¿Estás feliz con tu trabajo?
Un 70 por ciento de los empleados de Estados Unidos no lo están.
Para Dave Coplin la tecnología es uno de los factores influyentes.
La mayoría de la gente no disfruta del trabajo ni la oficina.
¿Estás feliz en tu trabajo? Si eso te parece una pregunta capciosa, ¿podrías al menos decir si estás interesado en lo que haces y si te sientes motivado?
Si la respuesta es no, no te preocupes. No estás solo. De hecho, un notable 70 por ciento de los trabajadores de Estados Unidos se sienten "poco comprometidos" o están "activamente desvinculados" del trabajo, según un reciente estudio realizado por la empresa Gallup.
Y como los empleados del resto del mundo parecen seguir esa tendencia, surge la pregunta: ¿qué podemos hacer al respecto?
Dave Coplin tiene algunas ideas. Él es el jefe de visualización de Microsoft en Reino Unido, pero también es un experto influyente cuando se trata de entender la manera cómo trabajamos.
Es algo que lo apasiona, como se nota en su nuevo libro: "Reimaginando los negocios: por qué el trabajo no está funcionando y qué puede hacer usted al respecto" (Business Reimagined: Why work isn't working and what you can do about it).
"Fundamentalmente, el trabajo no funciona. Seguimos pensando en el trabajo como en un lugar de destino, cuando deberíamos pensarlo como una actividad. Es algo que hacemos, no un lugar al que vamos. Yo puedo trabajar desde cualquier lado", le explica Coplin a la BBC.
La tecnología como culpable
Coplin ve en la tecnología parte del problema. En vez de crear un mundo en el que la posibilidad de trabajar desde cualquier sitio nos libera para disfrutar la vida un poco más, justo lo opuesto está sucediendo.
"Yo crecí con 'Viaje a las Estrellas' y las tiras cómicas y estaba convencido de que la tecnología era una fuerza para impulsar cosas positivas en la sociedad. Luego miré a mi alrededor, a lo que estamos haciendo, y observé que la tecnología se ha vuelto una carga para mucha gente".
Para Coplin el correo electrónico es un ejemplo de uso anticuado de tecnología. Cuestiona que empleemos el correo electrónico para todo en vez de levantar el teléfono, por ejemplo, o usar otras herramientas de colaboración. Y eso, considera, ahoga tanto la productividad como la creatividad.
Encima, no sólo pasamos horas en la oficina lidiando con los correos, sino que nos atrapó la necesidad de revisarlos en las noches, los fines de semana, en el colegio, el supermercado... en donde quiera que estemos.
En parte se trata de un comportamiento autoinculcado y en parte de algo impulsado por la cultura corporativa, así como un malentendido sobre cómo deben usarse esas herramientas.
"Permitimos que la tecnología nos domine y nos convertimos en sus esclavos. Todas esas cosas conspiran", afirma Coplin.
"Sé que la tecnología da para más, sé lo que puede hacer. Veo estas cosas que hacemos, las que hacen nuestros competidores, el potencial que ofrece la tecnología a una sociedad moderna sea para trabajar o para jugar".
Sitio de trabajo o cárcel
Parte del cambio que propone Coplin involucra los espacios físicos en los que desarrollamos nuestros trabajos.
En algún momento, la oficina era el único lugar donde teníamos la tecnología necesaria para desarrollar nuestras labores. Pero ahora muchos tenemos mejores equipos en casa.
"Una de las premisas básicas de nuestra teoría es que el futuro le pertenece a la creatividad", y agrega que "si militas en esa teoría, las oficinas de plan abierto -sin paredes o tabiques- son terribles".
El argumento es que los inmensos espacios integrados, tan del gusto de arquitectos y departamentos de recursos humanos, terminan destruyendo los que buscan nutrir y alentar.
El tecnólogo y escritor Ben Hammersley, quien escribió la presentación del libro de Coplin, compara esos espacios con la sabana africana.
