Papa Francisco pidió no cerrar "ni los ojos, ni el corazón, ni la mano" a los migrantes
Durante su visita en Bulgaria, el pontífice apuntó al sentimiento xenófobo que actualmente se difunde en ese país.
Ese gobierno rechazó firmar el Pacto Migratorio de Naciones Unidas el año pasado.
Francisco pidió mayores esfuerzos para que los migrantes tengan "condiciones que les permitan llevar una vida digna".
Tras su llegada a Bulgaria, el papa Francisco afirmó que no se puede cerrar "los ojos, el corazón y la mano a los migrantes", por el sentimiento xenófobo que actualmente se difunde en ese país.
El pontífice habló hoy domingo a las autoridades y al gobierno búlgaro, formado por una coalición conservadora que incluye a partidos de extrema derecha, y recordó el pasado de inmigrantes de ese país, con más de dos millones de nativos que han dejado la nación.
Francisco señaló que pasados 30 años del final del régimen soviético "que limitaba la libertad y las iniciativas", ahora Bulgaria debe afrontar las consecuencias de la emigración, y pidió mayores esfuerzos para que los migrantes puedan encontrar "las condiciones que les permitan llevar una vida digna".
Pero por otro lado, también hizo hincapié en que Bulgaria tiene que hacer frente "al fenómeno de aquellos que buscan entrar dentro de sus fronteras, para huir de la guerra y los conflictos o la miseria, e intentan alcanzar de cualquier forma las zonas más ricas del continente europeo, para encontrar nuevas oportunidades de existencia o simplemente un refugio seguro".
Por su parte, el presidente de Bulgaria, Rumen Radev, que habló antes del pontífice, coincidió con Francisco en que construir puentes y no muros es "la misión de nuestro tiempo".
"Los muros se levantan fácilmente, pero los puentes son difíciles de construir. Y si en las relaciones milenarias entre Bulgaria y el Vaticano dominó la buena voluntad y el respeto mutuo, los méritos de ello es de los constructores de puentes", añadi.
El país, cuya quinta parte de sus 7,1 millones de población vive en el umbral de la pobreza, construyó en los últimos años una valla metálica de más de 270 kilómetros para impedir que sirios, afganos e iraquíes que huían de la guerra llegaran a través de la frontera con Turquía los.
Por lo demás, el gobierno búlgaro rechazó firmar el Pacto Migratorio de Naciones Unidas sobre inmigración el año pasado, acuerdo que Francisco siempre ha promovido.
Ante un país que conoce bien el "drama de la emigración", el pontífice instó a las autoridades y al pueblo búlgaro a que no cierren "los ojos, ni el corazón, ni la mano a quien llama a vuestra puerta".
Francisco conocerá mañana a algunos de los migrantes que consiguieron llegar al país al visitar el centro de refugiados de Vrazdebna, que aloja sobre todo a familias con hijos procedentes de Siria.