Tribunal estimó "víctima de por vida" a joven que mató de ocho puñaladas a su guagua
En julio de 2018, Kimberly Medina anunció en Facebook: "Con mi hijo nos vamos de este mundo; mi vida no tiene sentido y no quiero dejarlo en esta vida de mierda".
La Justicia afirmó que, "más allá del horrible desenlace" del niño, "parece imposible (que la madre) se libre de la aflicción": fue sentenciada a siete años de cárcel.
"Mujer trabajadora, madre abnegada responsable; claramente su salud mental estaba desequilibrada y las circunstancias que la rodeaban la llevaron a tan dramática decisión", señala la sentencia, dictada por tres juezas.
El Séptimo Tribunal de Juicio Oral en lo Penal de Santiago condenó a Kimberly Ianira Medina Moraga a siete años de presidio efectivo, en calidad de autora del delito consumado de parricidio, ilícito perpetrado el 28 de julio de 2018 en la comuna de Peñalolén.
Al cabo del juicio, el tribunal dio por acreditado, más allá de toda duda razonable, que encontrándose en su domicilio junto a su hijo Maximiliano Ibáñez Medina, de un año y cinco meses a la época de los hechos, la mujer tomó un cuchillo y le infirió al pequeño ocho puñaladas, causándole traumatismos cervicales y torácicos que le provocaron la muerte.
Luego ella se causó heridas cortantes, pero fue auxiliada por su madre, quien trasladó a ambos al Hospital Luis Tisné.
Según se conoció en la época, momentos antes de cometer el crimen, la mujer publicó un mensaje de despedida en Facebook: "Hoy sábado 28 de julio mi vida junto a la de mi hijo menor terminan. Mi vida no tiene sentido. Estoy vacía por dentro. Siento que nadie me quiere y no tengo un norte ni un sur. Yo con mi hijo menor nos vamos de este mundo y no quiero dejarlo en esta vida de mierda....'.
"Imposible que se libre de la aflicción"
El tribunal rebajó la pena de Medina en dos grados, "teniendo en cuenta el estado mental en que se encontraba la sentenciada al momento de cometer el delito, que a juzgar de la forma de comisión, el anuncio previo sobre su ocurrencia, la adicción a las drogas y el alcohol, las circunstancias familiares que da cuenta y el deseo de terminar su vida llevándose de ésta a su hijo, solo puede justificarse de un obrar sin conciencia al borde del actuar de un enajenado".
"Claramente su salud mental estaba desequilibrada y las circunstancias que la rodeaban, para ella sin sentido, la llevaron a tan dramática decisión, en la que creyó su destino sería otro", razonó el tribunal, compuesto por las juezas Marcela Erazo (presidenta), Elisabeth Schürmann y Colomba Guerrero (redactora).
También se consideró que Kimberly "se encontraba exenta de anotaciones penales anteriores", y "se trataba de una mujer trabajadora, madre abnegada responsable y dedicada, amante de sus hijos y ocupada en los mismos".
El tribunal ponderó "sin duda alguna la extensión del mal causado", y afirmó "que más allá del horrible desenlace de su hijo menor, (el hecho) la convierte (a la condena) en víctima de por vida, si es que el sistema logra que se recupere mentalmente de su desequilibrio, pues imposible parece que se libre de la aflicción", señala la sentencia (ver archivo adjunto).