Paco de Lucía, un genio tranquilo
El músico se caracterizó por su humildad y discreción.
Falleció a los 66 años de edad.
Paco de Lucía murió a los 66 años.
Humildad, discreción, seriedad, un punto de timidez y mucho orgullo de raza, todos cuantos conocieron a Paco de Lucía le señalan como "genio": el genio de un hombre tranquilo que revolucionó la historia del flamenco y arropó para siempre a las nuevas generaciones con el punto de referencia de su arte.
Admirado y alabado por todos cuantos le trataron e idolatrado por millones de fans en el mundo, este artista apacible y familiar fue espejo y norte para guitarristas, flamencos y músicos en general, como expresaron en sus manifestaciones sobre el guitarrista, quien falleció este miércoles en México.
En una de sus últimas entrevistas realizada a EFE, en Washington con motivo del concierto de su gira americana de 2012, el guitarrista mostraba su lado más joven e inquieto y explicaba su necesidad de componer, de investigar, de sorprender al público con su música: "No pienso vivir de las rentas", decía.
"Si lo que compongo no es una sorpresa para los profesionales, entonces inmediatamente me retiro. Vivir de las rentas me pareció siempre triste", afirmó el músico en la presentación de su disco "En vivo: conciertos de España 2010", un álbum aparecido tras una pausa de siete años después de "Cositas Buenas".
Sin embargo, al artista de la guitarra flamenca le gustaba la dureza de las giras, porque le gustaba tocar la guitarra "más que ninguna otra cosa".
Para el maestro, el directo, también en la grabación de sus discos, era "lo humano, el alma". Porque la energía que se crea en el escenario "nunca se consigue en un estudio de grabación; allí te puedes acercar a la perfección -decía-, pero el alma es más probable que aparezca en un directo".
De su humanidad y de su gran naturalidad hablan sus preferencias vitales, expuestas sin pudor en su web: para comer, platos de cuchara; para beber, el tinto; su libro de cabecera, "cualquiera de Oscar Wilde" y ninguno de filosofía, porque "de tanto leer a Ortega y Gasset terminó por analizarlo todo y perder el sentido del humor", apuntaba.
Y entre sus películas favoritas, las de Willy Wilder y la trilogía del cineasta polaco Kieslowski, "Azul, blanco, rojo".
Desde que, con apenas doce años, viajara por primera vez a Estados Unidos contratado por el bailarín José Greco para ejercer de tercer guitarrista de la Compañía del Ballet Clásico Español, De Lucía no ha dejado al público americano, del que siempre valoró su empatía con el flamenco. Son, decía de ellos, "mi minoría que se va haciendo grande".
"Llevo tocando para este público desde niño. Este público me lo he hecho a pulso, empezando con dos filas de butacas, y luego con otras dos. Ahora lo raro es que no esté todo vendido", se enorgullecía De Lucía tras uno de sus últimos conciertos en Texas (EE.UU.), a finales de 2012.
A Paco de Lucía, Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2004, Premio Nacional de Guitarra, Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, ganador de un Grammy, también le emocionaba arropar lo que él llamaba "savia nueva": el bailaor "Farru", el percusionista "El Piraña", los cantaores "Duquende" o David de Jacoba, que con él en el escenario demostraban la buena salud del flamenco.