El papa rechazó las protestas contra las restricciones por la pandemia

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En un nuevo libro, Francisco aseguró, además, que la crisis del Covid-19 ha sido mejor gestionada donde las mujeres son primeras ministras o jefas de Estado.

También abogó por un ingreso básico universal.

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El papa Francisco criticó a aquellos que se han manifestado o protestado contra las medidas impuestas para frenar los contagios de coronavirus, entre ellos algunos miembros de la Iglesia, y aseguró que la pandemia ha sido mejor gestionada donde las mujeres son primeras ministras o jefas de Estado, en un nuevo libro.

EL volumen de 150 páginas llamado "Soñemos Juntos", que se publicará en varios idiomas, entre ellos el español, a principios de diciembre, ha sido fruto de largas conversaciones con el periodista inglés Austen Ivereigh.

El papa escribe sobre todo de la pandemia y afirma que "utilizar, ampliar o redimensionar una desgracia para posicionarse política o socialmente es también una forma grave de abuso que menosprecia el dolor de las víctimas; e igualmente es condenable".

En este sentido indicó que "algunas de las protestas durante la crisis del coronavirus han suscitado el espíritu indignado del victimismo, pero esta vez se trata de gente que es víctima solo en su imaginación".

"Los que reclaman, por ejemplo, que estar obligados a usar el barbijo (mascarilla) es una imposición injustificada del Estado, y se olvidan y son indiferentes frente a todos aquellos que, por ejemplo, no cuentan con un seguro social o perdieron su trabajo", agregó.

"Algunos grupos protestaron, se negaron a mantener la distancia, marcharon en contra de las restricciones de viaje, ¡como si estas medidas constituyeran un ataque político a la autonomía o a la libertad individual! La búsqueda del bien común es mucho más que la suma de los bienes individuales", añadió.

Lamentó que "algunos curas y laicos han dado un mal ejemplo al perder el sentido de solidaridad y fraternidad con el resto de sus hermanos. Hicieron de esto una batalla cultural cuando en realidad se trataba de garantizar y proteger toda vida".

LAS MUJERES LAS MÁS AFECTADAS Y LAS MÁS RESILIENTES EN ESTA CRISIS

Para Francisco, "un signo de esperanza en esta crisis es el protagonismo de las mujeres" y asegura que "han sido las más afectadas y las más resilientes en esta crisis" y las que "tienden a trabajar en los sectores más afectados por la pandemia -a nivel mundial, alrededor del 70 por ciento por ciento de los que trabajan en la salud son ellas-, pero también son las que, por su participación en el sector informal o no remunerado, sufren el impacto económico más fuerte".

Además destacó que en los países con "presidentas o primeras ministras reaccionaron, en términos generales, mejor y más rápido que otros a la pandemia, tomando decisiones con celeridad y comunicándolas con empatía".

EL PAPA NOMBRA POR PRIMERA VEZ A LOS UIGURES CHINOS COMO PERSEGUIDOS

En el libro, el papa llama por primera vez a los uigures musulmanes de China un pueblo "perseguido". "Pienso a menudo en pueblos perseguidos: los rohingya, los pobres uigures, los yazidi", dijo en una sección donde habla de los cristianos perseguidos en los países islámicos.

Y en otro de los capítulos, Francisco cuenta como en Buenos Aires salió una noche con los cartoneros durante todo su recorrido. "Iba vestido de civil, sin la cruz pectoral de obispo; solo los dirigentes sabían quién era. Vi cómo trabajaban, cómo vivían de las sobras de la sociedad, reciclando lo que la sociedad descartaba, y vi también cómo algunas élites los identificaban con las sobras".

EL PAPA ABOGA POR LA RENTA BÁSICA UNIVERSAL

En este momento de crisis, el papa asegura que "reconocer como sociedad el valor del trabajo no remunerado es vital para nuestro repensar el mundo poscovid".

"Por eso creo que es hora de explorar conceptos como el ingreso básico universal (IBU), también conocido como el 'impuesto negativo a la renta', un pago fijo incondicional a todos los ciudadanos, que podría distribuirse a través del sistema impositivo".

Según Francisco, el IBU puede redefinir las relaciones en el mercado laboral, garantizándoles a las personas la dignidad de rechazar condiciones de empleo que las encadenan a la pobreza. Le daría a la gente la seguridad básica que necesita, eliminando el estigma del asistencialismo·.