de los contaminantes presentes en forma sólida y gaseosa", dijo Paolucci.
La Capilla Sixtina recibe cada año cientos de miles de visitantes que son imposibles de contabilizar porque, según Paolucci, aunque se restrinja su número, siempre hay muchos que regresan tras visitar los Museos Vaticanos -donde está ubicada- para "tenerla viva en el corazón".
"Con este objetivo -dijo Paolucci- se han instalado termo-cámaras cuenta personas sobre la puerta de entrada y sobre las dos de salida", para así controlar, además, las emanaciones de polvo y de otras sustancias.
La Capilla Sixtina
La Capilla Sixtina mide 40,23 metros de largo por 13,41 metros de ancho y corresponde a la que fue antigua Capilla Palatina del palacio Pontificio, presumiblemente erigida en 1368.
La decoración se hizo en cuatro periodos. Al primero, bajo el pontificado de Sisto IV corresponden los cortinajes simulados y los frescos de Botticelli y Signorile, entre otros, pintados entre 1481 y 1482.
La segunda es del pontificado de Julio II (1503-1513), quien encargó a Miguel Angel nuevos frescos.
El artista creó, para la bóveda, la historia de la Creación en cinco escenas y la vida de Noé en tres. También pintó a los profetas, las sibilas y otros episodios bíblicos.
La tercera corresponde al pontificado de Clemente VII (1523-1534) y al de Pablo II. El genial Miguel Angel también pintó la pared frontal donde se encuentra el altar mayor, sobre la que creó el insuperable "Juicio Final".
La última fase fue durante los papados de Pío V (1566-1572) y Gregorio XIII (1572-1585), cuando se pintaron los frescos de la pared de entrada, "La disputa sobre el cuerpo de Moisés" y la "Resurrección de Cristo", que quedó dañada tras el desplome de la puerta en 1522.