Jack Straw: Pinochet nos engañó y escapó del juicio que se merecía
En un libro de memorias, el ex ministro británico revela episodios desconocidos de la detención del dictador en Londres.
Margaret Thatcher escribió dos veces a Tony Blair para pedir su liberación, y éste sugirió en medio de la crisis "decirle adiós al general".
El ex ministro del Interior británico Jack Straw reveló en un libro de memorias lanzado ayer jueves en Reino Unido -"Last Man Standing: Memoirs of a Political Survivor"- una serie de detalles de la "trastienda" que tuvo la detención del ex dictador y entonces senador vitalicio Augusto Pinochet Ugarte en Londres durante el mes de octubre de 1998.
El político laborista dedica un capítulo entero del libro a este episodio y al pedido de extradición, que duró 16 meses. Éste se titula "Un dictador llama" y profundiza en las distintas "presiones" que vivió en la época y en sus reflexiones actuales sobre el proceso.
Straw recuerda que se enteró durante un viaje a Marsella, a través de una información breve en el diario The Guardian, que el general Pinochet estaba en Londres y que el juez español Baltasar Garzón había pedido que Scotland Yard que lo localizara y no le permitiera abandonar el país. Entonces, "en alguna parte de mi cerebro sonó una alarma", señala el político, según reproduce este viernes el diario La Tercera.
"Todo era verdad. La Cancillería (Foreign Office) había sido informada hacía al menos 24 horas de que había una gran posibilidad de una petición de extradición, y España había consultado a los funcionarios del Ministerio del Interior (Home Office) sobre la posible reacción de Reino Unido al respecto, pero a nadie se le había ocurrido avisarme", explica. Cuando Straw arribó a Londres, un día después de leer la noticia en el periódico, Pinochet ya había sido detenido.
Epoca de presiones
El ex ministro afirma en el libro que en medio de este proceso enfrentó diversas presiones desde el Gobierno de Tony Blair y del Parlamento para que cancelara la petición de extradición, debido a que "las relaciones con Chile eran buenas y se trataba de un hombre frágil, de 83 años".
También indica que la ex premier Margaret Thatcher escribió dos veces a Blair para pedir la liberación de Pinochet. "En ese entonces, Tony (Blair) estaba nervioso por todo el asunto. De vez en cuando, después de alguna reunión de gabinete, me llamaba a su oficina y me sugería que era hora de 'decirle adiós' al general, y luego trataba de conversar sobre el tema".
"Para su frustración, tenía que decirle que sentía no poder discutir el asunto con él. Si cualquiera de mis decisiones eran cuestionadas en la corte y me hubiesen pedido testificar, habría tenido que decir lo que él me había dicho", señala.
Straw dice haberse informado profundamente de los antecedentes del dictador y haber sido partidario de su extradición. Consideraba que "no tenía sentido que Reino Unido liderara la campaña para una Corte Penal Internacional y suscribiera a convenciones que hacen de la tortura y crímenes similares sujetos de jurisdicción internacional, a menos que estuviéramos preparados para actuar cuando enfrentáramos acusaciones concretas en contra de un individuo. Ahora, si teníamos el coraje de llevar adelante esta convicción, era algo que tenía que decidir yo", indicó.
Sospechas
El ex ministro cuenta que el 14 de octubre de 1999 el Gobierno de Chile, a través de su embajada, emitió una petición formal, acompañada por informes médicos, que decían que Pinochet no estaba apto para enfrentar un juicio.
"Esto me llevó a sospechar que algunos miembros del gobierno británico podrían haber estado ofreciendo 'ayuda' a la embajada sobre cómo llevar mejor el caso". Así, se decidió que un panel de médicos británicos examinara al ex general: "El panel fue cuidadoso y todos llegaron a la conclusión de que Pinochet no estaba apto para enfrentar un juicio", consigna.
Durante los siguientes cuatro meses y medio, el político revisó los reportes médicos y el 2 de marzo concluyó que tenía que desestimar la petición de extradición.
Un engaño
Los párrafos más llamativos del capítulo son los que comentan el retorno de Pinochet a Chile, el 3 de marzo de 2000, cuando, en medio de la sorpresa de todos, en la losa del aeropuerto de Pudahuel, el ex dictador se levantó de su silla de ruedas y caminó saludando.
"Es cierto, los reportes médicos no tenían nada que ver con su movilidad física, pero el mensaje era claro: engañó al sistema británico y escapó del juicio que merecía tener", considera Straw.
"Realmente lamento no haber sido capaz de entregar a Pinochet al juez Garzón. Cuando terminaron sus 16 meses de encarcelación en Londres, mi conocimiento sobre sus reportes eran enciclopédicos. Era horroroso. Pinochet era uno de los peores dictadores de la posguerra y es muy frustrante que no fui capaz de llevarlo al banquillo", reflexiona el ex ministro.
El caso, de todas maneras, dejó un "legado", considera: "Había establecido los principios de que aquellos que cometieron abusos a los derechos humanos en un país no pueden asumir que estarán seguros en otros".
Jack Straw señala además en su libro haberse interesado en Chile "desde que pasé dos meses de 1966 en el país. Recuerdo en 1973 cómo los aviones bombardeaban la oficina central (La Moneda) de Salvador Allende, su suicidio y el golpe de Estado que llevó al poder al general Pinochet por 17 años".
"Las historias de tortura y 'desaparecidos' de cientos de sus adversarios habían sido bien documentadas, por lo que era imposible que ellos las hubiesen inventado", resume.