Adiós a los kurdos: La polémica salida de Estados Unidos de Siria

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RFI/Mariano Aguirre

Las fuerzas turcas continúan sus ataques, en una operación que puede agudizar la crisis humanitaria.

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La guerra en Siria le ha costado la vida aproximadamente a medio millón de personas.

Un nuevo giro en la guerra en Siria. Estados Unidos retira 2.500 efectivos que luchaban en ese país junto a las organizaciones kurdas Partido de la Unidad Democrática de Siria (FDS) y su brazo armado, las Unidades de Protección Popular (YPG). Estas han colaborado con Washington, e indirectamente con el gobierno sirio, en combatir al grupo Estado Islámico. Una crisis humanitaria en ciernes. Europa se opone, y para Rusia e Irán es una victoria estratégica y el símbolo de la progresiva salida de Washington de la región.

El gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan ha ordenado una ofensiva en el noroeste de Siria, frontera con Turquía. Las razones son los vínculos del FDS con el Partido Comunista de Kurdistán (PKK), considerado terrorista por Ankara, y que los kurdos han creado las bases de un Estado con la ambición de sesionarse. Washington niega lo obvio, al haber dado el visto bueno a Turquía. Europa, el Partido Demócrata, y algunos republicanos acusan al presidente Trump de abandonar a un aliado.

La operación turca tiene varios objetivos. Primero, combatir las milicias kurdas del FDS y el YPG; segundo, crear un espacio de 30 km de profundidad en territorio sirio en el que puedan relocalizar a parte de los 3.6 millones de refugiados sirios que alberga Turquía; tercero, expandir su influencia regional. Para lograr este último objetivo, Ankara está desplazando a población kurda y sustituyéndola por ciudadanos árabes. Y, cuarto, controlar los campos de petróleo que tiene la región nororiental de Siria.

Debilidad contra el Estado Islámico

La operación puede generar varias consecuencias. Por una parte, agudiza la crisis humanitaria. En esta región hay cerca de seis millones de civiles. Aproximadamente 1.6 millones reciben asistencia humanitaria de Naciones Unidas y otras agencias, y 650.000 son desplazados de otras regiones debido a la guerra en Siria desde 2011.

Por otra, debilita a la coalición internacional contra el grupo Estado Islámico (EI). Las milicias kurdas han sido muy eficaces en la lucha contra el "califato" de EI y han pagado un alto precio con la vida de 10.000 combatientes.

Las milicias kurdas han recibido apoyo militar para luchar contra el EI desde 2015, con la presencia de tropas de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. En ese año, el gobierno de Barak Obama consideró que los grupos armados apoyados por Turquía en Siria no eran suficientemente profesionales para combatir al "califato". Pero Ankara considera que esto es una afrenta por parte de aliados de la OTAN para su soberanía y ha estado presionando para acabar con ello.

Turquía ha intervenido varias veces en territorio sirio. En los últimos meses Washington y Ankara dialogaron sobre las posibilidades de crear una "zona colchón o intermedia" en la frontera que diera seguridad a Turquía sin afectar a las milicias kurdas. Pero no se llegó a ningún acuerdo. El presidente Trump anunció en diciembre pasado que retiraría a los efectivos de su país.

En enero de 2018 varios gobiernos europeos entendieron que Washington les señalaba que debían aumentar su contribución en fuerzas y armas para compensar su salida, pero no creyeron que fuese inmediata y, además, pactada entre Trump y Erdogan.

¿Pactar con Damasco?

Ante el abandono de Estados Unidos y el improbable aumento de los efectivos europeos, el PDS y el YPG se verán impulsados a pactar con el presidente Bashar al-Asad como forma de defenderse, lo que servirá para que se fortalezca su gobierno, que cuenta con el apoyo de Rusia e Irán. Probablemente los kurdos ofrecerán apoyar al presidente sirio a cambio de alguna forma de autonomía. Las milicias kurdas han sido cautelosas en enfrentarse con las fuerzas gubernamentales sirias.

Al-Asad lanzó una fuerte represión ante las demandas sociales que surgieron en 2011, en el marco de la "primavera árabe". Desde entonces, decenas de grupos armados se opusieron al régimen, algunos enfrentándose violentamente entre ellos, financiados por Turquía, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Irán, Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. Una parte de ellos son organizaciones yihadistas. Turquía sirvió de puerta de entrada a militantes, muchos provenientes de Europa.

En este marco surgió el Estado Islámico, fusión de diversos grupos, que proclamó el "califato" en parte de Irak en 2014. En diciembre de 2015 el EI controlaba partes de Siria e Irak en los que habitan alrededor de 12 millones de personas.

La guerra en Siria le ha costado la vida aproximadamente a medio millón de personas, ha generado alrededor de 3.66 millones de refugiados, y ha dejado a buena parte del país en ruinas. Alrededor de 780.000 sirios viven en la región noreste de Turquía.

La retirada de Estados Unidos es un triunfo para Bashar al-Asad, y especialmente para Moscú e Irán en Siria y más en general en Oriente Medio, ante la evidencia que Washington se retira de la región.

En medios europeos se comenta qué es cada vez más difícil creer en la alianza con Estados Unidos. Mientras tanto, en Israel la retirada de Estados Unidos es vista como un signo más del progresivo alejamiento de ese país de la región, tendencia que comenzó con el presidente Barak Obama, y temen que Washington no les respalde en una eventual confrontación con Irán.

