Cómo ayudar a los niños que han experimentado una catástrofe

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Autor: Cooperativa.cl

En una emergencia como la del norte los adultos, muchas veces, no saben cómo hablar con los más pequeños sobre lo sucedido.

En un programa especial de Creciendo Juntos de Cooperativa, entregamos una serie de recomendaciones concretas.

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A los niños hay que darles una explicación simple y real, no mentirles.

Después de una catástrofe como la vivida en el norte, muchas veces los adultos no saben cómo hablar con los niños acerca de lo sucedido.

Este domingo en Creciendo Juntos de Cooperativa abordamos de forma especial este tema junto a las expertas Carolina Rivera, sicóloga de Fono Infancia, y Mary Catherine Arbour, investigadora asociada del Centro de Desarrollo Infantil de Harvard

Para Carolina Rivera, la clave es "no ni minimizar ni exagerar", sino "poner en contexto en palabras que un niño entienda".

"Es importante poder explicarle a los niños de manera sencilla y clara qué es lo que sucede y, en lo posible, qué es lo que creo que pueda pasar, sin mentir. Entregar seguridad respecto a lo que yo de verdad estoy manejando, sin mentir", dijo la experta.

"Los niños requieren hablar y jugar... No está mal, es la forma que tienen ellos de integrar esta experiencia tan difícil, tan rara, tan poco común. Por eso es importante dar esos espacios", destacó, recomendando que "cuando ellos jueguen, pinten, dibujen también nosotros los podamos ayudar a que esta historia tenga un final feliz".

"Estamos en la desesperanza, estamos con barro, estamos con una ciudad que huele mal, no tengo agua, no tengo baño, la sensación de que esto es horrible y puede ser por mucho tiempo es real. Por tanto, necesito devolverle esperanza. Cuando yo cuento historias donde pasó algo malo, pero termina a largo plazo, pero termina bien, devuelves esperanza a los niños y lo integran de mejor manera", afirmó la sicóloga en Cooperativa. 

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En medida de lo posible, hay que volver a la rutina haciendo las cosas que normalmente se hacían antes. (Foto: UNO)

 

 

Los padres también pueden pedir ayuda

Después de vivir una emergencia hay algunas reacciones que pueden observarse en los niños como, por ejemplo, dolores de estómago, pesadillas y dificultad para dormir, sobresalto frente a ruidos, volver a orinarse o hablar infantil, alteraciones de la concentración, sentimientos de culpa, llantos sin motivo, recuerdos frecuentes del evento, pasividad y miedo, enojo y también irritabilidad.

En este sentido, se puede consultar a profesionales de la salud o educación si se cree necesaria ayuda especializada, si el niño está muy diferente, y si el propio adulto requiere ayuda psicológica.

"Tampoco la idea es poner a esa mamá o a ese papá como en decreto, con una orden de que tienen que estar en 'condiciones de', porque la realidad es que hay adultos que no es que no quieran, sino que no están en condiciones de contener, de explicar, de acoger. Entonces, ahí lo importante es reconocer que yo estoy en estas condiciones o no, y si no estoy, quién puede suplirme", expresó la sicóloga Rivera.

"A veces hay que pedir ayuda también en esto (...) Decir que no estoy condiciones hoy de acoger a mi hijo", remarcó.

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"A veces hay que pedir ayuda también", recomienda la sicóloga Carolina Rivera a los padres. (Foto: UNO)

 

Volver a la rutina

Cuando las familias viven una emergencia como la que ocurrió en el norte, no siempre está claro cómo reaccionar frente a los niños. En este sentido, hay que tener en cuenta que los padres son las personas más apropiadas para proteger, dar consuelo y ayudar a los niños y niñas.

Una vez restablecidas las condiciones básicas de seguridad, como tener alimento, agua, ropa seca y un lugar seguro para dormir, trate de seguir las siguientes sugerencias:

  • Mantenga la calma, porque su hijo se sentirá igual de cómo usted se siente.
  • Dé consuelo efectivo. Los niños pueden necesitar más consuelo y usted es la persona idónea para darlo.
  • Pase más tiempo con ellos, déles contacto físico. Tóquelos, abrácelos, déles besos y juegue más tiempo con ellos.
  • En medida de lo posible, vuelva a la rutina haciendo las cosas que normalmente hacían antes y trate proveer espacios de juego, para dibujar, pintar y hacer actividad física.

 

La sicóloga asociada al Centro de Desarrollo Infantil de la Universidad de Harvard, Mary Catherine Arbour, explicó que "a nivel nacional, por ejemplo, de infraestructura, de todas las cosas que involucra la recuperación total, toma años. Pero los niños y sobre todo los pequeños, no necesitan que todo sea idéntico".

"Lo que necesitan es que sea reconocible, que sea estable y que sea una rutina que ellos conozcan en parte. Si bien es cierto que las rutinas no volverán a ser idénticas inmediatamente, es bueno retomar algunas esencias de las rutinas y las partes que más puedan. Por ejemplo, si siempre cantaba una canción al acostar al niño, seguir cantando esa misma canción a la hora de acostarse... Es una rutina", recomendó.

Arbour añadió que lo que se puede hacer es "insertar una parte de su rutina conocida dentro de todas esas cosas que son desconocidas"

La mayoría de los niños se recupera con apoyo después de dos semanas. Hay que recordar que el adulto está también bajo tensión emocional y debe cuidarse a sí mismo para poder brindar el apoyo necesario a sus hijos e hijas, e incorporarlos a ayudar a otros. Es bueno que sepan hay muchas personas ayudando a quienes fueron más afectados.

Consejos concretos

  • Pregúntele qué sabe y escuche con paciencia lo que tenga que decir. Si no desea hablar, no lo presione.
  • Déle una explicación simple y real, no les mienta diciéndoles, por ejemplo, que esto no volverá a pasar.
  • Los niños pequeños necesitan hablar poco en corto tiempo, pero más frecuentemente de lo que ha sucedido.
  • Es bueno validar a los niños y niñas en lo que sienten. Hágale saber que sus preguntas y comentarios también son importantes.
  • Ayúdelos a expresarse, hay niños que quieren hablar de lo sucedido a través dibujos o juegos. Los puede ayudar invitándolos a dibujar o hacer un relato de lo que vivieron.
  • Trate de ser usted, el adulto, la fuente de información de sus hijos o hijas, o mediar la información que escuchan o ven desde otras fuentes.