Jojo Moyes: Me gusta la gente con buenas intenciones pero hace cosas estúpidas
La británica, autora de "Yo antes de ti", participa en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.
Enemiga confesa de los cuentos de hadas y defensora de personajes desastrosos y "el desorden de la vida", la británica Jojo Moyes revela, en una entrevista con Efe en Buenos Aires, su técnica para contar esas historias de amor que la mantienen en las listas de libros más vendidos en todo el mundo.
"Me gusta la gente que tiene buenas intenciones pero hace cosas estúpidas, comete errores. Me gusta el perdón y la ira y todo lo que cabe en el amor. Esas son las cosas que me interesan como ser humano y como escritora", cuenta Moyes (1969), quien participa en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, que visita por primera vez.
"¿Alguna vez te has enamorado y no ha sido complicado?", pregunta la dos veces Premio Novela Romántica del año antes de hacer hincapié en que a la hora de escribir, no le llaman la atención los "simples cuento de hadas", sino las personas que provocan desastres y enfrentan complicaciones, tanto las que les presenta la vida como las que se imponen ellas mismas.
"La mayoría de nosotros hacemos cosas estúpidas: conocemos a la persona adecuada pero decidimos que no es el momento, o nos enamoramos y nos alejamos. La gente sabotea su propia felicidad todo el tiempo", asegura la autora del bestseller "Yo antes de ti" (2012), llevado al cine en 2015 y en cuya tercera parte trabaja ahora mientras prepara, además, dos guiones de películas.
La escritora británica cree que la clave de todo es la "tensión", ya que, para ella, las mejores historias de amor tratan siempre sobre querer lo que no puedes tener. Que dos personas se enamoren, se agarren de la mano y caminen juntos hacia el atardecer, a su juicio, "no es interesante para nada".
En eso se basó para escribir su última novela publicada en Argentina, "La chica que dejaste atrás" (Penguin Random House), que cuenta la historia de dos mujeres separadas por un siglo pero unidas por su batalla por lo que aman y un retrato que, al mismo tiempo, refleja lo que supuso el robo de piezas de arte durante la Primera Guerra Mundial.
"Creo que como hija de dos artistas quería mostrar el poder simbólico que le damos al arte. Muchas de las familias que intentaron recuperar durante años sus obras robadas en la Primera y la Segunda Guerra Mundial no era el valor del arte en lo que estaban interesados, sino en lo que significaba para su familia y lo que habían perdido", cuenta.
Tanto en esta como en casi todas sus novelas, Moyes, que hace 15 años dejó su carrera como periodista para dedicarse a la escritura, muestra a personajes femeninos fuertes y con carácter que, sin embargo, permanecen atrapados en una realidad que les queda pequeña.
"Hoy veo a mujeres que toman malas decisiones, mujeres que se limitan porque no creen que puedan sacar más y veo una sociedad que les dice cada vez más que se mantengan dentro de los márgenes, que no se salgan, que permanezcan seguras, que no dejen sus casas... y lo odio", apunta.
En ese sentido, cree que en el mundo actual, además de "epidemias" como los 300 feminicidios ocurridos en Argentina el pasado año, se está dando marcha atrás en la conquista de derechos de las mujeres. Es el caso, ejemplifica, de Estados Unidos después de que el presidente Donald Trump retirara fondos a la planificación familiar.
"Me preocupa muchísimo. Siento que estamos perdiendo el sentido de lo que es ser iguales y estar juntos. Hay demasiadas divisiones", señala antes de volver a hacer referencia a la llegada al poder del magnate estadounidense.
"Asumimos que el progreso va en una dirección y lo que nos ha enseñado el último año es que tus libertades fundamentales siempre tienen que ser peleadas", asevera.
La novelista critica que aunque "nos criaron para creer que si trabajas lo suficientemente duro, cosas buenas te pasarán", el hecho de que el poder y el dinero se concentren en "los de arriba" provoca que, a veces, eso no sea una opción.
Según denuncia Moyes, los ciudadanos tienen cada vez menos expectativas pero en lugar de culpar a bancos, políticos o empresas de su situación, se giran y atacan "a la mujer que le quitó el trabajo, al refugiado o al inmigrante".
Por eso cree que los escritores tienen la responsabilidad de "ilustrar" las injusticias sin asumir una postura política, es decir, contando una problemática "mientras hacen reír y llorar" para que permanezca en la mente de los lectores y las cosas comiencen a cambiar.