Denunciante de violación en la Catedral: "Yo lo único que busco es verdad y justicia"
El denunciante, Daniel Rojas, detalló su experiencia cuando el sacerdote Tito Rivera presuntamente lo habría drogado y abusado de él.
"Te voy a echar una ayudita pero prométeme que no le vas a contar a nadie", dice que le dijo el cardenal Ricardo Ezzati cuando le contó.
El hombre denunció los hechos ocurridos en 2015 en la principal sede de la Iglesia Católica en Santiago.
El denunciante de haber sido víctima de una violación en la Catedral de Santiago habló por primera vez de los hechos y aseguró que lo único que busca es "verdad y justicia".
Daniel Rojas Álvarez, de 43 años, actualmente vive en las calles de Santiago y no tiene antecedentes penales. Está divorciado y tiene tres hijos.
En un reportaje de canal 24 Horas detalló los hechos que vivió en 2015, cuando fue "violado en la Catedral de Santiago con cuarenta y tantos años. Yo iba a buscar un remedio para mi hija, a esta edad cuesta creer que me pasó esto".
"Saco fuerzas de flaqueza para hablar con usted, pero lo estoy haciendo porque quiero verdad y justicia. Nada más. Y que vengan los golpes, que venga el prejuicio porque el prejuicio ya lo tengo. El prejuicio de estar en la calle, de mucha gente que prefiere seguir haciendo leña del árbol caído. El prejuicio de vivir invierno en esa banca", partió contando.
"Yo no necesito que me paguen un pasaje para ir a conocer al Papa, ni estar en el mejor hotel en Roma, yo no busco aquí millones, yo lo único que busco es verdad y justicia", manifestó acongojado.
La violación
Según su detallado relato, fue atendido por el sacerdote Tito Rivera quien lo habría llevado hasta una pieza en el segundo piso del recinto donde le dio un vaso de agua. Tras esto, empezó a sentirse sin fuerzas.
"Viene y se saca como una cruz, unos anillos, y los deja arriba de la mesa y se va contra mí y yo no tenía fuerza. Cuesta creerlo. Empezó a abusar de mí, me bajó el cierre, primero comenzó a hacerme tocaciones. Me abrió las piernas, me bajó el cierre, después me tiró esto para acá, me levantaba y le costaba porque no me podía mover ni yo y yo quería defenderme, quería mover este brazo para ponérselo en la frente, para sacarlo y no podía", dijo en el crudo relato.
"Empecé a llorar, a desesperarme, una frustración terrible estar en esa situación, totalmente vulnerable, donde esta persona estás viendo que está bajándote el cierre y de repente empieza a besarme el pene. Y yo cada vez iba perdiendo más la movilidad. (...) Yo no tenía nada 13 años, no era un menor. Yo podría haberle pegado, pero mi cuerpo no me reaccionaba, me sentía cochino", contó emocionado hasta las lágrimas.
"De repente se baja los slip, abre el velador, saca una vaselina y se empieza a echar él en su ano y se sienta sobre mí. Terminó acabándome en el ombligo. Esas son las cosas que a mí hasta el día de hoy no me dejan dormir en la noche", agregó.
El rol de Ezzati
Según el relato de Rojas Álvarez, el 18 de marzo de ese mismo año, días después de la situación, denunció al padre Rivera en la Oficina Pastoral de Denuncias, lo que dio origen a una investigación previa del sacerdote Francisco Walker.
Ahí saltó otra denuncia que había llegado al correo de la Iglesia el año 2012, el mismo día en que se había suicidado el cura Rodrigo Allende que había sido acusado de abuso sexual.
Según Rojas Álvarez, al ver que la investigación no avanzaba, fue a hablar con el cardenal Ricardo Ezzati quien realizaba confesiones algunos días de la semana.
"Le empiezo a confesar lo que me había pasado en el segundo piso, por qué llegué a ese segundo piso, le conté lo que le había pasado a mi hija y lo que había hecho el padre Tito Rivera de mí. Entonces, me dice ya. Y ahí, dentro del confesionario, él empieza a decir lo mismo, que no le cuente a nadie. Después me lo vuelve a repetir pero afuera del confesionario. 'En estos momentos esto queda en las manos de Dios, que Dios va a juzgar'", contó.
"Me dice: 'te voy a echar una ayudita pero prométeme que no le vas a contar a nadie porque por algo nosotros te vamos a empezar a ayudar'. Le dije, 'ya ok'. Y me mandó una ayuda, un billete de 20 mil pesos y otro de 10 mil pesos", detalló.
La investigación además dio cuenta de empleados y sacerdotes de la Catedral que habían dicho que el padre Rivera más de una vez subió a jóvenes y acólitos al dormitorio donde fue llevado Rojas Álvarez. Uno de los funcionarios además declaró que la habitación usada por el sacerdote quedaba inmunda.
Abogada: Las personas en situación de calle tienen "varios problemas mentales"
La abogada del sacerdote Tito Rivera también habló con 24 Horas y negó tajantemente la declaración de Rojas.
Sandra Pinto manifestó que es "imposible, incluso si usted ve al padre Tito, no tiene fuerza, no tiene ninguna posibilidad de imponerse ante un señor que hoy tiene 41, 42 años. Entiendo que la denuncia es de marzo del año 2015, cuando el padre ya estaba en muy malas condiciones. De hecho, el padre debe llevar unos cinco años fácilmente entrando y saliendo de hospitalizaciones".
Además, cuestionó la veracidad de la declaración de Rojas, asegurando que "efectivamente una persona que se define en situación de calle, indigente, normalmente son personas que tienen varios problemas mentales. Si el Tribunal Eclesiástico estimó que era verosímil, fue porque efectivamente contó con la denuncia de este señor, que fue bastante persistente".
Sin embargo, según 24 Horas, el peritaje psicológico que le practicó la PDI mostró síntomas ansiosos y depresivos asociados a la experiencia. Según la policía, Daniel Rojas tiene las competencias necesarias para declarar y descartaron que los signos de daño psicológico respondan a un proceso de simulación para obtener algún beneficio.
Eso sí, la abogada admitió que el padre Rivera tuvo "conductas homosexuales".
"Podría definirse como una persona que ha tenido algunas conductas homosexuales y también heterosexuales como la gran mayoría de los sacerdotes, por lo demás", aseguró.