Groenlandia: un país que camina sobre miles de millones de dólares
El Gobierno está decidido a impulsar la minería y la población se mantiene dividida.
Mientras unos celebran la llegada de nuevas oportunidades, otros temen por la contaminación y la pérdida de la cultura tradicional.
Compatibilizar el desarrollo con el cuidado del medioambiente: el dilema de Groenlandia.
La economía de Groenlandia depende de la pesca y la caza, pero el gobierno tiene planes ambiciosos para desarrollar las industrias de extracción de recursos del país. En lugares como Narsaq, temen que la minería destruya el medio ambiente y las formas de vida tradicionales.
Jens Erik Kirkegaard observa a través del agua oscura del fiordo de Kangerluarsuk hacia la montaña nevada de la costa distante. Es un día claro, frío, al inicio del invierno y el ministro de Minas groenlandés se protege las manos con un par de guantes de piel de foca.
"Cuando creces en Groenlandia, realmente no piensas que las montañas diferentes tienen minerales diferentes", reflexiona.
A su lado hay un hombre de barba blanca, con un gastado sombrero rojo. Greg Barnes, geólogo en jefe de la compañía minera australiana Tanbreez Minerals, ha traído aquí al ministro para exponer su plan de convertir la montaña en una mina.
No todo lo que brilla es oro
"Es el depósito más grande del mundo de tierras raras, probablemente contiene el 50 por ciento del total", sostiene. "Es una de las primeras 10 minas del mundo".
Las tierras raras se usan para todo, desde teléfonos celulares hasta turbinas eólicas. China domina el suministro mundial, pero si Greg Barnes tiene razón, Groenlandia tiene un enorme potencial.
Groenlandia tiene más que tierras raras: reservas de oro, mineral de hierro, rubíes y uranio, así como petróleo y gas. En este país de apenas 57.000 habitantes, con un producto interno bruto de US$2.400 millones, su desarrollo tendría un gran impacto económico y podría significar su total independencia de Dinamarca, que aún le entrega un sustancial subsidio anual.
"Te hace pensar en haber caminado sobre miles de millones de dólares toda tu vida sin saberlo", dice Kierkegaard: "Es un momento importante para Groenlandia".
En la ciudad de Narsaq, ese dinero haría una inmensa diferencia.
Enclavado al pie de una montaña entre dos fiordos, es un lugar pintoresco con casas de colores brillantes que parecen ladrillos de Lego entre la nieve.
Como gran parte de Groenlandia, esta localidad ha dependido tradicionalmente de la pesca y la caza, y más recientemente de la cría de ovejas. Pero el carnicero local Henning Sonderup comenta que la tradición ya no alcanza para pagar las cuentas.
"Hay muchos desempleados", afirma. "Muchas familias de Narsaq se han mudado, así que debemos hacer algo".
Hace varios años, la planta de procesamiento de camarones cerró, terminando con unos 80 empleos. Se ha compensado en parte por una escuela de hostelería y la construcción de un nuevo matadero, pero la población de Narsaq cayó en un 10 por ciento los últimos cinco años.
Sonderup cree que el desempleo y la falta de oportunidades crea problemas sociales: "la gente toma cerveza y andan como zombies sin nada que hacer".
Susanne Lynge también piensa que la ciudad está en decadencia. Ella encabeza una ruidosa protesta en la nieve frente a las oficinas municipales, gritando lemas en un megáfono con decenas de colegiales que la apoyan y piden con carteles que se acelere la construcción de una nueva escuela.
"Nuestro gobierno local necesita dinero", señala: "Ojalá comenzaran con la minería".
Sonderup enumera las mejoras que ésta traería: "Nueva escuela, hospital más grande, mejor aerpuerto, nuevo puerto, nuevas carreteras, todo", dice: "Groenlandia volverá a estar en el mapa".
La mina Tanbreez no es la única propuesta cerca de Narsaq. Otra compañía australiana, Greenland Minerals and Energy (GME), está desarrollando una en Kvanefjeld, una meseta a seis kilómetros de la ciudad.
A diferencia de Tanbreez, Kvanefjeld producirá uranio, fluoruro y torio, así como tierras raras.
Uranio en la tierra verde
Las perspectivas de la mina recibieron un gran impulso en octubre, cuando el parlamento de Groenlandia votó por 15 votos contra 14 la revocación de una prohibición de larga data sobre la minería de uranio.
Hay más obstáculos legales por superar antes de que la extracción de uranio sea una realidad en Groenlandia, pero el voto desencadenó gran debate en en el país y mucha preocupación en Narsaq.
Avaaraq Olsen es profesora y miembro del consejo local del partido de oposición Inuit Ataqatigiit . Sentada en su cocina, recuerda el día en que la prohibición fue revocada.
"Fue triste, me puse a llorar", dice ella.
"Estoy avergonzada de ser groenlandesa. Si esta mina se abre aquí en Narsaq, nos alejaremos no sólo de Narsaq , sino de Groenlandia", afirma.
