Madagascar, la isla de los apellidos impronunciables

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EFE

Hery Rajaonarimampianina ostenta, desde que llegó al poder en enero de 2014, el récord del jefe de Estado con el apellido más largo.

La pronunciación complica aún más el desafío porque no coincide con lo escrito.

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En la tradición malgache, antes de la colonización, el nombre y el apellido no se separaban, sino que cada individuo era llamado por un único nombre.

Un total de 36 candidatos compitieron este miércoles en las urnas por la Presidencia de Madagascar y, más allá de programas políticos, la mayoría comparte un denominador común: los eternos e impronunciables apellidos malgaches.

Entre ellos figura el presidente saliente, Hery Rajaonarimampianina, quien ostenta, desde que llegó al poder en enero de 2014, el récord del jefe de Estado con el apellido más largo, con un total de 19 caracteres, mientras su nombre completo, Hery Martial Rakotoarimanana Rajaonarimampianina, alcanza los 45.

No andan lejos los también candidatos presidenciales Zafimahaleo Dit Dama Mahaleo Rasolofondraosolo o Haingo Andrianjakamalala Rasolofonjoa, con 42 y 35 caracteres, respectivamente.

La explicación de este fenómeno, fuente de problemas para cualquier locutor de radio no nacido en la mayor isla de África, ha de buscarse en la tradición malgache previa a la colonización.

Entonces, el nombre y el apellido no se separaban, sino que cada individuo era llamado por un único nombre, resultado de la mezcla entre ambos.

Aunque no existía una norma común en toda la isla a la hora de elegir los nombres -Madagascar acoge una amplia diversidad cultural, con alrededor de 15 grupos étnicos distintos- sí que se trataba de un proceso ineludible en todos los casos, donde la astrología o las raíces familiares jugaban un papel importante.

En este sentido, el lingüista Narivelo Rajaonarimanana asegura que "el nombre malgache no es una etiqueta. Es un deseo, un destino, una palabra que contradice un mal destino, un recuerdo del día de nacimiento, una combinación de nombres de los padres o ancestros".

Así, este puede expresar el carácter, físico o emocional, de la persona; el amor filial; el prestigio; el honor de la familia o el destino que le espera a un individuo.

Los prefijos "zafi-" (nieta o nieto) y "zana-" (hija o hijo), por ejemplo, se usan habitualmente; así como "rai-" (padre), "reni-" (madre) o "Ra-", que equivale al tratamiento de señor o señora como muestra de respeto.

Asimismo, en el caso de los hombres son habituales, aún a día de hoy, los nombres con significados asignados tradicionalmente al género masculino, como Mahery (robusto), Haja (honor), Mendrika (mérito) o Fahendrena (sensatez).

Por otro lado, la pronunciación complica aún más el desafío porque no coincide con lo escrito, aunque el uso del alfabeto latino pueda confundir al lector.

Algunos de los nombres más largos de la genealogía malgache se pueden encontrar en las dinastías que reinaron en la isla antes de la llegada de los europeos, como Andriantsimitoviaminandriandehibe ("el noble sin igual entre los grandes nobles") o su hermano Andriantsimitoviaminandriandrazaka ("el noble sin igual entre sus hermanos").

Ninguno supera, sin embargo, a Andrianampoinimerinatompokoindrindra, que gobernó durante el siglo XVII y cuyo nombre significa "el príncipe que no es como los otros grandes príncipes".

Otra característica curiosa de los apellidos malgaches es que no son necesariamente permanentes y, de hecho, pueden cambiar a lo largo de la vida en función de eventos importantes como la circuncisión, el matrimonio o el nacimiento del primer hijo.

La irrupción de Francia

La irrupción de los colonos franceses en la isla a finales del siglo XIX provocó la reducción de la longitud de los nombres, que hoy se han convertido habitualmente en apellidos de una docena de caracteres.

En la actualidad, son comunes los diminutivos o los apodos, como en el caso de la capital, Antananarivo, a la cual los malgaches suelen referirse como "Tana", una versión abreviada de su nombre en francés, Tananarive.

Esto también sucede con otras palabras cotidianas como autobús: nadie utiliza el término malgache "fiara fitateram-bahoaka", sino que usan el francés "bus" o el número del vehículo directamente.

Sin embargo, la pronunciación de apellidos como el del presidente saliente ocasionan todavía algún dolor de cabeza a los corresponsales extranjeros -especialmente los radiofónicos- quienes cubren las elecciones en esta exótica isla, la cuarta más grande del mundo.