Twitter no hace revoluciones, las hace el "desencanto", según experta
La red social puede ayudar a cambiar estructuras de poder en el mundo.
"Se sataniza demasiado el canal y no los hechos", advirtió Mireia Fernández-Ardévol.
Twitter no hace las revoluciones, lo hace el desencanto, pero puede ayudar a cambiar estructuras de poder en el mundo, como intenta en España el movimiento 15-M gracias a las redes sociales, afirmó en una entrevista la investigadora española Mireia Fernández-Ardévol.
"Se sataniza demasiado el canal y no los hechos", adviertió la experta, que esta semana brindó en la Universidad ORT de Montevideo la conferencia "Protestas y redes sociales online: ¿la revolución se tuitea o la revolución sucede en Twitter?".
Fernández-Ardévol, profesora asociada de la Universidad de Barcelona y codirectora del programa de investigación Comunicación Móvil, Economía y Sociedad, de la Universitat Oberta de Catalunya, recuerda que el germen de las revoluciones es el "desencanto".
"Las revoluciones, manifestaciones o protestas no pasan si no hay una motivación, los canales de comunicación solamente hacen que la forma de las protestas sea diferente", recalca.
Twitter o Facebook son "medios de autocomunicación de masas porque son autónomos", ya que "tú decides qué tipo de noticias envías y a quién sigues", resume Fernández-Ardévol, antes de reiterar que "internet es un instrumento, no un objetivo" y subrayar que esa herramienta "puede ser usada de forma buena o mala".
El fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, puede utilizar con fines positivos o negativos la información de que dispone, al igual que un teléfono móvil puede servir para avisar de un incendio o para detonar una bomba, expone a modo de ejemplo.
La especialista advierte que al ser posible ahora "emitir imágenes en directo desde un teléfono móvil que llevas en un bolsillo" y seguir así "en vivo desde distintos ángulos" un acontecimiento en la calle, la amenaza se cierne sobre los medios de comunicación tradicionales.
"Si la información es poder, se están cambiando los roles y el poder está cambiando de manos" con unos instrumentos en los que manipular es más difícil, según la investigadora.