La columna de José Arnaldo Pérez: Los héroes también mueren

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Por José Arnaldo Pérez

El periodista de Al Aire Libre en Cooperativa nos entrega su opinión tras el fallecimiento del legendario "Tiburón" Contreras.

Por José Arnaldo Pérez @Chascaperez

Cuando se es pequeño lo primero que uno va conociendo se agiganta, cree que es lo mejor que existe. No en vano para la mayoría de los niños su primer héroe es el padre y, si bien, en la medida que se crece uno descubre el mundo y muchas realidades, y ve que en muchas materias hay quienes lo superan su condición de ídolo no se esfuma.

Víctor “Tiburón” Contreras fue de esos héroes cuando aún estar conectado con el mundo costaba mucho, y sus hazañas, como corresponde a los que admiras, eran victorias que se celebraban. Su calidad de nadador de aguas abiertas –en la época que aún esa prueba no era Olímpica- fue reconocida internacionalmente. Su especialidad más aún tenía el agregado que lo hacía en aguas gélidas, atravesó el Estrecho de Magallanes, el Cabo de Hornos, el Canal Beagle, fue el primero en completar el cruce del Canal del Chacao, y en el plano mundial impuso un récord en el estrecho de Gibraltar que estuvo vigente por 14 años, el Canal de la Mancha y también quedó en los anales al ser el inédito deportista en nadar en aguas antárticas sin traje de protección. Su único logro que le faltó completar, porque las autoridades le pidieron que saliera porque estaba muy contaminado, fue cruzar el Mar del Plata. Aquel que ya había logrado otro legendario chileno, Jorge Berroeta, quien lo hizo en la década del 40’ luego de 23 horas y 27 minutos, y al llegar a la otra orilla se arrodilló y tomó un puñado de arena para decir “es mía, me la gané”.

En esos años no sólo el “Tiburón” Contreras era de los héroes de los niños chilenos, que también gozaban con Martín Vargas, Patricio Cornejo, Jaime Fillol, Hans Gildemaister, Fernando Vera, entro otros, además de los futbolistas de cada equipo. Los mismos que con un triunfo o éxito hacían olvidar lo que por esos años se vivía en materias alejadas del deporte. Porque a un héroe siempre se le pide que nos salve, que él sea quien nos guíe a la victoria, convirtiéndose en una suerte de redentor… Bueno eso no se ha esfumado, ya que hasta el día de hoy se mantiene. Tal cual lo vive Lionel Messi en Argentina.

Pero paradojalmente muchas veces esos héroes son ligados a afanes o intereses políticos que buscan algo muy diferente al éxito deportivo. El propio Víctor "Tiburón" Contreras aclaró que él era agradecido de Pinochet porque lo apoyó y "si lo hubiera hecho un amarillo, un rojo o un celeste, lo que sea, igual sería un agradecido". Los "grandes analistas" en los distintos países son los que después generan el descredito de un deportista por apoyar a cierto señor en momentos complicados. Pero para los niños esos afanes no cuentan ya que los mezquinos, sucios y calculadas intenciones no los permean, y ven el logro de la forma más pura y merecedora de admiración. Como cuando Niki Lauda volvió a correr apenas un mes luego de incendiarse su auto en 1976.

Si bien el paso del tiempo te abre al mundo y vas conociendo otros próceres con iguales logros, aquellos de niñez permanecen guardados sin que le tiempo los borre,  si no que los deja atesorados en un lugar donde las imágenes no se empequeñecen ante nuevos hitos de otras megaesteellas del deporte… Lo único que sí logra hacer mella en ellos es el camino inevitable de los mortales. Por eso dolió cuando falleció Cassius Clay, o mejor dicho Muhammad Alí, Carlos Monzón, Ayrton Senna, y en los últimos días en nuestro país Alberto Fouillioux y Víctor "Tiburón" Contreras, ya que en ellos el color no importó, sí sus hazañas. Y que la existencia nos viene a decir de forma firme que los héroes también mueren.