Los problemas íntimos que tienen en crisis al Ejército de EE.UU.
Casos de abusos sexuales, suicidios entre reclutas y obesidad complican a la milicia.
Analistas apuntan a la alta actividad bélica como causante de estas situaciones.
Oficiales encargados de combatir los abusos sexuales fueron acusados por esos delitos.
Los recientes casos de ataques y abuso sexual -inclusive por parte de aquellos oficiales designados para controlar y prevenir dicha conducta- han sacudido al estamento militar y a la sociedad civil en Estados Unidos hasta el punto de que legisladores están poniendo presión sobre sus más altos comandantes para que aborden de manera efectiva el problema.
La imagen de quienes sirven en las fuerzas armadas -generalmente admirada por el pueblo en la última década tras los ataques de 11-S y las intervenciones en Irak y Afganistán- se ha visto golpeada también por el alto índice de suicidios entre los reclutas y la obesidad que afecta a la tropa.
Toda esta crisis revela una estructura muy propia de las fuerzas armadas para lidiar con sus asuntos más íntimos mientras enfrentan la posibilidad de medidas y legislación que pueda transformar dramáticamente a la institución.
Algunos analistas señalan que la intensa actividad bélica de la última década contribuyó no solo a la racha de asaltos sexuales, la tasa de suicidios, pero también otros asuntos como la violencia intrafamiliar.
Institución hermética
El tema de abuso sexual en el Ejército se está volviendo más grave cada año, según un estudio del Departamento de Defensa presentado en mayo sobre contacto sexual indeseado. En éste se estima que los incidentes -desde el toque indebido hasta la violación- subieron 37 por ciento en 2012.
Además de varios casos que fueron revelados, para colmo de la crisis, un oficial y un sargento específicamente designados para la prevención de abusos sexuales fueron acusados de asalto violento sexual de una civil y de contacto sexual indebido, respectivamente.
"En 2004, el entonces secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, abordó el tema y, nueve años después, nada a cambiado mucho", dijo a BBC Mundo Lawrence Korb, analista del Centre for American Progress (CAP) y exsecretario asistente de Defensa. "Es algo que tiene que ser manejado con mayor decisión y rapidez de lo que ha estado sucediendo".
Korb explica que el problema ha ido en aumento por una combinación de situaciones. Primero, las guerras en Irak y Afganistán concentraron mucha de la atención del comando militar en asuntos para los que no estaban preparados; los expuso a la reconstrucción de naciones, la insurgencia, las diferentes tácticas que el enemigo usaba.
En segundo lugar, para poder mantener el desplazamiento de tropas a Irak y Afganistán tuvieron que enviar individuos a las zonas de combate sin darles el tiempo suficiente de licencia en casa, enviándolos sin el entrenamiento adecuado. También tenían problema llenando las filas durante un período intenso de las guerras.
"Entre 2003 y 2007, el ejército y la marina tuvieron que otorgar 100.000 dispensas morales para nuevos reclutas. O sea, estaban reclutando gente que normalmente no dejarían entrar a las fuerzas armadas".
El estamento militar es una sociedad muy cerrada, señaló el analista. Como representa una porción tan pequeña de toda la sociedad en general, de muchas maneras no refleja todos los valores de la sociedad en general y tampoco aborda todos los problemas de la misma forma.
Tiene su propio mecanismo interno que es difícil de entender para los civiles. Es un sistema de jerarquía en el que todos tienen que abordar y resolver los problemas de sus subordinados, desde el general hasta el sargento.
El poder del comandante
Igualmente tienen su propia manera de investigar y juzgar asuntos de tipo legal, como los asaltos sexuales. De una división llamada JAG Corps salen los propios abogados que cumplen muchas funciones jurídicas pero no son especialistas fiscales.
"Un día son abogados defensores, otro son fiscales y otro son asesores operacionales de algún comandante pero no tienen la oportunidad de desarrollar la experiencia necesaria para manejar crímenes difíciles y los casos sexuales caen dentro de ese ámbito", expresó el exsubsecretario asistente de Defensa, Steven Bucci, y director del Centro de Estudios de Política Exterior de la Fundación Heritage.
El doctor Bucci considera que la situación se podría mejorar si el ejército se enfoca en buscar fiscales profesionales, que hayan recibido el entrenamiento especializado y hayan comprobado su destreza litigando otros crímenes.
Aún así el proceso sigue dominado por la comandancia y sucede que un abogado que esté litigando un proceso de abuso sexual le puede estar prestando más atención a los intereses de un comandante que al individuo que hizo la denuncia. Como están las cosas, son los comandantes los que pueden tener la última palabra.
"Hemos visto casos en los que personas han sido juzgadas y sentenciadas por asalto sexual y los comandantes han derogado la condena", aseguró Lawrence Korb de CAP. "Lo que ha pasado es que el liderazgo piensa que ellos lo pueden manejar todo cuando no es algo para lo que están capacitados y resolver con efectividad".
Senadores en Estados Unidos, durante sus audiencias con los altos mandos, están proponiendo introducir propuestas de ley que limiten ese control central a los comandantes. Lawrence Korb sugiere además que se debería permitir la introducción de tribunales civiles en el ejército como lo hacen en otros países.
