Japón finalizó temporada de caza de ballenas sin cubrir cuota de pesca prevista
El Gobierno nipón informó capturado "sólo" 266 ballenas minke y una ballena de aleta.
Sus labores se vieron entorpecidas por la decidida acción de grupos ecologistas.
Japón concluyó este viernes su temporada anual de caza de ballenas en la Antártida sin haber alcanzado siquiera un tercio de su objetivo de pesca, después de que las actividades de sus balleneros se vieran dificultadas por el acoso de activistas ecologistas.
En una rueda de prensa, el ministro nipón de Agricultura y Pesca, Michihiko Kano, detalló que esta temporada la flota capturó 266 ballenas minke, frente al objetivo de 850, y una ballena de aleta, frente a las 50 programadas inicialmente, informó la agencia Kyodo.
Según el ministro, al bajo nivel de capturas contribuyó el mal tiempo al que tuvo que hacer frente la flota ballenera nipona, que una vez emprendido el regreso se espera llegue a Japón a finales de marzo.
Los activistas de Sea Shepherd impidieron hasta en 11 ocasiones las acciones de caza, reportó Japón. |
Además de las condiciones meteorológicas, los pesqueros nipones tuvieron que afrontar la campaña del grupo ecologista Sea Shepherd, que con dos de sus barcos acosó a los buques japoneses durante 27.000 kilómetros y, según Kyodo, impidió las operaciones de caza hasta en once ocasiones.
El año pasado, la flota ballenera nipona ya tuvo que poner fin por adelantado a su temporada de caza en la Antártida a causa de los actos de "obstrucción" de Sea Shepherd, como bloquear el timón de los barcos o lanzar ácidos corrosivos a su cubierta, protestas que el Gobierno japonés ha criticado con dureza.
Rechazo mundialJapón decidió abandonar la caza de ballenas en 1986 por una moratoria internacional, aunque la retomó en 1987 tras alegar motivos científicos y comenzó a efectuar expediciones a la Antártida en nombre del Instituto de Investigación de Cetáceos.
La caza de ballenas ha reportado a Japón múltiples críticas en todo el mundo e incluso una denuncia de Australia ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, al considerar que el motivo de la pesca es exclusivamente comercial.
Japón, Islandia y Noruega son los únicos países que continúan con la pesca de cetáceos, una práctica que Tokio defiende como una tradición cultural milenaria.