La columna de José Arnaldo Pérez: ¿Las mujeres? Claro que sí
Revisa la opinión del periodista de Al Aire Libre en Cooperativa en relación a nuestras deportistas.
Por Por José Arnaldo Pérez, @ChascaPerez
El devenir de las cosas muchas veces sorprende por sus curiosidades y temas que justo pasan en el momento que hacen pensar en la casualidad, o para quienes son creyentes en que Dios sabe el momento justo de sus cosas. ¿A qué vamos? Que precisamente en los días que en nuestro país se desarrollaba una marcha por los derechos de las mujeres (muy legítimos, justos y necesarios) varias deportistas lograban –una vez más- hitos relevantes para Chile.
Comenzamos con María Fernanda Valdés que en los Panamericanos de Levantamiento de Pesas en República Dominicana conquistaba una presea dorada y dos medallas de plata. Que se agregan al título planetario del 2017 en Anaheim, Estado Unidos, razón de sobra que justifican que sea la abanderada en la apertura de los Juegos Odesur de Cochabamba (sí, lo sé, que los tiempos cambian y hoy injustamente se les dice Suramericanos).
Las alegrías siguieron en el atletismo, ya que Natalia Ducó, la misma que fue campeona del mundo juvenil del lanzamiento de la bala, pulverizó un récord que a ella misma le pertenecía desde el 2012 cuando su brazo disparo la bola maciza a 18 metro 80 en los Juegos Olímpicos de Londres (competencia donde a muchos de los nuestros les flaquean las piernas y están lejos no sólo de lugares de privilegio, sino que también de sus propios registros). La nueva marca que hace augurar un gran desempeño en Bolivia fue de 18,97. Con un resultado así en Río 2016 hubiera rematado cuarta, a sólo cuatro centímetros de la estadounidense Michelle Carter que ganó el bronce.
Y para demostrar que las mujeres son capaces de superar toda adversidad, por dura que esta sea, María Paz Valenzuela hizo cumbre en el Everest, con una historia de lucha maravillosa, donde de paso le ganó al cáncer de mama. Así logró el merecido premio a tal victoria, la cima del mundo.
Es que la mujeres, claro que sí, siempre han podio en el deporte, incluso venciendo prejuicios de la época, sociales o culturales. Anita Lizana lo mostró cuando en 1937 se convirtió en la primera tenista latinoamericana en ganar un Grand Slam al conquistar Forrest Hill, o mejor dicho el abierto de los Estados Unidos. O con Marlene Arhens y su medalla de plata en la jabalina en los Juegos de Melbourne 1956. De hecho nunca descuido sus labores de esposa o madre para los cuestionamientos que pudo vivir de la siempre conservadora sociedad chilena, y se la ve en más de una toma entrenando con su pequeña hija al lado.
Y este tema no sólo se da en nuestro país, ya que está lleno de aquellas competidoras han vencido los prejuicios, mis prejuicios, nuestros prejuicios. Y son muchas las disciplinas donde no existe diferencia alguna entre las categorías masculinas y las femeninas a la hora de sentir emoción por el desarrollo de éstas. Salvo las cosas obvias de apariencia que saltan a la vista, una posta de cuatro por cien enardece a todos los que la presencian. Las últimas brazadas en la piscina en una cerrada llegada en la natación ponen de pie a todo el estadio, dando igual si son mujeres o varones. Y así pasa en innúmeras competencias. Creo que sólo en dos todavía resulta más atractivo ver un juego de hombres, como es el fútbol –aunque en este cada vez se acortan cada vez más las diferencias- y el básquetbol –donde las clavadas en el tablero y tapones llenan la vista-.
Pero están las otras disciplinas donde por más fuerza que tengan los cultores masculinos, jamás se les ha visto tal despliegue como el de la rama femenina. Siendo el punto máximo de esa superdotada actuación de las mujeres la gimnasia. Lo que hacen con sutileza, perfección finura, elegancia es el deporte llevado a poesía. Y me resulta imposible cada vez que doy este ejemplo no recordar a la rumana Daniela Silivas, que obtuvo el sagrado oro olímpico en Seul 88' con un ejercicio de piso perfecto, y ese doble salto instantáneo atrás y adelante, demostrándonos a todos, que las mujeres pueden, y los hombres también, si tomamos como lección su rutina, porque para lograr los objetivos en la vida se puede saltar hacia atrás, pero en el acto tomar fuerza y seguir adelante para alcanzar el merecido triunfo.