Rafael Correa: ¿el fin de la revolución económica en Ecuador?
El mandatario ha salido a los mercados de capitales y está realizado un acercamiento al FMI y el Banco Mundial.
En 2011 los préstamos chinos a Ecuador llegaron a alrededor de 7.200 millones de dólares.
Rafael Correa acaba de emitir bonos en los mercados internacionales por 2.000 millones de dólares.
Adalid de la nueva izquierda en América Latina, crítico del Fondo Monetario Internacional (FMI), el presidente de Ecuador, Rafael Correa, acaba de emitir bonos en los mercados internacionales por 2.000 millones de dólares y de cerrar trato con ese arquetipo del capitalismo financiero que es Goldman Sachs.
No sólo eso: está estrechando relaciones con el FMI y el Banco Mundial (BM), planea la eliminación del subsidio al gas y está revaluando subvenciones a municipios, prefecturas y juntas parroquiales.
¿Ha decidido el presidente despegarse de la revolución económica que propuso otrora para su país?
Según el analista Oscar Ugarteche, coordinador del Observatorio Económico de América Latina (Obela) y académico de la UNAM en México, hay un discreto y silencioso viraje político.
"El gobierno está adoptando medidas de carácter ortodoxo que rechazó durante mucho tiempo. ¿Hay algo más ortodoxo que planear la eliminación de subsidios y la reestructuración de subvenciones? Es lo que siempre pide el FMI", señaló a BBC Mundo.
Sin embargo, Rafael Correa ha negado que estas medidas signifiquen un acercamiento con el FMI y ha sostenido que Ecuador no aceptará ningún condicionamiento.
En declaraciones a Paul Mena Erazo, de BBC Mundo en Ecuador, el asambleísta y miembro de la Comisión de Ética y Disciplina de la oficialista Alianza País, Miguel Carvajal, negó que haya un cambio de rumbo.
"No hay ningún cambio de rumbo. Por un lado nos acusan de estatistas y radicales y por otro lado nos dicen que nos estamos 'derechizando'. Creo que eso mismo muestra que estamos en un rumbo adecuado, más bien consolidando los procesos de un manejo responsable de la economía", dijo Carvajal.
¿Cambio o pragmatismo?
Con un doctorado en economía en Estados Unidos, esposa belga y conocimiento de inglés, francés y quichua, Rafael Correa siempre se ha mostrado capaz de operar en distintos mundos.
En 2008 declaró que la deuda contraída por Ecuador era ilegítima, odiosa e inconstitucional, se enfrentó con el Fondo Monetario y el Banco Mundial y declaró el cese de pagos de la deuda en bonos.
Cuando los acreedores intentaron vender estos bonos a un valor muy reducido debido al cese de pagos -un 20 por ciento del valor nominal-, el gobierno de Correa los adquirió discretamente, con lo que realizó en los hechos una reestructuración de su deuda.
El economista estadounidense Werner Baer, que fue tutor de tesis de doctorado del mandatario en la Universidad de Illinois, considera que esta conducta "pragmática" define a Correa.
"Correa quiere una sociedad más justa. Esa es su ideología. Pero no es rígido. Cree en la eficiencia del mercado, pero piensa que el mercado opera en América Latina en un contexto que en el pasado favoreció a grupos minoritarios. Es un pragmático. Para tener éxito en política es inevitable actuar a veces de manera contradictoria", opina ante BBC Mundo.
La realidad y sus límites
Se puede definir el pragmatismo como la capacidad de adaptación a los márgenes de maniobra que la realidad impone a las propias ideas.
Pero, ¿cuáles son esas ideas de Correa?
En sus discursos y en sus libros, el presidente ecuatoriano ha reivindicado los fundamentos de la izquierda latinoamericana del siglo XX, pero le ha dado un marco más humanista, con menor influencia del marxismo y un eje centrado -como señala su ex tutor Baer- en la lucha contra la pobreza.
"Todo está en función del gran capital. Estos sistemas perversos del neoliberalismo, con un mercado a ultranza, no son determinismos históricos, no son leyes naturales, son estructuras impuestas por las relaciones de poder. Gandhi decía 'la pobreza es la peor forma de violencia'. Esto no se va a remediar con caridad, sino con cambio de estructuras, con cambio de la relación de poder", expresó.
Esta oratoria se ha traducido en hechos concretos, con un enorme aumento del gasto social y la inversión estatal en infraestructura.
