La columna de Rodrigo Goldberg: Gol, producto escaso

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Revisa la columna del comentarista de Al Aire Libre sobre el presente de La Roja.

Por Rodrigo Goldberg, @Polaco_Goldberg

Se vienen dos partidos más de nuestra selección y, tal como lo he planteado anteriormente, no me preocupa en absoluto el resultado más sí el funcionamiento. Que no estén Jorge Valdivia o Marcelo Díaz y sí Angelo Henríquez puede llegar a ser inentendible, pero sí se enmarca dentro del discurso tajante de Reinaldo Rueda. Y como se trata de partidos amistosos no le doy la gravedad que pudiera tener en otras circunstancias.

Sin embargo hay una preocupante tendencia que se da en delantera. Mi querido compañero Jorge Gómez (@pelotazo) me mostró una estadística que me hace arrugar la nariz. En la era Rueda sólo uno de los sietes goles corresponde a un delantero. Y si es que podemos considerar a Marco Bolados como delantero. En el resto aparecen Arturo Vidal, Guillermo Maripán, Miiko Albornoz y otros. 

Alguien me podría decir que Olivier Giroud fue campeón del mundo sin convertir un pinche gol. Cierto. Pero no consideran la amplitud y potencia de un mediocampo de talla mundial que tenía a  Kante, Pogba, Mbappé, Matuidi y Griezmann. No es que Chile no tenga buenos volantes, pero el momento que viven dista del ideal salvo honrosas excepciones.

¿Les digo algo más? El momento que está viviendo Alexis Sánchez no contribuye a ser precisamente optimistas. El caso de Eduardo Vargas es un enigma: Bigoleador de Copa América, pero desapareció en la última parte de las últimas clasificatorias. Es un goleador de raza, pero nunca se sabe a ciencia cierta si va a aparecer o no.

Ante este panorama no queda otra que mirar fijamente la figura del colombiano Reinaldo Rueda. Por varias sencillas razones.

El gol necesita elaboración para que se haga una confiable costumbre. Principalmente porque el futbolista confía en la repetición de secuencias exitosas para poder recrearlas en busca de ese bendito gol. Cada acercamiento o jugada que termina en remate al arco (sin terminar necesariamente en gol) acrecienta la convicción de esa secuencia. La labor del técnico en esto es vital. No solamente porque es el encargado en definir las formas (considerando las cualidades de sus jugadores), también porque debe observar, corregir y rediseñar si es necesario.

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Sin embargo, cuando esto no resulta normalmente se pasa a un segundo intento que es más individual que colectivo. Se tiende a delegar la responsabilidad en el jugador más hábil o desequilibrante. Casi por defecto se busca al talentoso para que pueda “resolver el problema”. Y lo que debiera ser una alternativa más se termina transformando en una forma única.

Lo que puede ser una solución efectiva tiende a ser más efectista. Porque principalmente oculta el problema colectivo y lo vuelve personal, siendo que la historia más exitosa de nuestra selección dicta que Chile era una fuerza grupal.

Hoy la labor de Rueda es amplia en la búsqueda, pero a no olvidar el trabajo de cancha. Hay poco gol y eso es hecho que viene del proceso anterior. El gol es un producto escaso que se paga bien y hoy no lo tenemos. El desafío está planteado.