Djokovic luchará en la final por su segundo Wimbledon y el número uno del mundo

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Autor: Cooperativa.cl

El serbio derrotó en cuatro sets al búlgaro Grigor Dimitrov.

Espera al ganador del duelo entre Roger Federer y Milos Raonic.

 EFE

El serbio Novak Djokovic (2°) superó en las semifinales de Wimbledon al búlgaro Grigor Dimitrov (13°), por 6-4, 3-6, 7-6 (2) y 7-6 (7), en tres horas y dos minutos y buscará el domingo conquistar el torneo por segunda vez y recuperar el número uno del ránking de la ATP.

Djokovic, dos del mundo por detrás del español Rafael Nadal (1°), se medirá en la final al ganador del duelo entre el suizo Roger Federer (4°) y el canadiense Milos Raonic (9°), en la pista central del All England Club.

Dimitrov, verdugo del británico Andy Murray (5°) en los cuartos de final, hizo sufrir hoy a un Djokovic que ya había pasado apuros esta semana ante el croata Marin Cilic (29°), que le ganó dos sets.

El balcánico llegó este año con cierta frustración acumulada tras haber perdido la final de tres de los últimos cuatro grandes torneos, ansioso por sumar su séptimo Grand Slam -no gana desde enero de 2013, en Australia-.

Quizás fueron esos nervios los que le hicieron fallar gran cantidad de pelotas fáciles que dieron fuerza a Dimitriov, un jugador que se está acercando por fin a los resultados que muchos esperaban del brillante adolescente que ganó el torneo júnior en Londres con 17 años.

Junto con Raonic y el australiano Nick Kyrgios (144°), que eliminó a Nadal en octavos, Dimitrov es a sus 23 años uno de los tres jóvenes que se han postulado en este Wimbledon como candidatos parta romper la hegemonía que reina en el circuito desde hace años.

La mayor virtud del búlgaro, como la de Raonic y Kyrgios, es el saque, si bien demostró, en su primera semifinal de Grand Slam, que puede estar a la altura de los grandes en todas las facetas del juego.

"Jugué contra una futura estrella. Dimitrov ya es un gran jugador y merece respeto. Era su primera vez en el penúltimo partido, pero ha luchado y se ha hecho muy duro", dijo el serbio tras el enfrentamiento.

La sufrida victoria

Djokovic conocía de antemano los peligros que propondría sobre el pasto un rival que ya le superó el año pasado en Madrid, por 7-6 (6), 6-7 (8) y 6-3. Con ambos tenistas vestidos del riguroso blanco que exige Wimbledon, volvió a repetirse un duelo ajustado.

Bajo la mirada de su pareja, la rusa Maria Sharapova, Dimitrov sacó con furia desde el inicio -alcanzó los 218 kilómetros por hora-.

Djokovic dominó el juego en el primer parcial y, aunque sufría para controlar los restos, parecía saber de antemano a dónde iba a enviar las pelotas su rival.

Si el punto llegaba a desarrollarse, el serbio mandaba ante un joven que por momentos parecía perder el control sobre su fuerza y que dejó escapar el primer parcial sin prácticamente oponer resistencia.

Ya en el segundo, Dimitrov afinó la raqueta, se impuso desde el 3-3 y desquició con su rebeldía a un Djokovic que no pudo volver a ganar un solo juego en toda la manga.

El sol que caía sobre el suroeste de Londres había dejado reseca la tierra del fondo de la pista, al descubierto en la segunda semana de torneo, y el balcánico sufría para resbalar sobre esa superficie, uno de sus movimientos favoritos para alcanzar pelotas imposibles.

Djokovic no encontraba soluciones para hacer frente a la potencia de Dimitrov y a sus propios errores. Cambió de zapatillas y de calcetines, pero continuaba desconcentrado, enviando bolas fáciles a la red.

Leyendas del deporte como el ex tenista australiano Rod Laver y el ex golfista estadounidense Jack Nicklaus vieron desde el palco de la central cómo el serbio lanzaba al aire su raqueta en un gesto de desesperación tras dejar escapar un juego al resto que parecía suyo en la tercera manga.

El partido era un duelo mental de Djokovic contra sí mismo, y el de Belgrado ganó ese desafío en el desempate del tercer parcial, que resultó clave para el duelo.

En el cuarto, salvó primero un punto de set que Dimitrov había forzado con un punto extraordinario y superó después, heroico, otras tres pelotas en un desempate que se acabó llevando para firmar el pase a su tercera final de Wimbledon.