Escándalo de espionaje afecta la imagen de Obama
El mandatario "ha perdido toda credibilidad", editorializó el diario The New York Times.
Un 56 por ciento de los estadounidense considera "aceptable" el control sobre las llamadas telefónicas.
"No se puede tener un 100 por cien de seguridad, 100 por cien de privacidad y cero inconvenientes", ha justificado el gobernante.
La revelación del espionaje mantenido por el Gobierno del presidente de EE.UU., Barack Obama, es un nuevo capítulo en los escándalos sobre seguridad y privacidad que han asaltado a la Casa Blanca y que desvían la atención del público en un momento especialmente delicado para el mandatario.
La necesidad de un acuerdo presupuestario en el Congreso, la reforma migratoria y el control de las armas de fuego han pasado definitivamente a un segundo plano con la revelación por parte de un ex técnico de la CIA y trabajador externo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de la existencia de programas masivos de espionaje telefónico y en internet.
Las revelaciones de Edward Snowden, ex técnico de la CIA y de la NSA de 29 años, en las que sacó a la luz "el estado de vigilancia" en el que vive EE.UU., se suman a las críticas de la prensa estadounidense a Obama por haber espiado las comunicaciones de periodistas de Associated Press o Fox News que publicaron información secreta.
Obama ya no sale bien parado en las comparaciones de su Administración con la de su antecesor George W. Bush, quien fortaleció los programas de espionaje tanto interno como en el extranjero a raíz de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001.
Al respecto, el diario The New York Times publicó un durísimo editorial en el que aseguraba que la Administración de Obama "ha perdido toda credibilidad" en cuestiones de transparencia, una de las banderas con las que el demócrata llegó a la Presidencia en 2009.
El diario criticaba que los servicios de espionaje recopilen información de millones de personas sin tener en cuenta si forman parte de una investigación terrorista y aseguró que Obama ya ha sido sorprendido excediéndose en sus poderes.
El presidente no ha tratado de disculparse, sino que se justificó el pasado viernes asegurando que, debido a las amenazas terroristas, no se puede tener "un cien por cien de seguridad, cien por cien de privacidad y cero inconvenientes".
Pese a todo, un gran número de senadores y congresistas, tanto de la bancada demócrata como republicana, han apoyado los programas de ciberespionaje de la NSA que Obama ha consolidado, argumentando que son legales y supervisados por el Congreso y los jueces.
Para el presidente el mayor contratiempo de este escándalo es el efecto que tuvo en la cumbre del pasado fin de semana con su homólogo chino, Xi Jinping, en la que los asuntos de ciberseguridad fueron centrales.
La revelación de la extensa red de ciberespionaje estadounidense en internet restó peso a las acusaciones de Washington de que China está inmersa en una gran campaña para robar secretos estratégicos e industriales a EE.UU.
Por si fuera poco, Snowden reveló su identidad y su papel en las filtraciones, que comenzaron a aparecer en la prensa la semana pasada, desde Hong Kong, donde existe el temor de que el analista pueda acudir a la inteligencia china con valiosa información.
Opinión pública dividida
Otro de los aspectos inquietantes de este nuevo escándalo es la manera en que operan las agencias gubernamentales, con gran número de contratistas externos, que visto el ejemplo de Snowden (trabajador de la empresa Booz Allen Hamilton), ponen en peligro secretos estratégicos de EE.UU.
Cientos de miles de personas vinculadas al sector privado trabajan con agencias de inteligencia como la NSA y a Obama le podrían caer críticas por el hecho de que un joven de relativamente baja formación tuviera un acceso tan amplio a programas muy sensibles.
Mientras tanto, la opinión pública en Estados Unidos no parece sorprendida por las revelaciones sobre ciberespionaje, algo que a grandes rasgos se da por hecho desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la famosa Patriot Act de Bush.
Una encuesta del Centro Pew publicada hoy y realizada entre el 6 y 9 de junio revela que un 56 por ciento de los estadounidense considera que el control de datos sobre llamadas telefónicas (no el contenido de las mismas) es aceptable, mientras que el 41 por ciento no lo cree inaceptable.
Pese a todo, a Obama le va a resultar complicado desviar la atención mediática de los problemas de revelación de secretos en un mes que será crucial para el futuro de la reforma migratoria y otras prioridades de su agenda política para su segundo mandato.