La voz de Víctor Jara se unió a cacerolazos para retar toque de queda
Por cuarta noche consecutiva, el ruido metálico de las cacerolas se apoderó de un Santiago que está repleto de militares.
Las protestas a lo largo del país ya dejan 15 fallecidos.
Cayó la noche en Santiago de Chile y comenzó a regir el cuarto toque de queda consecutivo mientras las cacerolas empezaban a repicar desde los balcones y la voz de Víctor Jara se abría paso en los barrios capitalinos al tiempo que se vacíaban las calles.
"El derecho de vivir en paz" (1971) se está convirtiendo de a poco, como ya lo fue durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), en una canción que expresa el descontento de la ciudadanía con la situación de desigualdad existente.
A cinco minutos de que el toque de queda entrara en vigor en la capital chilena, y mientras miles de manifestantes ajenos a la hora se enfrentaban a las Fuerzas Especiales de Carabineros en el centro de Santiago, los barrios residenciales se acallaban.
Pero cuando el reloj marcó la hora del inicio de la prohibición de las libertades personales de movimiento, ayer martes a las 20.00 horas, las ventanas se abrieron y las cacerolas asomaron en los edificios.
Cacerolas que a estas alturas de las protestas ya están deformadas de tantos golpes, porque mientras baja el sol y la ciudad se oscurece, el ruido metálico se apodera cada día desde el viernes de una ciudad fantasma que en las noches está repleta de militares.
Y entre medias del rechinar se escucha la melodía de una guitarra a través de los altavoces de algún vecino que decidió expresarse aunque no pudiera pisar la calle.
Incluso, más allá de los altavoces, en la noche del pasado lunes se escuchó una versión en opera de la canción de Víctor Jara desde el balcón de un edificio alto en el centro de Santiago.
Una mujer, decidió que la mejor manera de protestar era alzar su voz entre las cacerolas, "a capella", para entonar las frases del mítico cantautor chileno.
Las cacerolas se callaron y por un minuto todo el barrio, que durante el día había sido un caos de disturbios y disparos de perdigones y bombas de gas, se apaciguó para escuchar.
"La luna es una explosión que funde todo el clamor", dice la letra, un clamor que explotó, después de mucho tiempo latente, a causa del alza en el precio del pasaje del Metro de Santiago.
Desde el Teatro Municipal de Santiago, que ha visto en estas jornadas pasar frente a sus muros a miles de manifestantes exigiendo mejoras sociales, también salió la voz de Víctor Jara mientras todavía el humo de las barricadas ardiendo en la cercana Plaza Italia, empañaba los colores del atardecer santiaguino.
"El derecho de vivir en paz" es lo que muchos chilenos piden a estas alturas. En paz para que vuelva la normalidad a las calles de Chile después de cinco días de fuertes protestas, incendios y disturbios, que han dejado 15 fallecidos, entre ellos dos colombianos, un ecuatoriano y un peruano.
Pero también en paz por una vida digna y sin las desigualdades que existen en el país; sin militares en las calles.
Desde que Chile volvió a la democracia hace 29 años ésta es la primera vez que las medidas de excepción constitucional se aplican y las Fuerzas Armadas vuelven a tener el control de la seguridad, salvo contadas ocasiones por desastres naturales, como el terremoto de 2010.
Pero nunca por motivos de orden público, un hecho que a muchos les ha traído de vuelta los sucesos de los momentos más oscuros de la dictadura de Pinochet, cuando la canción de Víctor Jara era un himno por la libertad y el respeto de los derechos humanos.
Si la intención de las medidas excepcionales adoptadas por el Gobierno era evitar las multitudes en las calles, con el paso de los días ha causado el efecto contrario y las comunidades, los barrios e incluso las diferentes generaciones se unen en torno a conversaciones sobre lo que está ocurriendo.