Marcela Aranda, denunciante de Renato Poblete: El abuso te destruye y pulveriza

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Autor: Cooperativa.cl

La teóloga de la UC remarcó que "no se trata de enjuiciar a un muerto, aquí se trata de que la Compañía de Jesús tiene la oportunidad de revisar qué pasó".

"Me siento con la responsabilidad de decir que fui yo quien hizo esa denuncia, que la gente perciba la devastación", afirmó.

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Marcela Aranda conoció a Renato Poblete en la década de los 80, cuando fue su guía espiritual.

La teóloga e ingeniera Marcela Aranda Escobar, de 53 años, sacó la voz luego de que denunciara por abusos sexuales y de poder al sacerdote jesuita Renato Poblete, quien falleció en 2010.

"Me siento sobreviviendo con gran esfuerzo, mucha ayuda especializada y el cariño de mis amigos por abusos horrorosos", relata la mujer a El Mercurio, su primera entrevista tras hacerse público el caso.

Aranda, profesora de la Facultad de Teología de la UC, presentó la denuncia ante la Comisión de Escucha que encargó el obispo Charles Scicluna. Hace exactos 10 días, la Compañía de Jesus -orden a la que perteneció Poblete- confirmó que se investiga la denuncia de abusos "en el ámbito sexual, de poder y de conciencia" ocurridos entre 1985 y 1993.

Marcela decidió no revelar, públicamente, los abusos que sufrió hasta que sea llamada entregar su testimonio frente al investigador canónico.

"Cuando uno hace una denuncia de la envergadura de la que he hecho y del personaje (que se trata), me siento con la responsabilidad de decir que fui yo quien hizo esa denuncia, que la gente perciba la devastación que hay en quien ha sufrido estos abusos, con nombre y rostro concreto. Que vean las huellas del dolor", explica por su decisión de hablar con la prensa.

Marcela afirma que decidió denunciar ahora porque "las víctimas hacemos un proceso muy doloroso y de muchos años, 20, 30, 50, entre el abuso y el momento que, por fin, logramos poner en palabras el horror que sufrimos".

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"Me siento con la responsabilidad de decir que fui yo quien hizo esa denuncia", afirma Marcela.

"Lo mío, me ha dicho la sicóloga, ha sido una disociación, para sobrevivir, olvidé completamente el período en que fui terriblemente abusada. Mis amigos me dicen que nunca hablé de ese período de mi vida. Inconscientemente borré todo recuerdo, como si esos años nunca hubieran existido, fue una disociación, no una pérdida de memoria", explica.

Marcela añade que "el abuso te va destruyendo golpe a golpe, va pulverizando todos los niveles de la vida. Sufrí una destrucción afectiva, de mis emociones, de mis relaciones amorosas, de amistad. Mi vida académica, si bien fue un refugio muy importante, una de mis tablas de salvación, me costó una enormidad concentrarme para sacar adelante mi carrera de Ingeniería Mecánica y mi magíster en Teología".

Asimismo cuenta que estos abusos detruyeron su vida afectiva: "Nunca pude armar una relación con nadie. Mi capacidad de entablar relaciones personales, de sentir cariño y de sentirse querido quedó totalmente destruida. Edifiqué un muro para defenderme del mundo exterior, pero no solo quedó lo malo fuera, también lo bueno".

"Yo seré tu padre y te daré todo el cariño"

Marcela cuenta al matutino que conoció al jesuita cuando tenía entre 19 y 20 años, cuanod estudiaba Física. "En esa época tenía mucha inquietud de ayuda social y me acerqué al Hogar de Cristo para ser voluntaria, entusiasta, idealista, me movía mucho el pensamiento del Padre Hurtado", recuerda.

"Me aboqué con todo el entusiasmo juvenil -agrega- a ayudar en el Hogar de Cristo y me surgió este llamado a discernir una posible vocación religiosa. Es normal como católico que en algún momento uno se pregunte: ¿qué quiere Dios de mí? Me recomendaron tener un director espiritual para acompañar ese proceso y me hablaron del capellán Renato Poblete Barth".

