Obispo de Temuco: Estamos en una espiral de violencia que ha ido creciendo
Héctor Vargas criticó que el Estado no dé "señales concretas y respuestas" a las demandas de los pueblos originarios.
Afirmó que éstas "no han sido asumidas adecuadamente, no han sido enfrentadas con eficiencia".
Vargas opinó que la quema de iglesias puede tener la intención de "visibilizar" las demandas de los mapuche.
El obispo de Temuco, Héctor Vargas, aseguró que las regiones del Biobío y La Araucanía se han visto envueltas en una "espiral de violencia" creciente debido a que el Estado no ha sido capaz de dar señales concretas y soluciones a las demandas de los pueblos originarios.
"Debemos insistir en que tenemos un tema de fondo relacionado con la convivencia en la región, también con temas de justicia que se postergan por muchos años respecto del pueblo mapuche. No han sido asumidos adecuadamente, no han sido enfrentados con eficiencia y al final nos encontramos envueltos en un espiral de violencia que ha ido creciendo", dijo Varhas a El Diario de Cooperativa.
El prelado aseguró que "hay mucha gente que está sufriendo este tipo de violencia, que afecta a mapuches y a no mapuches" y dijo estar "a la espera de señales más concretas por parte del Estado y del Ejecutivo".
"Tenemos a un pueblo que espera hace un siglo respuestas", subrayó, junto con explicar que, en vez soluciones, sólo se han ido sumando temas pendientes que "a uno le dejan un sabor no grato".
Como ejemplo de esto puso "el hecho de que se haya sacado una nueva ley electoral, donde se han aumentado cupos para diputados y senadores y no se hayan reservado escaños para miembros de los pueblos originarios".
"Creo que ese ha sido un error muy grave, se ha perdido una oportunidad grande", indicó.
Otro ejemplo de exclusión es, para Vargas, el proceso constituyente donde, a su juicio, "quedaron atrás los pueblos originarios", y tampoco se le ha dado urgencia al proyecto que busca crear el Ministerio de Astuntos Indígenas.
Atentados contra iglesias
Vargas comentó también en Cooperativa los atentados incendiarios que han afectado a templos religiosos.
"Tiendo a pensar que el atacar lugares sagrados provoca una conmoción muy grande en las comunidades afectadas en forma directa y, al mismo tiempo, tiene una proyección mediática muy grande a nivel nacional".
En ese sentido, "puede ser que algunos de estos grupos que creen que con la violencia se pueden conseguir objetivos. De repente han encontrado que esta forma de actuar de alguna manera los visibiliza de manera regional y nacional", especuló.