Tokio homenajea con primera gran retrospectiva al fallecido animador Satoshi Kon
El Museo de Animación de Suginami exhibirá toda su filmografía, hasta el 25 de enero.
La muestra incluye dibujos sobre bocetos originales de varias de las películas que Kon dirigió.
La filmografía del director Satoshi Kon es reconocida por lidiar con problemas sicológicos, y la dualidad realidad/fantasía que viven sus personajes.
El Museo de Animación de Suginami, en Tokio, inauguró la primera gran retrospectiva sobre la obra del desaparecido y añorado director Satoshi Kon, fallecido en 2010 debido a un cáncer pancreático.
La muestra, que se podrá ver hasta el 25 de enero, incluye dibujos sobre bocetos originales de varias de las películas que Kon dirigió, además de diseños de personajes u objetos personales del aclamado cineasta y dibujante de manga.
Se exhiben, además, guiones originales de sus cómics en solitario, como "Regreso al mar" o el inacabado "Opus".
Asimismo, la exposición reúne libretos de obras colaborativas como la también inconclusa "Seraphim", que firmó a dos manos junto a otra leyenda del manga y el anime, Mamoru Oshii.
Los asistentes pueden visionar una extensa entrevista con Kon en el cine del museo, que proyectará toda su filmografía.
Afilada mirada
Nacido en 1963 en Kushiro (isla de Hokkaido, norte de Japón), Kon debutó en 1985 como dibujante en las páginas de la revista de manga Young Magazine.
Su inicio en el cine fue de la mano de Katsuhiro Otomo, el reconocido dibujante y director de "Akira", para el que diseñó los decorados de su película "Roujin Z" (1991).
Seis años después dirigiría su primer largometraje, "Perfect Blue" (1997), una retorcida y angustiosa fábula ambientada en el "star system" del pop y la televisión nipona.
Le siguieron "Millennium Actress" (2001), "Tokyo Godfathers" (2003) y "Paprika" (2006), adaptada de la novela de Yasutaka Tsuitsui, además de la serie para televisión "Paranoia agent", todos ellos trabajos aplaudidos por la original y afilada mirada de su autor.
A Kon, que iba camino de convertirse en uno de los grandes animadores de Japón, le fue diagnosticado el cáncer cuando trabajaba en la producción de su inconclusa película "Yume miru kikai" ("La máquina para ver sueños"), que él mismo definió como una "road movie" de robots.