¿Sirven de algo las resoluciones de Año Nuevo?
Sicóloga explica por qué la práctica es positiva como autoevaluación.
Más que sueños, se debe hablar de metas o propósitos.
En el calendario se trata solo de un cambio de fecha, pero la mayor parte de los seres humanos asumen el fin de un año y el comienzo de otro como un punto de cambio, el término de un ciclo y el inicio de otro, de características diferentes.
Por esa razón, son muchos los que cifran la esperanza en este día como el momento a partir del cual buscarán nuevas metras, eliminarán elementos negativos de su vida y harán realidad sus sueños.
¿Pero tiene verdader sentido realizar una lista de deseos en Año Nuevo? Carmen Gutiérrez, directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, entrega una respuesta.
"Hay una trampa con la palabra deseos, en primer lugar, porque habla de algo que es inalcanzable o se asocia a algo que aún no logra ser satisfecho o cumplido. Por eso es mejor hablar de lista de propósitos, de metas o de intenciones", recalca la especialista.
Impulso positivo
Gutiérrez destaca que esta práctica tiene, sin embargo, una parte muy positiva. "Ello, porque de alguna manera supone e implica que la persona, para poder realizar esta lista, tiene que platearse quién es, qué tiene, qué ha logrado, qué necesita, qué quiere y, de esto último, qué puede lograr", indica.
De este modo, la especialista dice que la lista sirve para hacer una valoración de la situación actual, proyectar el futuro y, en ese sentido, focalizar energías, energías, propósitos, intenciones y acciones. "Además, al hacer una lista, pasa por el filtro de evaluar qué estoy poniendo ahí y si ello efectivamente lo puedo realizar; también qué depende de mí y que no. Eso ayudará a que uno vaya definiendo y diferenciando lo que puede lograr o alcanzar y focalizar esfuerzos. Sobre todo hacer esta evaluación, porque muchas veces uno sufre por cosas que no están en nuestras manos o que no son posibles de alcanzar y de lograr o que no son posible de revertir", agrega Gutiérrez.
Precaución con los sueños imposibles
En ese sentido, es fundamental hacer una clara diferenciación de lo que se puede o no gestionar, ya que permite una mirada realista.
La sicóloga indica que esto "ayuda a desarrollar la tolerancia y aceptación para lo que no está en mis manos y, obviamente, te aproxima a una sensación de bienestar y felicidad. Ambos sentimientos no tienen que ver con algo que ocurre cuando se confluyen ciertas circunstancias favorables que están planteadas en el plano de lo idílico, como el pensar que yo sería feliz si mi marido, si mis hijos, si mi trabajo, si mi auto y si mis vacaciones, sino que la felicidad tiene que ver con la capacidad de disfrutar lo que se tiene y dentro de lo que se tiene, asumiendo lo agradable y lo desagradable como parte de la vida y de lo que implica estar parado en este planeta", afirma Gutiérrez.
La especialista tampoco desecha del todo aquello visto como no realizable. "Estos se pueden mantener como un sueño, como ocurre con las utopías. Como el desear que Chile sea un país más justo y más solidario, por ejemplo, pero siempre en la medida en que sea yo la que me ponga en acción para lograr eso. Por lo menos aportar en esa línea y que se transformen en un motor inspirador y energizante", comenta.
La docente de la Universidad del Pacífico añade que los sueños imposibles pueden llegar a ser malos cuando inspiran la lamentación, la pena, el agobio, el desaliento y finalmente la inmovilización. "Este tipo de deseos lo único que hacen es recordarte la permanente ausencia de aquello y hacen de tu vida aún más dolorosa, miserable o con sensación de carencia o de ausencia", advierte Carmen Gutiérrez.