Dos visiones sobre la paz se enfrentan en las urnas en Colombia
Este domingo los colombianos deben elegir entre Santos y Zuluaga.
BBC Mundo explica la visión de cada uno de los candidatos.
El conflicto armado colombiano ya dura más de 50 años y durante ese tiempo ha causado más de 220.000 muertos.
Rafael Guarín no cree que sea justo presentar las elecciones de este domingo en Colombia –que enfrenta al presidente Juan Manuel Santos con el candidato del opositor Centro Democático, Óscar Iván Zuluaga– como una elección entre la guerra y la paz.
"Todos los colombianos queremos la paz", afirma este antiguo viceministro de Defensa de Santos que ahora apoya a Zuluaga, quien en la primera vuelta de las elecciones derrotó por un estrecho margen al actual presidente.
"Por eso que Santos ha querido convertir los comicios en una especie de referéndum sobre el tema, cuando una reelección es fundamentalmente una oportunidad para que el presidente pase al tablero y los ciudadanos califiquen su gestión", le dice a BBC Mundo Guarín.
El analista, muy cercano a la campaña de Zuluaga, reconoce sin embargo que el tema de las negociaciones con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) –iniciadas por Santos en noviembre de 2012– es el que más claramente separa a estos dos antiguos compañeros de gabinete.
Y, sin ninguna duda, esta diferencia también es la que más consecuencias puede llegar a tener para el futuro del país.
Efectivamente, el conflicto armado colombiano ya dura más de 50 años y durante ese tiempo ha causado más de 220.000 muertos y desplazado a millones de personas de sus hogares.
Pero las pláticas de La Habana, Cuba, ya han arrojado importantes acuerdos –en materia de desarrollo rural, la posible participación en política de la guerrilla, lucha contra el narcotráfico y en torno a los principios fundamentales con los que se abordará el tema de la reparación de las víctimas– que han acercado la posibilidad de una paz negociada como nunca antes en la historia de Colombia.
"Venganza versus reconciliación"
Santos, candidato por la coalición Unidad Nacional, representa la continuidad de ese proceso, al que pronto podría sumarse el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la segunda guerrilla del país.
Por su parte, Zuluaga pasó de prometer la suspensión de las pláticas a asegurar que continuará con las mismas, siempre que la guerrilla cumpla una serie de nuevas condiciones: originalmente, un cese al fuego unilateral "inmediato y verificable"; actualmente, la suspensión de sus "actividades terroristas".
Pero muchos de los que apoyan la reelección del actual presidente –viejos simpatizantes y aliados de última hora, luego de la estrecha victoria de Zuluaga en la primera vuelta de la elección– parecen estar convencidos de que dichas condiciones no son sino una estrategia para acabar con la negociación.
Y Santos ha insistido sobre este punto presentando los comicios del domingo como una elección "entre el fin de la guerra y la guerra sin fin".
El analista Jorge Restrepo, sin embargo, cree que los votantes colombianos más bien se enfrentan a una elección entre visiones sobre la paz.
"Zuluaga interpreta muy cercanamente la necesidad de una buena parte del electorado colombiano, que es la necesidad de vengar las atrocidades que han cometido las FARC", le dice a BBC Mundo Restrepo, quien es el director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos, CERAC.
"Él ofrece esa respuesta vengativa, una paz que parte del castigo, en contraste con Juan Manuel Santos, quien ofrece una respuesta mucho más de reconciliación y de negociación", explicó.
La diferencia se expresa, sobre todo, en los temas de justicia y la participación política de la guerrilla. En esos temas, Zuluaga representa mejor a los que quieren cárcel y no una silla en el congreso para los líderes de las FARC, mientras que Santos es más partidario de garantizar los derechos de las víctimas a través de mecanismos de justicia transicional que faciliten la reinserción de los rebeldes.
Y como garantía de que no habrá impunidad, el mandatario se ha comprometido a que el eventual acuerdo final sea ratificado por los colombianos a través de una nueva votación.
Riesgos y posibilidades
Por lo pronto, según el director del CERAC, el camino propuesto con Santos y ya iniciado en La Habana es mucho más aceptable para la guerrilla, por lo que podría ofrecer resultados más rápidos, siempre y cuando lo eventualmente acordado sea admisible para la mayoría de la población.
Mientras que el camino que representa Zuluaga estaría lleno de riesgos, pues sus posiciones podrían tensionar la negociación hasta el punto de crisis, advirtió.
Pero, según Restrepo, de tener éxito la de Zuluaga sería probablemente una paz más sostenible, pues sería una paz apoyada por los más fuertes críticos de la actual negociación.
"Óscar Iván Zuluaga representa una buena parte del electorado colombiano que aún no ha visto sus demandas en el proceso de paz, la gente cercana a las fuerzas militares, que ve en una solución de fuerza una posibilidad viable para terminar el conflicto", le dice Restrepo a BBC Mundo.
Y algo parecido opina Rafael Guarín: "Zuluaga es el verdadero representante del principal contradictor de las FARC, o si se quiere del verdadero enemigo, que es como ellos ven al uribismo [la corriente política del expresidente Álvaro Uribe]".
"Y los que pueden dar mayor seguridad política de que los acuerdos se van a cumplir son los contradictores", explica Guarín.
"Mientras que si es Santos el que llega a un acuerdo con las FARC, que en concepto de los contradictores –que es el uribismo– tuviera un alto grado de impunidad, la inseguridad política y jurídica del proceso será altísima", advirtió.
El factor Uribe
No todos, sin embargo, creen que al uribismo, representado por Zuluaga, le convenga acabar el conflicto con la guerrilla.
A la corriente se han sumado aquellos que se han beneficiado por el conflicto. Y ahí también están los señalamientos de violaciones de derechos humanos y vínculos con los grupos paramilitares que mancharon la política de "seguridad democrática" del influyente ex mandatario, quien llevó a Santos a la presidencia y ahora es el principal valedor de su rival.
Y a lo largo de la campaña, Santos ha insinuado repetidamente que su antiguo jefe le tiene miedo a la verdad que saldría a la luz con la paz.
La sombra de Uribe sobre la campaña de Zuluaga es además tan grande que Marcela Prieto, la directora del Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga, lo ubica en el centro de la decisión que los colombianos tomarán este domingo.
"Yo creo que esta elección se concentra o en el miedo a las FARC o en el miedo a Álvaro Uribe. No es ni a favor de Santos por su política de paz, ni a favor de Óscar Iván Zuluaga por su otro modelo de paz", le dice a BBC Mundo.
Y sea cual sea la forma en la que se quiera plantear la contienda, una cosa es segura: en estos momentos las opciones representadas por Santos y Zuluaga parecen haber dividido casi exactamente en dos al país.
Tanto que la única predicción sensata en víspera de las elecciones es la siguiente: quienquiera que gane tendrá que gobernar un país tremendamente polarizado sin contar con una amplia mayoría. Y eso también podría complicar las posibilidades de paz.
A menos que los ausentes de la primera vuelta –más del 60 por ciento de los votantes potenciales– decidan acudir masivamente a las urnas a darle claridad al camino que tendrá que seguir el país.