"Tienen que reconocer que hay cosas que pueden aprender del resto de la sociedad. Muchos de los problemas que las fuerzas armadas enfrentan ahora, la sociedad civil ya ha tenido que enfrentarlas y tienen cómo manejarlas", declaró.
Pero Steven Bucci advirtió que la búsqueda de una solución efectiva no puede ser el resultado de un reflejo exabrupto. "Hay mucho de la cultura del ejército que los civiles nunca podrían entender", expresó. "No debe haber tanto hermetismo que permita a los criminales esconderse detrás de éste, pero no se puede dejar entrar a un civil que no tiene idea de cómo funcionan las reglas militares ni cuál es su significado".
La imagen y el estigma
Sin embargo, esa cultura hermética, esa disciplina especial de las fuerzas armadas podría ser la raíz de otro de los problemas internos que enfrentan: la alta tasa de suicidios.
Según las cifras confirmadas, más solados estadounidenses murieron por su propia mano que luchando en la guerra en Afganistán, en 2012. Los 349 suicidios fueron un nuevo récord y, en lo que va de 2013, esa cifra apenas si es menor en 2013, con un suicidio sucediendo cada 18 horas.
Los analistas entrevistados por BBC Mundo coinciden en que la intensidad y duración de los conflictos en Irak y Afganistán son los principales factores en el deterioro emocional y mental de los soldados.
Las características de esos conflictos que enfrentan a los jóvenes reclutas a situaciones ambiguas y moralmente complejas también añaden al problema. Eso sin mencionar que muchos reclutas fueron desplegados hasta ocho veces con poco tiempo de licencia.
El ejército ha instituido varias prácticas para evaluar el equilibrio mental de los soldados tanto antes de ser desplegados, como cuando regresan del combate. "En cada región tienen que someterse a una serie de entrevistas. Antes de tomar su licencia, antes de ir a besar a sus familias, tienen que pasar por otras evaluaciones psicológicas y, luego, continúan las observaciones por seis meses para ver si hay problemas", explicó Steven Bucci, cuyo propio hijo es capitán del ejército.
Pero, igualmente, eso todo está sujeto a la cadena de comando. Es el superior el que debe detectar cambios en sus subalternos, abordarlos y luego referirlos a los profesionales de la salud. La dificultad sigue siendo poder identificar los problemas emocionales cuando puede todavía son considerados como un estigma en una institución que se jacta de la fortaleza de sus reclutas.
"Aunque el ejército ha tratado de comunicar que no se verán perjudicados si piden ayuda, este sigue siendo un mundo de individuos que tienen que portar el uniforme con fortaleza y eso afecta tanto a hombres como mujeres", indicó Bucci.
Pasados de kilos
Esa imagen del militar estoico, impávido y físicamente imponente también se está viendo cuestionada con el número de reclutas que ingresan a pesar del sobrepeso.
La obesidad es una de las principales causas de inelegibilidad para las personas que quieren formar parte del ejército. El número de miembros activos que han sido diagnosticados con sobrepeso u obesidad se triplicó entre 1998 y 2010, según el Centro de Vigilancia de Salud en las Fuerzas Armadas.
"El problema que tenemos es de los reclutas, que muchos de los que quieren entrar son ya obesos", expresó Steven Bucci.
Normalmente no se hubiera permitido la entrada de estos hombres y mujeres al ejército, pero la necesidad de llenar las filas durante los años más intensos de las guerras redujo las exigencias.
"Las fuerzas armadas reconocieron haber otorgado lo que llamaron 100.000 dispensas morales a nuevos reclutas y entraron todo tipo de personas", afirmó Lawrence Korb del Centre for American Progress. "Lo que pasó es que bajaron los estándares con respecto a la gente que reclutan. Estaban interesados en los números y no en los problemas que traían".
Pero, después del fin de la guerra en Irak y a medida que concluye el conflicto en Afganistán, la necesidad de tropas se ha reducido y los requisitos se han vuelto más estrictos.
"Los que están en servicio activo están bajo control. Si no pasan las pruebas de peso versus estatura, el comandante los puede obligar a ponerse a dieta o forzarlos a hacer un programa de ejercicios", dijo Steven Bucci. "No toman más reclutas con sobrepeso. Si están físicamente mal, ese es un problema de la sociedad no del ejército".
Durante la primera década del Siglo XXI, por las dos guerras en las que participó Estados Unidos y por el sacrificio de los soldados, la estima de quien portaba el uniforme era muy alta y merecedora de los elogios del resto de la sociedad.
Lawrence Korb consideró que, a medida que concluyen las guerras y se hace más público lo que ha estado pasando dentro de la institución, esa apreciación no será la misma.
"Los líderes políticos y la sociedad en general estarán más dispuestos a cuestionar y desafiarlos en muchas de estas áreas. Antes, lo que dijeran era lo que tenía que aceptarse, pero hay que reconocer que es una institución que no ha estado reflejando los valores a los que se supone se debe adherir", concluyó.