En la puerta de la casa de Olsen, donde usted o yo pondríamos paraguas, hay armas listas para colgarlas al hombro cada vez que el clima permite la caza de aves o focas.
"Mi mayor preocupación es que causará tanta contaminación que no vamos a poder vivir en nuestra ciudad. Y todos los animales, la biodiversidad será destruida", asegura.
Estas preocupaciones ambientales son compartidas por otros cazadores y pescadores, y por muchos de los dueños de las cerca de 50 granjas de ovejas en los alrededores.
Agathe Devisme, de origen francés, maneja la granja Ipiutaq con su socio groenlandés Kallista Poulsen. Además de pastorear 300 ovejas, también se dedican al turismo, alquilando una casa de campo durante el verano.
"La gente que viene a Groenlandia está buscando algo puro. Es el último rincón del mundo que no ha sido tocado por la contaminación. A nadie le va a gustar que haya algún tipo de radiactividad en la zona", dice ella.
Las minas también implicarán una afluencia de trabajadores extranjeros a Narsaq, ya que simplemente no hay suficientes trabajadores calificados en Groenlandia para llenar todos los puestos de trabajo que las minas crearán.
Algunos ven esto como una ventaja, ya que los mineros vivirán en la comunidad, enviarán a sus hijos a la escuela, y gastarán su dinero en los negocios locales.
Otros, sin embargo, no están tan seguros.
"Yo no creo que sea saludable para un pueblo tan pequeño que venga tanta gente de afuera", dice Ivalo Lund, jefa de Enfermería del Hospital de Narsaq. "Van a ser hombres jóvenes en busca de las hermosas chicas de acá".
Lund está preocupada por las enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados con padres que abandonan la ciudad. Al igual que Olsen, Lund dice que se irá si la mina Kvanefjeld sigue adelante.
"Me pondrá triste ver cómo este pueblo es destruido", comenta. "Va a ser un pueblo minero y nunca más podremos vivir como lo hacemos ahora".
¿Una nueva revolución industrial?
GME ha invertido bastante tiempo tratando de asegurarle a los residentes locales que sus preocupaciones son innecesarias.
"Otros países como Canadá y Francia también tienen minería de uranio", dice Ib Laursen, gerente de operaciones de la compañía, mientras conduce por la ciudad. "Si ellos pueden hacerlo, lo podemos hacer en Groenlandia, podemos tomar los mejores estándares ambientales y aplicarlos aquí".
Nos detenemos frente a un bloque de viviendas vacías, de varios pisos, con ventanas rotas y el aislamiento térmico saliendo por los hoyos de las paredes. Laursen ha vivido en Narsaq de manera intermitente durante 10 años y desea que yo constate el impacto de las personas que se han ido de la ciudad.
"A pesar de lo que la gente dice, yo sí tengo conciencia social, mi corazón está aquí", declara . "Estoy más preocupado de la contaminación mental, en un lugar como este, donde hay cada vez más y más problemas sociales".
"Tenemos que romper ese círculo, tenemos que traer de vuelta puestos de trabajo y oportunidades a la región. Y no se puede hacer tortilla sin romper algunos huevos, porque esto será una revolución industrial en esta zona", dice el representante de GME.
Sin embargo, aún está la pregunta de si esa revolución industrial llegará a suceder algún día. A pesar de años de promoción del gobierno, actualmente no hay minas que operan en Groenlandia. Pero el año que recién terminó vio las señales más fuertes de que la minería se convertirá en una realidad.
Además de revocar la prohibición de las minas de uranio, en octubre, el gobierno de Groenlandia concedió la primera nueva gran licencia de explotación minera en años. Tanbreez Mining ha solicitado una licencia para desarrollar su mina y hay varias otras empresas que probablemente hagan lo mismo en los próximos años.
El cambio climático también puede ayudar a acelerar el desarrollo de nuevas minas, volviendo los minerales más accesibles en cuanto la capa de hielo de Groenlandia se vaya derritiendo.
Que las minas comiencen su producción, lo que garantiza que los beneficios se maximicen y se eviten los escollos, será un gran desafío para el gobierno de Groenlandia. Avaaraq Olsen no está seguro de que estén a la altura.
Groenlandia no tiene carreteras fuera de sus ciudades; el transporte interurbano es por bote, avión o helicóptero. "Somos una nación joven, no tenemos la suficiente experiencia", comenta.
"No tenemos suficientes personas capacitadas trabajando en los ministerios que vayan a asegurar nuestra seguridad y nuestra salud", señala Olsen.
Pero el alcalde de Groenlandia del Sur, Jorgen Johansen Waever, rechaza las críticas.
"Sé que a algunos grupos de todo el mundo les gustaría tener el Ártico como un museo natural prehistórico", dice. "Pero hay gente aquí que busca tener un buen nivel de vida y quiere ser parte de un mundo global".
Groenlandia está en camino a la independencia, dice con orgullo: "¿Por qué las personas deberían esforzarse por la independencia si no creen en sí mismos?".