La bitácora de viaje de Aldo Schiappacasse desde Miami: Los sueños de Vidal y Jadue
El comentarista de Al Aire Libre en Cooperativa hizo la previa del amistoso de la Roja contra Perú.
Por Aldo Schiappacasse, @AldoRomuloS
Arturo Vidal ha jugado seis partidos contra los peruanos. Y ha ganado los seis. Ese es su sello: la calidad, el temple y, por supuesto, la soberbia. Desde sus comienzos para el Rey no hubo concesiones, porque entendía que no podía darlas. Desafió a todo el mundo, se enfrentó contra quien se le puso al frente y así fue como llegó a los mejores equipos del mundo. Pero, como bien sabemos, todo tiene su límite, y Arturo parece haberlos traspasado en el Barcelona y la selección.
Demandar la titularidad en el equipo de Valverde, que es una selección mundial, puede tener sus costos. No lo sabemos, porque en esta batalla al todo o nada Vidal puede ganar y obtener su camiseta en un mediocampo estelar. O perder, y ganarse la enemistad del técnico, sus compañeros, la hinchada y la prensa. Y ver como se viene abajo su sueño de Champions.
Dos cosas. El uso que hace de redes sociales nos permitió enterarnos -por su hijo- que se iba a Cataluña. Y fue el mismo soporte el que motivó la pelea más cruenta y profunda de los últimos tiempos en la selección chilena. Mucho más que la de Zamorano y Salas, de Valdés y Reinoso y poco menos que la de Riera con Cuá Cuá.
La segunda, la soberbia que el mismo Vidal detectó en aquel mensaje dejado en el camarín del estadio Nacional de Lima tras la victoria contra Perú, y que a la larga sirvió más para motivar al adversario que para alimentar la ilusión propia. Quizás sea lección aprendida, pero con estos muchachos pocas veces se sabe. Basta que se enrielen un poco nomás.
No sólo Vidal puede esgrimir los números frente al rival clásico. Chile ha ganado 44 de los 79 partidos jugados en la historia. Ha triunfado en 13 de los últimos 14 juegos y desde el 2006 sólo perdió el 2013 en Lima, en el partido de debut de Sampaoli, con la bicicleta de Junior.
Eran los tiempos dorados de Sergio Jadue, que ahora se pasea en un Audi descapotable por Miami, bajo el gentil auspicio del FBI. Son unas lindas vacaciones de no ser por el explicable desprecio familiar y de una tobillera que debe ser incómoda, pero ya logró uno de sus sueños: ser flaco. Que era el principal de sus desvelos. El otro era vivir en vacaciones permanentes, que también lo consiguió, al igual que la fama. Le faltó solo el respeto.