"Me sentí muy honrada cuando aceptó recibirme, era una persona muy conocida. Fui muy confiada a ese primer encuentro, recuerdo que me dio un gran abrazo y me pidió que le relatara mi vida. En algún momento me dijo: 'De ahora en adelante, yo seré tu padre y te daré todo el cariño que necesitas'. Fue muy emocionante y me dejó completamente abierta a lo que vino después. Nunca pensé que un deseo y una búsqueda tan noble terminaría en un abuso tan horrible", relata.

Sobre los abusos que se prolongaron hasta que cumplió 27 años, Marcela remarca que "el abusador es una persona muy astuta, con un manejo impresionante de la sicología humana, pero para la maldad. Tienen la capacidad de percibir dónde está tu fragilidad, por ahí entran y uno no tiene herramientas para defenderse del abuso".

Así, añade, "A medida que van transcurriendo los hechos de abuso, uno va quedando completamente atrapado, comienza a perder la noción de lo que está bien y lo que está mal, pierde la voluntad, la libertad. Uno se transforma en un esclavo de la voluntad del otro".

La denuncia

Marcela explica que en mayo de 2018, como profesora de la Universidad Católica, la invitaron a participar en una charla con James Hamilton, víctima del sacerdote Fernando Karadima, sin embargo, "me produjo un malestar físico y emocional tremendo", por lo que no pudo asistir.

Cinco meses después fue invitada a una reunión con el abogado Juan Pablo Hermosilla, quien daría una charla a los profesores de Teología de la UC sobre "la renovación de las estructuras eclesiales que finalmente han propiciado el abuso".

Fue entonces, afirma, que "se me abrió la herida, sentí una angustia que no podía controlar, no entendía qué me pasaba. En mi desesperación llamé a mi colega y gran amigo, el sacerdote Rodrigo Polanco".

La reunión se concretaría un día antes de la reunión con Hermosilla, sin embargo, "brotaron en mi memoria los más horrorosos recuerdos del abuso sexual sufrido y colapsé psicológicamente".

"Entonces -prosigue- volví a llamar a Rodrigo para que conversáramos de inmediato. Durante toda esa tarde del 14 de octubre fui, poco a poco, poniendo en palabras los más espantosos y dolorosos eventos del abuso que hasta ese momento lograba recordar".

"El proceso de recordar es como si te volvieran a abusar, revivir el abuso sexual con todo el dolor y el horror que implicó. Recordar es muy liberador, pero al mismo tiempo, terriblemente devastador", expresa Marcela.

Fue así que en la reunión con Juan Pablo Hermosilla, hoy abogado de la teóloga, decidió hablar, aunque no recuerda nada, sólo lo que los asistentes le comentaron.

"Dicen que di las gracias a Juan Pablo, hablé de que me sentía muy adolorida, por lo que contó de otras víctimas y que sentía su dolor en carne propia, dije que yo también había sido abusada sexualmente por un sacerdote".

Fue en noviembre cuando se acercó a Hermosilla y "en conjunto decidimos iniciar una denuncia eclesiástica en la oficina de escucha que monseñor Scicluna dejó en Chile".

"Me anima buscar verdad y justicia, soy parte de la Iglesia y responsable por ella también. Soy profesora de Teología y sigo siendo católica con todas las dudas que me han invadido, las faltas de confianza, la rabia", enfatiza.

"Obviamente que estos hechos me cuestionan mucho la fe y la confianza", sostiene Aranda quien agrega que "el abuso no destruye una parte de uno, te destruye entero, incluida la fe. Quería que fuera la Iglesia a la que pertenezco la que primero acogiera mi denuncia y tuviera la oportunidad de investigar, transparentar y sancionar estos terribles abusos de que fui objeto".

"Aquí no se trata de enjuiciar a un muerto, aquí se trata de que la Compañía de Jesús tiene la oportunidad de revisar qué pasó para que alguien sufriera el abuso que yo sufrí por tantos años y nadie hiciera nada, como si nadie hubiera visto ni oído nada".