Cincuenta años de historia para un futuro compartido
En Chile, la inversión y comercio con China es bienvenido. Pero también es importante darle más fuerza a otras agendas.
Por: Ignacio Araya Heredia. Cientista Político de la Universidad Diego Portales, Chile. Master en Gestión Pública, Renmin University. Doctor en Relaciones Internacionales, Central China Normal University.
Se cumplen 50 años de relaciones diplomáticas entre Chile y China. En el marco de las transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales del siglo XXI, ¿podemos entender el bilateralismo de ambos países apartadas de las transformaciones que el mundo está experimentando? Claramente no.
Esta conmemoración está marcada por varios elementos. Entre los más importantes se destacan: Primero, la evidente disputa que hay entre China y Estados Unidos. Segundo, la conformación de amplios acuerdos comerciales. En concreto, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP). Tercero, la creciente inversión de empresas estatales de China en sectores sensibles de Chile.
¿Qué camino tomar con China para construir un futuro compartido? Primero que todo, es evidente que en un contexto de competencia y colaboración que mantiene China y Estados Unidos -y que se estima tendrá larga duración-, Chile debe definir una postura en concordancia a los principios e intereses del país. En este sentido, Chile tiene el derecho a la multipertenencia. Es decir, interactuar con el mundo global sin tener porqué cuestionar nuestra afinidad con otras potencias. Tesis planteada por otros académicos.
Desde esta posición se puede apreciar los procesos económicos globales positivamente. La conformación del bloque económico RCEP es un ejemplo concreto, ya que el proteccionismo no es el camino para las relaciones del siglo XXI. Sin embargo, este acuerdo deja de lado a países latinoamericanos, como Chile, que son parte el Pacífico. Por ahora, es un tratado comercial de Asia y Oceanía.
Por otro lado, la creciente inversión de empresas estatales chinas en sectores sensibles ha despertado preocupación. Involucrar una empresa del Estado podría aumentar el riesgo de un conflicto diplomático. Para aminorar los malos entendidos, más que perfeccionar los actuales marcos institucionales para el comercio libre, lo que corresponde es desplegar más y mejores relaciones entre ambos países para desarrollar mayor entendimiento mutuo en diferentes niveles.
En Chile, la inversión y comercio con China es bienvenido. Pero también es importante darle más fuerza a otras agendas.
Una de ellas es la calidad de vida en las ciudades y asentamientos urbanos. Desde la movilidad y transporte en la ciudad, una gobernanza urbana y de comunidades participativa, el desarrollo de las industrias creativas y culturales en un marco de digitalización, el desarrollo de smart cities, infraestructura diseñada para las personas, buena calidad del aire, y una sana relación con el medioambiente.
A propósito de eso, la cumbre por la biodiversidad que se realizará en Kunming, en mayo del próximo año, abre una ventana de oportunidad para incorporar nuevos diálogos y miradas entre los países para construir hacia el futuro. Chile debiese ser el puente de China con América Latina para proyectar una exitosa cumbre. América Latina y el Caribe junto con China están dentro de las regiones más megadiversas del mundo. Es fundamental que Chile tome la iniciativa y coordine una agenda de la biodiversidad en clave subnacional.
Además, ante el incremento de la pobreza en la región, es indispensable aumentar el diálogo a través de los gobiernos comunales, otorgándoles alternativas para afrontar problemáticas sociales. En Chile son los municipios los encargados de implementar los programas sociales de alivio a la pobreza. De ahí la relevancia de contar con la voz local.
El siglo XXI trae agendas globales que nos conciernen a todos. Se requiere construir e institucionalizar una gobernanza de múltiples niveles para desplegar estas agendas que son cada vez más diversas y complejas. Esto es fundamental para dar respuesta a las necesidades y deseos de la personas de cada país y construir un futuro compartido.