Dos atractivos elencos destacan en la ópera "Così fan tutte", en el Municipal de Santiago
En medio de la compleja crisis que atraviesa ese escenario y como tercer título de su temporada lírica, con buenos resultados artísticos y hasta este sábado 27 se estará presentando esta comedia, considerada una de las obras maestras de Mozart y que no se representaba ahí desde 2005.
Han sido días difíciles para el Teatro Municipal de Santiago, con la crisis financiera y la desvinculación de 59 de sus trabajadores, incluyendo una docena de integrantes de uno de sus cuerpos estables, el excelente coro que dirige Jorge Klastornick.
Pero en medio de tan tristes y preocupantes circunstancias, continúa su temporada lírica, cuyo tercer título debutó el pasado viernes 19 y se está presentando hasta este sábado 27, con muy atractivos resultados artísticos y buena recepción del público para sus dos repartos: la comedia "Così fan tutte", considerada una de las obras maestras del célebre Wolfgang Amadeus Mozart.
Precisamente con esta pieza se está concluyendo un particular proyecto del Municipal: presentar durante tres años seguidos, con los mismos responsables de la propuesta escénica y la dirección musical, las óperas que integran una trilogía que suele ser mencionada por los expertos entre los grandes hitos de la fusión entre música y teatro de la historia de la ópera, gracias a la prodigiosa labor conjunta entre Mozart y su libretista, el italiano Lorenzo Da Ponte. Así, En el mismo orden cronológico en que fueron compuestas, en 2017 en este escenario se presentó "Las bodas de Fígaro", el año pasado "Don Giovanni" y ahora se culmina con este "Così fan tutte".
¿Elementos en común entre estas tres obras? Aunque sus personajes e historias no tienen conexión entre sí y cada una se puede apreciar por separado, todas incluyen enredos y confusiones, abordan circunstancias que tienen que ver con las relaciones de pareja, consiguen que en medio de las risas se den situaciones que pueden generar la reflexión del espectador y que incluso en medio de momentos cómicos se deslicen agudas observaciones, en especial las ligadas a las diferencias entre las clases sociales. No es menor que las primeras dos hayan sido creadas precisamente en los años que precedieron al estallido de la Revolución Francesa, y en particular la que se presenta en estos días en el Municipal se estrenó en 1790, al año siguiente de ésta (y un año antes de la muerte de su compositor).
A Chile, como casi todas las óperas de Mozart, llegó recién en el siglo XX: debutó en el Municipal en 1956, y sólo regresó en 1985, 1991, 1999 y 2005, por lo que las funciones que se están ofreciendo esta semana marcan sólo la sexta vez que este título es parte de la temporada oficial en ese teatro.
A diferencia de las otras dos óperas que estaban ambientadas en España, en este caso la acción transcurre en el Nápoles del siglo XVIII. Desarrollado en dos actos con un intermedio, el argumento es sencillo y sólo cuenta con seis personajes, pero el resultado es genial: Guglielmo y Ferrando, dos jóvenes que están de novios con dos hermanas, Fiordiligi y Dorabella, afirman que éstas son incapaces de engañarlos, aunque su amigo, el cínico y veterano Don Alfonso, les asegura que todas las mujeres terminan cayendo en lo mismo -como dice el título en italiano, "Così fan tutte", o sea, "así hacen todas"- y ellas no serán la excepción, lo que les demostrará a través de una apuesta.
Los novios fingen ser convocados a una campaña militar que los obliga a despedirse de sus amadas, y luego regresarán disfrazados para intentar engañarlas y seducirlas haciéndose pasar por extranjeros. En esta trama, Don Alfonso contará con el apoyo de la criada de las hermanas, la astuta y pizpireta Despina.
Un argumento que podría ser ridículo al verlo en tiempos actuales, y también algo arriesgado en estos tiempos de reivindicación femenina, se ve elevado a notable juego teatral gracias a la sublime música de Mozart y los divertidos diálogos y giros que propone el texto de Da Ponte.
El enorme potencial de esta obra maestra no alcanza su completo desarrollo en la propuesta escénica liderada por el director teatral Pierre Constant, pero hay que reconocer que está mucho mejor resuelta que las dos óperas anteriores: se conserva el mismo enorme y escuálido marco escénico (escenografía de Roberto Platé) que no terminó de entusiasmar a críticos y público en 2017 y 2018 y que fue considerado plano y monocorde, pero en esta ocasión funciona mucho mejor, apoyado por la iluminación (de Jacques Rouveyrollis, realizada por Christophe Naillet) que acá sugiere el entorno marino y la calidez mediterránea. El vestuario de Jacques Schmidt y Emmanuel Peduzzi no brilla particularmente, y en general todo sigue siendo muy minimalista, pero en esta ocasión los movimientos y desplazamientos son más efectivos y la historia está mejor aprovechada y desarrollada que en lo que se pudo apreciar en "Las bodas de Fígaro" y "Don Giovanni".
