El día que quemaron a Rodrigo Rojas De Negri
El siquiatra José Bitrán recordó en Cooperativa su amistad con el joven fotógrafo asesinado por la dictadura.
"¿Qué somos nosotros, los seres humanos, si no somos memoria?", reflexionó.
Rojas era hijo de exiliados y al acercarse, en el ámbito universitario, a las protestas contra Pinochet, temía que lo creyeran un "soplón".
El médico siquiatra José Bitrán recordó este jueves en Cooperativa su amistad con el fotógrafo Rodrigo Rojas De Negri, quien murió el 6 de julio de 1986 tras ser quemado vivo junto a Carmen Gloria Quintana por una patrulla militar de la dictadura.
Bitrán dijo que le fue "muy consternante mirar anoche el rostro de Rodrigo Rojas De Negri" en el programa "Las Imágenes Prohibidas" de Chilevisión.
Recordó que "él había llegado a Chile en marzo de ese año, era un muchacho de 19 años bastante ingenuo, que lo único que quería era conocer de este Chile que no conoció, porque salió siendo un niño con su madre exiliada y no tenía conocidos acá. Estaba su tía y yo era un médico recién recibido que estaba en la Facultad de Medicina Norte (de la Universidad de Chile) dedicado a la investigación".
"Él se aferró mucho a mí y andábamos juntos para todas partes. Él quería ir a las reuniones que yo iba, era un tiempo de gran efervescencia política, todo el día había mítines, encuentros, salidas, la Universidad estaba permanentemente movilizada y Rodrigo no quería estar alejado de nada de eso", explicó Bitrán a Una Nueva Mañana.
Según el médico, "Rodrigo realmente desconocía muchísimo de lo que pasaba, cuáles eran las dinámicas políticas y temía ser visto como un 'sapo', porque él no era conocido en la Facultad de Medicina Norte y los que estábamos en las movilizaciones o éramos parte de la movilización o éramos soplones, y él tenía miedo de ser (considerado) sapo".
El ataque
Producto de este vínculo de amistad "recuerdo ese 1 y 2 de julio haberlo llevado al lugar donde lo quemaron".
"Él quería sacar fotos de las manifestaciones más importantes, quería sacar fotos de cuando la gente se atreviera a levantarse contra la represión y pidió que lo llevara a este lugar, donde iban a estar los muchachos de la Universidad Técnica, que eran un poco más audaces" en las protestas.
"Yo lo dejo esa noche, sigo a mi casa y en la mañana siguiente recuerdo que escucho por la radio que habían encontrado a estos dos muchachos, y ahí me llama un académico del Departamento de Biofísica de la Facultad de Medicina -que era la persona que conocía fundamentalmente bien a Rodrigo, porque era amigo de su madre, Verónica De Negri, a quien había conocido en Washington- y me dijo: '¿Sabes? Es Rodrigo el que quemaron y se lo están llevando a la Posta Central. Juntémonos allá", recordó Bitrán.
"Parto en la mañana del día 2 a la Posta Central. Yo era el único médico que llegó en ese momento, así que entré a la Posta usando mi credencial para poder conocer la información de si efectivamente era él y cuál era el estado de salud de él y Carmen Gloria. Recuerdo haberme entrevistado, en una escena que fue muy escalofriante, con el director médico, que me dio una información muy fría; me recibió de pie y me dijo: 'Sí, tiene el 80 por ciento del cuerpo quemado'", aunque "primero no quería darme la información".
Orden de no informar
"Yo salí de la Posta temblando -tenía 24 años- y había un periodista de Radio Cooperativa con una grabadora en la mano. Me dijo: 'Usted, doctor, ¿se atrevería?'; porque había que atreverse a dar una entrevista... Yo dije 'ok', di la información que yo recibí y él (el periodista) partió corriendo a un teléfono público y dio la información. Desde el teléfono público nos miró y nos hizo un gesto negativo con la mano, diciéndonos inmediatamente que el gobierno había dado la orden de no informar sobre el caso", señaló el profesional.
Debido a ello "esa información no pudo salir: la información salió primero en el mundo entero antes de que se supiera en Chile qué había pasado, cómo los habían quemado", destacó Bitrán.
"Después vino lo que todos conocemos: el intento de enterrarlo, cómo se llevaban el féretro, la llegada de Verónica; todas esas imágenes uno las tiene grabadas en la retina y cuando ve el programa de ayer van a apareciendo esos pedacitos que uno tiene guardados como mecanismo de sobrevivencia. Todos intentamos suavizar, ocultar, guardar en los baúles, y cuando salen estos programas se rearma la memoria", dijo.
"¿Qué somos nosotros, los seres humanos, en cuanto a identidad, si no somos memoria? Nuestra memoria determina nuestra historia, por lo tanto es fundamental, es aquello que define quienes somos", reflexionó el siquiatra en el contexto de la conmemoración de los 40 años del golpe militar e inicio de la dictadura de Pinochet.