El pastor nómada y pizzero que vivió en la calle y le atajó un penal a Cristiano en el Mundial

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- Periodista Radio: EFE/AlAireLibre.cl

Alireza Beiranvand tuvo que pasar momentos complicados antes de ser futbolista.

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Alireza Beiranvand es el hijo menor de una familia de pastores nómadas de la región septentrional del Lorestán, en Irán, y vivió una particular historia antes de lucirse al atajar un penal ejecutado por Cristiano Ronaldo en el Mundial de Rusia.

Beiranvand tuvo que trabajar de pastor, pizzero y lavar autos además de huir de casa y dormir en la calle antes de conquistar la portería de la selección de su país.

Por ello acumuló varias noches a la intemperie en la fría y desapacible Teherán, alejado de su familia.

"Para mí, el mayor reto son todos los sacrificios que tuve que afrontar a lo largo de mi carrera deportiva. Hace años no tenía ni un lugar donde dormir, estaba lejos de mi familia y eso fue el mayor de los obstáculos", explicó a EFE hace algunos días, luego de su enorme actuación ante Marruecos.

Beiranvand nació el 25 de septiembre de 1992 en un hospital de la pequeña ciudad de Sarabias en el seno de una de las típicas familias de pastores nómadas que aun se peregrinan con su ganado de pasto en pasto.

A corta edad empezó a trabajar con su padre, combinando la actividad con su pasión por la pelota y por el Dal Paran, un juego tradicional iraní consistente en el lanzamiento de piedras, que después tendría incidencia en su vida y en su carrera deportiva.

Inició su carrera como delantero en un club local cuando a los 12 años su padre decidió abandonar la dureza de la vida nómada y asentarse en la pequeña capital del Lorestán. En dicho equipo un día se lesionó el portero y debió ubicarse por algunos minutos cuando una parada portentosa le convenció de que su destino estaba escrito bajo el larguero.

Pero su padre, Morteza Beiranvand, quería que su hijo buscara "un trabajo de verdad" e incluso llegó a esconderle los guantes para que se centrara en otra cosa, lo que derivó en su escape del hogar gracias al dinero que le prestó un amigo.

Incluso vivió varios momentos complicados, como dormir a la intemperie en las afueras de las instalaciones del club de Hossein Feiz, director de una institución de fútbol infantil. Cuando se levantó notó que la gente le había echado unas monedas como si fuera un mendigo, lo que le dio la oportunidad de desayunar.

El club Feiz comprendió su obstinación y valentía y le dejó entrar para que le mostrara sus habilidades. Superó la prueba y se quedó en el club. A los pocos días, un compañero le ofreció cobijo por dos semanas y otro comenzar a trabajar en el taller de costura de su padre, como muchacho de los recados.

Su vida cambió definitivamente cuando fue convocado por la selección sub 21 y en apenas una temporada se hizo con el puesto de titular en su club. Los aficionados descubrieron entonces otra de las virtudes de su guardavallas que es su saque de puerta con la mano, pues es capaz de lanzar el balón a 60 metros.