Obispos: Tenemos un país marcado por la inequidad

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Autor: Cooperativa.cl

"La libertad económica ha sido más importante que la equidad y la igualdad", dijeron.

Además, asumieron que diversos hechos derivan en la falta de credibilidad de la iglesia.

La Carta Pastoral elaborada por el Comité Permanente del Episcopado de la Iglesia Católica realizó una dura crítica a lo que consideró "lucro desregulado", el que ha derivado en diversas manifestaciones sociales, como estudiantiles, sectoriales y territoriales en diversas zonas del país.

ImagenEl documento, titulado "Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile", fue dado a conocer por el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, también admite la pérdida de la credibilidad de la iglesia ante los diversos casos que han afectado a esta institución, como los abusos contra menores.

"En un país marcado por profundas desigualdades resulta extremadamente injusto poner al mercado como centro de asignación de todos los recursos (...) el resultado final es que nos encontramos en un país marcado por la inequidad", indica el texto.

"En nuestro país, diversas manifestaciones y en particular un poderoso movimiento estudiantil están pidiendo reformas. En el mismo sentido se han venido expresando sectores significativos de algunas regiones, que se sienten postergadas, no escuchadas, e incluso engañadas", enfatiza el documento.

"Chile ha sido uno de los países donde se ha aplicado con mayor rigidez y ortodoxia un modelo de desarrollo excesivamente centrado en los aspectos económicos y en el lucro (...) la libertad económica ha sido más importante que la equidad y la igualdad (...) hoy escandalosamente hay en nuestro país muchos que trabajan y, sin embargo, son pobres", añadieron los religiosos.

La Iglesia Católica además calificó como falaz que una eventual modificación del sistema tributario retrase el crecimiento, pues sostiene el texto que ese andar "más lento" puede ser más seguro.

"Movidos por motivos aparentemente razonables, propios de un desarrollo económico acelerado, se postergan medidas que retardan hasta lo inaceptable una mejor distribución y una mayor integración social. Esto se da, por ejemplo, en la dificultad de revisar el sistema impositivo. El argumento de que un cambio retrasaría el crecimiento puede ser falaz, porque un paso más lento puede conseguir que nuestro andar sea más seguro y sustentable para llegar a la meta de ser un país genuinamente desarrollado y en paz", expresa el escrito.

Además, la Carta Pastoral indica que el ámbito de lo público ha quedado subyugado a lo privado, lo que junto con la falta de adecuados controles, ha servido para que se generen grandes abusos.

"En todas las esferas de la vida se ha privilegiado excesivamente lo privado por sobre lo público. Quienes están más desfavorecidos en el mercado quedan desamparados y padecen esta ausencia del ente que debe velar por el bien común. La carencia de adecuados controles en un mundo competitivo se ha prestado a fuertes abusos".

"Las movilizaciones sociales justas en sus demandas pueden poner en peligro la gobernabilidad si no existen adecuados canales de expresión, participación y pronta solución. En este contexto social, el "lucro" desregulado, que adquiere connotaciones de usura, aparece como la raíz misma de la iniquidad, de la voracidad, del abuso, de la corrupción y en cierto modo del desgobierno", agrega el texto.

Perdón y falta de credibilidad

En la carta, con la cual la iglesia "busca contribuir, desde una mirada cristiana, al caminar de nuestro país en la hora actual", también se reconoce la pérdida de credibilidad de la institución, y también se pide perdón por los errores cometidos.

"Por nuestras faltas, la iglesia ha perdido credibilidad. No sin razón algunos han dejado de creernos. Nuestras propias debilidades y faltas, nuestro retraso en proponer necesarias correcciones, han generado desconcierto. Nos preocupa también que muchos perciban nuestro mensaje actual como una moral de prohibiciones usada en otros tiempos, y que no nos vean proponiéndoles un ideal por el cual valga la pena jugarse la vida", añade.

"Por eso tenemos que aprender a pedir perdón y a perdonar. Siguiendo el ejemplo del Papa Benedicto XVI hemos pedido perdón a quienes hemos ofendido y reiteramos con la más profunda verdad esa petición", señala el Episcopado.

Además, la institución religiosa se abrió a revisar no solo los "comportamientos personales sino también las estructuras de nuestra  Iglesia", como "el modo de ejercer nuestro sacerdocio, las formas de participación, el lugar otorgado a los laicos y en especial a la mujer".