Travis y Lana del Rey: Fiebre indie en Santiago
Ambos nombres fueron protagonistas de la jornada del martes en el Movistar Arena.
La norteamericana generó la devoción de un público mayoritariamente femenino.
Lana del Rey desató la euforia casi adolescente en miles de fanáticas de sus dramáticas canciones.
Se proyectaba como una jornada diversa y eso fue precisamente lo que entregó el Indie Fun Fest en su primera edición realizada en la noche del martes en el Movistar Arena.
Unas ocho mil personas llegaron al recinto santiaguino para disfrutar de las presentaciones de Palma Violets, Mala Rodríguez, Travis y Lana del Rey, aunque fueron estos últimos dos nombres los protagonistas claros de la jornada.
Todo comenzó temprano, cerca de las 17.30 horas, con la presentación de la banda inglesa de garage psicodélico que, aunque frente a un público todavía escaso y que no iba a verlos a ellos, logró entregar una buena dosis de energía a la apertura con un repertorio corto pero efectivo de canciones contenidas en su único disco editado hasta ahora, "180" (2013).
A eso de las 18.45 horas fue el turno de Rodríguez, quien en poco menos de una hora de show se esforzó por encender a una audiencia todavía mayoritariamente indiferente. Canciones de sus cinco discos de estudio conformaron el repertorio de una propuesta fuerte y confrontacional, con un estilo muy propio que mezcla el flamenco y el hip hop con letras feministas y concientes, sin dejar de lado el intento sexy.
El retorno de la banda invisible
Pasadas las 8.00 de la noche fue el turno de Travis, la agrupación escocesa que regresaba al país a cinco años de su última visita (cuando actuaron en el mismo escenario junto a The Killers).
Para ese entonces el Movistar Arena ya había recibido a varios otros miles de asistentes que celebraron el retorno coreando las canciones más conocidas del arsenal de 17 temas con que el grupo liderado por Fran Healy repasó sus 16 años de historia discográfica.
Hits como "Side", "Closer", "Sing" y "Flowers in the Window" se complementaron bien con las composiciones nuevas del disco "Where you stand" (2013), producción que justificó el retorno del grupo a Sudamérica.
Gran sencillez y cercanía con el público marcaron un show despojado de adornos y escenografías especiales y basado exclusivamente en el agrado notorio de los músicos por seguir en escena, pese a los cambios en una carrera que no ha estado exenta de alibajos, tras haber sido considerados a principios del siglo una de las bandas indie más relevantes y favoritas de la crítica.
Provocación y dulzura
Pero sin duda la más esperada de la noche era la neoyokina Lana del Rey, que debutó en Chile comprobando la devoción y fiebre que genera en un público nacional mayoritariamente femenino, lo que no deja de sorprender considerando el escaso tiempo de exposición mundial que su carrera suma hasta hoy (no más de tres años).
La misma cantante se declaró sorprendida con la euforia que le dedicaron miles de adolescentes y jóvenes desde su primer minuto en escena, acompañando cada uno de sus movimientos con gritos destemplados y demostrando conocer cada letra de las 14 canciones que interpretó.
"Hay tanta gente aquí esta noche", dijo una asombrada Lana que, ataviada con una cortístima falda blanca y una blusa del mismo color semi transapartente, desplegó en escena toda su languidez y estilo provocativo, la impronta femme fatale heredada de las grandes divas de los años 50 que ella explota sin miedo a modernizarla con letras que hablan de amor, sexo, libertad y redención.
Baladas dramáticas carentes de excesivo histrionismo o movilidad en escena por parte de la artista concitaron el fervor del público, que celebró particularmente los singles y momentos más destacados de sus producciones discográficas "Born to Die" (2012) y "Paradise" (2012): "Summertime Sadness", "Ride", "Videogames", "Blue Jeans", "Cola", "Carmen", "Blue Velvet" y la homónima "Born to Die".
Aunque sin ser impresionante, su entrega vocal cumplió con los requerimientos básicos del show, echando por tierra los temores previos motivados por fallidas presentaciones de la artista en la TV norteamericana, las que en el último año generaron críticas y comentarios sobre la supuesta falta de potencia y calidad de sus cuerdas en actuaciones en vivo.
"National Anthem" cerró una presentación corta pero cálida en su estilo, con una Lana que, pese a su apuesta de diva retro, pareció disfrutar genuinamente el contacto con el público que ella misma propició bajando en repetidas ocasiones del escenario para incluso firmar autógrafos y tomarse fotografías con los asistentes más aventajados.
Un debut efectivo en el país que sin duda tendrá continuidad con nuevas fechas para esta artista de planificada y ascendente carrera en la escena internacional.