Algunas ideas son un buen aporte -la primera escena transcurre en un baño turco, el divertido enfrentamiento del final del primer acto, que incluye cambios climáticos, es vibrante y dinámico-, otras no son tan logradas y el ritmo es irregular, en especial en el segundo acto, pero en general el resultado es mucho más atractivo y satisfactorio que en los dos montajes previos.
Como en las dos anteriores óperas de esta trilogía en el Municipal, la dirección orquestal está a cargo del maestro italiano Attilio Cremonesi, director invitado principal de la Filarmónica, quien desarrolla una lectura casi de cámara, fluida y que ofrece diversos detalles que no siempre se aprecian en esta partitura, aunque nuevamente, como en 2017 y 2018, en algunos momentos recurre a variaciones en el ritmo que pueden desconcertar a los entendidos, como cuando dirige a una velocidad más rápida de lo habitual, lo que incide tanto en cambiar la atmósfera y tono de ciertos fragmentos (por ejemplo, el bello y diáfano trío "Soave sia il vento", o el final de la ópera), como en provocar ocasionales desajustes en los cantantes. En el segundo reparto, el llamado elenco estelar, el director residente de la orquesta, el chileno Pedro-Pablo Prudencio (quien el año pasado también participó en esta trilogía, cuando estuvo a cargo de "Don Giovanni"), logra un resultado más homogéneo, dinámico y atento a los solistas. En cuanto al coro, su participación en esta ópera es muy puntual, reducida y breve, y en este montaje no cantan en escena, ya que están ubicados fuera de la vista del público, en los palcos al costado del escenario. De todos modos, su desempeño es muy oportuno.
Los dos repartos convocados para este regreso de "Così fan tutte" son muy atractivos. El elenco internacional cuenta con dos representantes chilenas que figuran entre las sopranos más elogiadas de la escena local en los últimos años: mientras Marcela González es una Despina vivaz y chispeante, Paulina González sortea con inteligencia, musicalidad y buen desempeño vocal el exigente rol de Fiordiligi, resolviendo muy bien dos de los más grandes momentos solistas para la voz femenina que creó Mozart, "Come scoglio" y "Per pietà". Ambas cantaron ya en las dos otras óperas de esta trilogía: en "Las bodas de Fígaro" de 2017 la primera fue Cherubino, mientras la segunda fue la Condesa, y en "Don Giovanni" encarnaron a Zerlina y Doña Elvira, respectivamente.
Junto a ellas, regresó el barítono portugués José Fardilha, quien antes en el Municipal cantara en "La italiana en Argel" y "El barbero de Sevilla" y ahora fue un eficaz Don Alfonso, y debutan en Chile tres jóvenes cantantes que ya se han fogueado en escenarios tan prestigiosos como el MET de Nueva York y la Ópera de Viena: la mezzosoprano de origen tunecino Rihab Chaieb como Dorabella luce una voz cálida, bien proyectada y de bello timbre y color, y en lo actoral es sensual y se muestra desenvuelta y llena de energía; el barítono turco Orhan Yildiz es un Guglielmo humano y simpático, muy bien cantado, y el tenor estadounidense Andrew Stenson es un Ferrando de voz reducida en volumen pero cuyo canto sutil y buenos recursos estilísticos son muy bienvenidos.
En el elenco estelar, cinco de los seis solistas ya habían participado en al menos un rol de las dos óperas anteriores de la trilogía; la única que se incorporaba por primera vez a esta propuesta era la mezzosoprano chilena Evelyn Ramírez en el papel de Dorabella, como siempre demostrando su talento y eclecticismo, considerando que este año en el Municipal estuvo ya en óperas de Verdi y Strauss, en agosto regresará para protagonizar "La italiana en Argel" de Rossini y en agosto en el Municipal de Las Condes será la protagonista de "Carmen" de Bizet.
Completando la representación nacional de este reparto, la soprano Andrea Aguilar está muy bien como Fiordiligi, creíble en lo escénico y sacando buen partido a su atractiva voz; la también soprano Patricia Cifuentes es una encantadora y divertida Despina, y el barítono Patricio Sabaté es un excelente Don Alfonso. El tenor argentino Santiago Bürgi es un aguerrido Ferrando que prueba algunas soluciones vocales muy particulares para el estilo mozartiano pero sale airoso especialmente en sus momentos solistas, mientras el barítono cubano Eleomar Cuello se luce en un Guglielmo muy bien cantado y actuado.
Las últimas funciones de esta ópera serán los días el jueves 25 y sábado 27, el elenco internacional, y el viernes 26 el elenco estelar.