Rebaños de antílopes, o trabajadores, mientras a los bordes se sientan los cazadores, los gerentes, tras sus pantallas protectoras, listos para abalanzarse sobre los débiles o visiblemente improductivos.
Los estudios recientes dicen que esas oficinas nos enferman, nos hacen menos productivos y menos felices.
Para desarrollar nuestro mejor trabajo necesitamos meternos en algo que llaman "estado fluido", que toma al humano promedio unos 15 minutos en alcanzar.
"¿Cuándo fue la última vez que tuvo 15 minutos en los cuales no fue distraído por una llamada telefónica, un correo electrónico o alguien hablándole sobre el capítulo de la novela de la noche anterior?", se pregunta Coplin.
Jerarquías planas
Para Coplin, la solución es adoptar una jerarquía más plana y concederle al equipo la libertad para trabajar flexiblemente, aunque eso no signifique necesariamente trabajar desde casa, que suele ser la idea generalizada.
"Lo que realmente quiero decir es trabajar desde donde lo puedas hacer mejor durante el día, pero hay que evaluar eso con cuidado", dice Coplin.
Coplin considera que todo integrante de la fuerza de trabajo de una organización debería tener la capacidad de trabajar flexiblemente, aunque reconoce que ciertos trabajos obviamente requieren que las personas estén en sitios específicos.
El otro problema es que el trabajo flexible es frecuentemente considerado como un beneficio para individuos que tienen hijos y causa problemas de confianza.
Sus estudios mostraron algo interesante respecto a esto. "El tema de la confianza no es entre empleado y empleador, como podríamos creer, en realidad es entre empleados", dice Coplin.
Y esa posibilidad de granjearse el desdén de los colegas conduce a veces a comportamientos paranoicos.
"Empiezan a hacer cosas estúpidas, como enviar más correos electrónicos muy temprano en la mañana, porque están preocupados por lo que podrían estar diciendo (los colegas en la oficina)", explica.
Empresas sociales
Todo eso depende de la tecnología adecuada. Usar las herramientas indicadas de la manera correcta, según dice Coplin expandiendo su definición de empresa social. Simplemente tener una cuenta en una red social no cuenta, aclara.
"Estamos metidos en una extraña realidad en la que tenemos experiencias tecnológicamente más ricas en casa de la que muchos tienen en el trabajo. Nos comunicamos muy diferente en casa y en nuestras vidas personales que como lo hacemos en el trabajo".
"Vemos el poder de lo que puedes hacer socialmente, pero también ves las limitaciones en cómo compartes y colaboramos en el trabajo. Esto va a empezar a integrarse porque creo que la gente tiene grandes expectativas sobre cómo colaborar".
Se trata de una democratización del conocimiento y la participación que Coplin considera que podría ayudar a los empleados a sentirse más involucrados con sus empleadores.
Pone el ejemplo del programa "Ask Me" (Pregúntame) usado por la empresa tecnológica Merlin, en el que el personal plantea preguntas y obtiene respuestas de gente de toda la compañía en cualquier parte del mundo acortando la ruta hacia la persona adecuada con el conocimiento necesario.
Pese a eso, la mayoría de las organizaciones que han tratado de implementar esta colaboración social han fallado. ¿Cómo es posible, si esto es tan beneficioso para los negocios?
Según Coplin las compañías no pueden entusiasmarse a medias. Estas políticas y tecnologías deben integrarse en el tejido de lo que hace la gente, en vez de ser usadas en burbujas con poco apoyo o aisladas donde languidecen y mueren. Al igual que con el trabajo flexible, debería ser para todos y no para unos pocos escogidos.
"Hablamos de trabajo flexible, colaboración social, gerencias de manera diferente. No es que uno implemente esto y como por arte de magia todo cambie, pero es el principio: lo importante es pensar de otra manera sobre el trabajo y la vida", dice con claro apasionamiento sobre el tema.