Los prisioneros del Estado Islámico

Las milicias kurdas tienen bajo custodia a alrededor de 12.000 militantes de esta organización (y a miles de sus mujeres y niños) a la espera de qué deciden hacer con algunos de ellos sus países de origen, entre otros, varios europeos. Cálculos de los servicios de inteligencia dicen que 2.500 de ellos son de alta peligrosidad. La tendencia en Europa es no permitirles el regreso.

El FDS anunció que, al perder el apoyo de Estados Unidos, continuar su lucha contra el Estado Islámico y tener que defenderse de Turquía, no podrá garantizar que los miembros del EI continúen detenidos. El presidente Trump ha respondido que el futuro de los militantes del EI es un problema de los europeos. Sin embargo, entre ellos habría también ciudadanos de Estados Unidos.

 

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El presidente Trump ha respondido que el futuro de los militantes del EI es un problema de los europeos. (Foto: EFE)

Respecto de los kurdos, el presidente indicó que le "gustan", pero que se les ha dado mucho dinero y, después de todo, no ayudaron a Estados Unidos en el Desembarco de Normandía en la Segunda Guerra Mundial.

El almirante estadounidense Sandy Winnefeld, ex miembro del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas de su país ha dicho que la ofensiva turca y la falta de control sobre militantes del EI tendrán serias consecuencias para la seguridad nacional de Estados Unidos, Europa y otros países.

Los problemas para Europa

La encargada de la política exterior de la Unión Europea (UE), Federica Morgherini, condenó la acción turca, afirmando que provocará más violencia, mayor crisis humanitaria, y que podría afectar al proceso de paz liderado por el enviado especial de la ONU, Geir Pedersen. Así mismo, reafirmó que la UE no colaborará económicamente con Turquía para sostener a los refugiados sirios que sean relocalizados en el noreste de Siria.

El gobierno turco replicó indicando que si Bruselas no colabora, abrirá la puerta para que haya un nuevo flujo de refugiados sirios hacia Europa. En 2016 la EU firmó un acuerdo con Ankara para que Turquía frenara a los refugiados sirios a cambio de aumentar sus ayudas económicas. Naciones Unidas y varias ONG criticaron ese acuerdo. En agosto pasado la Comisión Europea protestó por las supuestas coacciones a refugiados sirios llevadas a cabo por el gobierno turco, denunciadas por Human Rights Watch, para que aceptaran volver a su país.

Al gobierno alemán se le plantea una delicada situación. La comunidad turca o descendiente de turcos suma dos millones de personas en Alemania. Esta semana organizaciones que les representan, y manifestaciones en las calles, han exigido que Berlín adopte medidas de presión hacia Ankara para que cese la operación militar en el noreste de Siria. Entre otras, piden suspender las ventas de armas alemanas a Turquía y congelar el acuerdo sobre refugiados entre los dos países. Berlín presta apoyo a las milicias kurdas en la región con entrenamiento militar y reconocimientos aéreos.

Por su parte, la comunidad kurda en Francia suma 150.000 personas y otras 50.000 en el Reino Unido.

Opiniones enfrentadas

Mientras que el Partido Demócrata y algunos miembros republicanos del Congreso de Estados Unidos han criticado la decisión de Trump de retirar las tropas del norte de Siria, hay también otras opiniones. El ex analista de la Agencia Central de Inteligencia Paul Pillar considera que Washington no puede plantearse proveer indefinidamente un protectorado kurdo en el norte de Siria. Si bien, dice, hay que reconocer que en diversos momentos de los últimos 100 años los kurdos en Turquía e Irak han sido abandonados por Occidente, Estados Unidos tiene que reconocer sus limitaciones, especialmente ante la presencia de Rusia e Irán en Siria.

La operación turca es bien considerada, sin embargo, por la organización Ejército Libre de Siria (ELS). Según sus líderes, les permitirá a cientos de miles de sirios volver a su país. El Ejército Libre de Siria fue apoyado hasta 2017 por Estados Unidos. En ese año, el gobierno de Trump decidió que no tenía suficiente peso y cortó la asistencia militar.

Igualmente, entre la sociedad turca la decisión del gobierno turco se considera necesaria para combatir a las milicias kurdas que efectuaron atentados en su contra. El fracaso de negociaciones entre el gobierno de Erdogan y el PKK en 2015 aceleró la violencia.

La analista de Brookings Institution (Washington D.C.) Amanda Sloat opina que la decisión de abandonar a los kurdos es "cruel" pero que Estados Unidos debe mantener la relación con Turquía, potencia regional y poderoso aliado de la OTAN. A la vez, tiene que promocionar los esfuerzos para alcanzar un acuerdo de paz en Siria.

Las decisiones de Trump y Erdogan, en fin, confirman que Estados Unidos tiene capacidad limitada para controlar dinámicas regionales, y que las potencias regionales, y Rusia en el caso sirio, son las que definen la agenda política de Oriente Medio. Si bien no existe una solución única, un acuerdo de paz en Siria y, en el largo plazo, un proceso pactado de autonomías para los kurdos en este país, Turquía e Irak parecen imprescindibles.