Los misterios detrás de la exhumación de Pablo Neruda
BBC Mundo analizó el caso a un día que se conociera la fecha de exhumación.
A casi 40 años de su muerto, el cuerpo será analizado por peritos internacionales.
La exhumación se realizará el próximo 8 de abril.
"Hay cementerios solos, tumbas llenas de huesos sin sonido", escribía el poeta y premio Nobel chileno Pablo Neruda.
No es su caso.
Su tumba tiene vista al mar y frente a ella desfilan cada año las miles de personas que visitan su casa más querida, en Isla Negra –en la costa central chilena-, donde descansan sus restos junto a los de su última mujer, Matilde Urrutia.
La versión oficial sobre su muerte, aquella que nadie cuestionó por casi 40 años y figura hasta en las biografías literarias más respetadas, decía que el poeta murió de cáncer de próstata el 23 de septiembre de 1973, 12 días después del golpe de Estado que lideró Augusto Pinochet.
Sin embargo, el surgimiento de un testigo clave de los últimos días de Neruda podría hacer reescribir los libros de historia: su chofer y hombre de confianza asegura que el poeta fue envenenado con una inyección en la clínica donde estaba internado.
La versión de Manuel Araya fue presentada en una querella por homicidio y asociación ilícita por el Partido Comunista chileno, en el cual Neruda militaba y por el cual fue senador y embajador. Y el juez a cargo de la investigación, Mario Carroza, la determinó plausible.
Según le contó el magistrado a BBC Mundo, lo primero era probar la viabilidad del testimonio de Araya. Lo segundo, verificar que después de tanto tiempo era posible obtener algún tipo de información de la exhumación. Ambos puntos resultaron positivos.
La tranquilidad costera de los restos del autor de "Canto General" será interrumpida el próximo 8 de abril, el día elegido para su exhumarlo. A cargo de ella estará un grupo multidisciplinario e internacional, que incluye unos 15 profesionales, entre médicos legistas, toxicólogos, arqueólogos, fotógrafos forenses y antropólogos.
Entre la enfermedad y el exilio
La razón oficial para el traslado de Neruda desde Isla Negra a la Clínica Santa María en Santiago el 19 de septiembre era su delicado estado de salud.
Pero según Araya y algunos de los más cercanos al poeta, en realidad existía un plan para sacarlo lo antes posible hacia México, potencial blanco de la represión del gobierno de facto por su liderazgo político y cultural.
En su testimonio, el exchofer asegura que el embajador mexicano en Santiago, Gonzalo Martínez, se había conseguido una habitación en la Clínica Santa María donde el poeta podía esperar seguro hasta que llegara el avión que lo llevaría a tierra azteca.
Sin embargo, nunca llegaría a abordarlo.
El 23 de septiembre de 1973 el premio Nobel de literatura moría de "caquexia cancerosa", como resultado de un cáncer de próstata, según consta en su certificado de defunción.
Sin embargo, una desnutrición severa –básicamente, lo que es la caquexia- producto del cáncer en un hombre que pesaba alrededor de 100 kilos es algo algo que le pareció dudoso a su círculo cercano.
¿Inyección letal?
El sábado 22 de septiembre, Martínez visitó a Neruda y "conversó largamente con él los detalles del vuelo. Hablaron acerca de su visa ya lista y de cómo trasladar manuscritos de sus próximos libros y cuadros originales", se lee en la querella, basada en el testimonio de Araya.
El vuelo se realizaría dos días después por lo que el domingo Matilde Urrutia, mujer de Neruda y el chofer viajaron a Isla Negra a buscar las últimas cosas antes de partir al exilio, según consta en la querella.
Pero hubo un cambio de planes. "Recibieron alrededor de las 4 de la tarde un llamado telefónico suyo (de Neruda) mediante el que les solicitó a ambos regresar de inmediato a Santiago señalándoles que estaba muy preocupado pues dijo que mientras dormitaba en su habitación de la clínica ingresaron personas que procedieron a inyectarle algo en su abdomen y que se sentía en mal estado", relata la querella.
Según el chofer de Neruda, al llegar de vuelta a la clínica encontraron al poeta con "la cara algo hinchada y afiebrado" y un médico de la clínica le pidió ir urgente a buscar un medicamento con el que no contaban en el lugar.
Aunque la solicitud le pareció extraña, Araya partió. Sin embargo, a medio camino su auto sería interceptado "por militares que le bajaron a golpes del mismo", dice la querella.
Fue detenido, baleado en una pierna y llevado al Estadio Nacional, uno de los principales centros de detención de esos días. Allí se enteró de la muerte de "Pablito", como llamaba a su jefe.
El día siguiente de la muerte de Neruda, "El Mercurio" -principal matutino chileno- hacía referencia a lo que en su minuto pareció un simple detalle, pero que hoy apoya la tesis del asesinato, según el abogado querellante Eduardo Contreras. En la nota que narra el deceso se lee: "A consecuencia de un shock sufrido luego de habérsele puesto una inyección de calmantes su gravedad se acentuó".
Autopsia con 40 años de retraso
Casi 40 años después, y tras la investigación de Carroza, el cuerpo del poeta será por primera vez periciado.
"En los casos vinculados a situaciones en que presuntamente podría haber un caso de violación a derechos humanos, trabajamos con casos extremamente complejos siempre", le explica a BBC Mundo el doctor Patricio Bustos, director del Servicio Médico Legal (SML) chileno, institución a cargo de la exhumación.
"En dictadura hubo acciones de encubrimiento a las víctimas, delitos, muchas situaciones muy lamentables en que no hay colaboración de los victimarios, donde estamos no sólo contra el tiempo (transcurrido) sino también contra todas las acciones de ocultamiento potenciales", asegura Bustos.
Según el experto, el expediente de Neruda es bastante peculiar respecto a otros de derechos humanos más frecuentes con que se topa la institución.
Los más comunes ligados con represión usualmente involucran reconocimiento de personas o estudios balísticos, sin embargo la exhumación y las posteriores investigaciones de las muestras de los restos de Neruda tendrán dos focos, ambos ligados con el área médica.
El primero busca verificar las patologías del poeta. Es decir, confirmar –o descartar- la presencia de cáncer. El segundo pesquisará posibles rastros toxicológicos.
Sin embargo, tanto el SML como el juez están bastante conscientes de que no hay ninguna seguridad de encontrar restos del potencial veneno tras cuatro décadas de la data de muerte y dos inhumaciones previas, para mover el cuerpo de sepultura.
"Lo que es seguro es que hay que hacer el esfuerzo por buscarlos", asegura Bustos.
"Lo que sí es posible probar es si muere de un cáncer, para poder dejar establecida la causa de muerte", explica el juez.
Más que avalar la premisa del asesinato a priori, lo que busca la acción es despejar, en la medida de lo posible, las dudas sobre la muerte del premio Nobel.
En la medida de lo posible no sólo por la dificultad de encontrar residuos después de cuatro décadas, sino también porque las dos personas que podrían corroborar la tesis de Araya –Matilde Urrutia y Laura Reyes, hermana del poeta quien también se encontraba en la clínica- ya fallecieron.
BBC Mundo intentó contactar a Manuel Araya, pero no logró comunicarse con él.
Además, según el juez Carroza, así como hay testigos que avalan la tesis de que el poeta, lejos de estar agonizando, estaba en buenas condiciones de salud -entre los que se cuenta Gonzalo Martínez-, hay otros testigos que aseguran lo contrario.
"Hay la muerte en los huesos, como un sonido puro, como un ladrido sin perro...", escribía el poeta. Y son hoy sus huesos los únicos capaces de contar la verdad sobre su muerte.