Según la analista económica ecuatoriana María de la Paz Vela, los aparentes cambios de política de la actualidad obedecen a la necesidad de mantener estas palancas centrales de su programa.
"El modelo económico de Correa se basa en un incremento de los ingresos fiscales para sostener un aumento del gasto de inversión pública y ejecución de obras. El tema es que hoy este modelo ha chocado con ciertos límites respecto a su sustentabilidad", indicó a BBC Mundo.
El factor chino
El peso del FMI y el Banco Mundial en la región desde los años 60 se debe a que estos organismos pueden aportar fondos frescos e inmediatos de estabilización financiera, en el caso del FMI, o para el desarrollo de proyectos e infraestructura, por cuenta del BM.
Cortado este flujo por el distanciamiento de Correa de ambos organismos, China se convirtió en una de las grandes fuentes de financiamiento de Ecuador.
En 2011 los préstamos chinos a Ecuador llegaron a alrededor de 7.200 millones de dólares o un 11,7 por ciento del Producto Interno Bruto.
Pero esta inversión china parece haber tocado un límite.
"China nos ha dado créditos sustentados en garantía petrolera o venta anticipada de petróleo con grandes desembolsos para la inversión pública. Pero como un gran porcentaje del petróleo ya está comprometido, China ha bajado su nivel de préstamos destinándolos ahora a proyectos muy concretos y no como fondos frescos de libre disposición para el gobierno", señaló María de la Paz Vela.
El gobierno procuró diversificar sus fuentes de financiamiento con la Corporación Andina de Fomento (CAF), que en los últimos cuatro años le otorgó préstamos por 4.154 millones de dólares.
Pero el declive del financiamiento chino se ha hecho sentir en las cuentas fiscales.
En 2013, el déficit fiscal fue del 4,7 por ciento, el más alto en la última década.
Las alternativas
En busca de vías alternativas de financiamiento, el gobierno de Correa obtuvo un préstamo de Goldman Sachs de 400 millones de dólares, poniendo parte de sus reservas de oro como colateral y, a mediados de junio, emitió bonos a 10 años con un interés del 7,95 por ciento por 2.000 millones de dólares.
Pero una operación de esta envergadura requiere el apoyo del FMI.
De ahí la necesidad de autorizar por primera vez en seis años un rendimiento de cuentas al FMI como parte del capítulo 4 del estatuto del organismo multilateral, que lo autoriza a examinar el estado de la economía de sus miembros.
Pero, lejos de hablar de un viraje ideológico, el presidente Correa quiso restarle dramatismo a estos hechos.
"Claramente hay un déficit y no hay que satanizarlo. Estamos construyendo ocho hidroeléctricas y proyectos estratégicos y servirá para invertir en obras a futuro y mejorar el país en su balanza comercial, en su capacidad de producción y en generar puestos de trabajo", señaló el mandatario.
Los simpatizantes del mandatario recuerdan que Correa ha criticado "el mercado a ultranza" y no el mercado en sí.
"Obviamente que para consolidar su posición política necesita que crezca la economía ecuatoriana y hoy eso se puede conseguir con una actitud más conciliadora con organizaciones internacionales. Tenemos que recordar que además estas organizaciones han cambiado desde los años 90 poniendo un mayor énfasis en la equidad", señala su extutor de doctorado Werner Baer.
El poder
Los críticos de Correa sacan el debate del tema ideológico y ponen el acento en el poder.
Según estas voces, la bandera de la obra pública que levanta Correa no responde a una búsqueda de crecimiento y justicia social sino a su deseo de perpetuarse en el poder.
El Tribunal Constitucional está analizando una enmienda que aseguraría este deseo de cara a las elecciones de 2017, al permitir una relección indefinida del mandato.
"El modelo del gasto de Correa es popular y él quiere sostener este modelo para ganar apoyo de cara a una reforma constitucional que permita la reelección indefinida. El actual pragmatismo respecto al financiamiento de la inversión responde a esta necesidad", señaló a BBC Mundo María de la Paz Vela.
Pero según el asambleísta de Alianza País, Miguel Carvajal, esta reducción de un plan económico a un factor psicológico -en otras palabras, la desmedida ambición del mandatario- es una visión "empobrecedora" de la realidad.
"Esto no tiene que ver con votos ni mucho menos. Esa es una mirada empobrecedora de un proceso de esfuerzo nacional por recuperar las inversiones que son estratégicas y por lo tanto fundamentales para el país", señaló Carvajal a BBC Mundo en Ecuador.