Inseguridad alimentaria: INTA advierte aparición de focos de desnutrición en grupos vulnerables
Aunque el aumento ha sido "marginal", hay que "ponerle muchísima atención", pues es una problemática que estaba erradicada en el país, dijo Francisco Pérez, director del Instituto.
Igualmente alertó sobre el incremento de la obesidad, realidad que es "multifactorial" y que está afectando preocupantemente a niños, según un diagnóstico reciente de la Junaeb.
La situación se vincula "con la falta de alimentos en algunos bolsones de pobreza particularmente", dijo el experto.
La pandemia del coronavirus, que ya lleva un año y casi dos meses en Chile, ha impactado gravemente al país y la población en prácticamente todos los ámbitos de la vida, y uno de ellos es la alimentación, al punto de que, además de la obesidad, se está reflejando en la aparición de "focos de desnutrición" en grupos vulnerables, advirtió el Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la U. de Chile.
"Están apareciendo focos de desnutrición en grupos vulnerables, y nosotros teníamos erradicado ese problema" desde hace dos décadas, afirmó a La Tercera Francisco Pérez, doctor en Ciencias Biológicas y director del INTA, que ha estudiado este último año los efectos que han causado de las crisis económica y social a consecuencia de la emergencia sanitaria.
Aunque el aumento "es marginal, de 0,3 puntos, y todavía la magnitud es menor", subrayó que es un asunto "al que hay que ponerle muchísima atención".
A su juicio, se condice con la proliferación de campamentos: según el reciente catastro de Techo-Chile, las familias que viven en esos asentamientos se incrementaron en 74% en el último año y medio.
"Gente que perdió sus trabajos, no tuvo la capacidad de seguir pagando arriendo, que ahora viven con más hacinamiento. Generalmente los focos de desnutrición que se observan en todos los países tiene que ver con todas esas variables sociales (...) Tiene que ver con la falta de alimentos en algunos grupos más vulnerables, algunos bolsones de pobreza particularmente", sostuvo el académico.
Especuló, asimismo, que pudo influir el cierre de los colegios, donde se suelen alimentar muchos niños. "Los sistemas de alimentación estuvieron disponibles, pero la gente no iba por temor al contagio. Y lo que hicieron los colegios fue destinar lo que iban a gastar en fondos de alimentación y generar canastas de ayuda, que quizás no hayan cumplido los estándares alimentarios para esa población", apuntó.
LA COMPLEJA PROBLEMÁTICA DE LA OBESIDAD
También habló sobre la problemática de la "nutrición por exceso", sobre todo en niños, considerando las cifras de la Junaeb que constataron que el sobrepeso y la obesidad entre escolares aumentó y llegó al 54%.
"Lo que se ha producido es algo que la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) define muy bien como inseguridad alimentaria, que es la incapacidad de solventar en forma correcta las necesidades alimentarias de la población y en eso entra la carencia de alimentos, en el caso de que sean deficitarios, o malos alimentos, con productos ultra procesados que van a potenciar la obesidad en los grupos que los consumen", puntualizó.
Y durante la pandemia, en esa subida "tienen mucho que ver los encierros, las horas de televisión o videojuegos; y la poca actividad física que hacían los niños se vino a cero, por lo tanto los índices de sedentarismo, si bien no están todavía medidos, se incrementaron".
"En términos alimentarios también hubo un incremento de los precios en ciertos productos que contienen fibra, frutas y verduras, por lo tanto la selección de alimentos de las personas va a ir más orientada hacia el ahorro, en términos de su bolsillo, y con eso van elegir probablemente más pastas, más pan, y quedan en segundo plano las frutas, verduras u hortalizas", complementó.
El combate a esta problemática "toma más tiempo, porque a diferencia de la desnutrición, la obesidad es multifactorial, entonces tienes que atacarlo desde diferentes contextos", tomando en cuenta que también "afecta primordialmente a los niveles socioeconómicos bajos y medios bajos".
Para afrontar esta realidad, planteó, "se necesita un abordaje integral en todo el país: uno es la revisión de los desayunos y las colaciones, porque si nos vamos a encontrar de golpe con un aumento considerable en obesidad, probablemente vamos a tener que repensar lo que se debe otorgar a nivel de colegios; además, es fundamental el apoyo a la estabilización de franjas de precio, el poder moverse en un entorno donde los valores de productos críticos no se vean afectados".
Si bien "la política de sellos en los alimentos fue muy buena", expuso que "una política de Estado podría ser un impuesto particular para las comidas que no son saludables, como medida para forzar al mercado a liberar productos que son incuestionables desde el punto de vista de que generan mejoría para la salud".
También enfatizó que se debe habilitar una franja horaria para niños, en medio de los confinamientos, "para favorecer que hagan deporte, se expongan a la luz solar, anden en bicicleta, con eso incluso, van a mejorar sus ciclos de sueño y eso va a repercutir en que al día siguiente tendrán un mejor rendimiento escolar".
"Necesitamos, una vez que se pueda, generar espacios al aire libre para las personas destinados a la actividad física", dijo, al igual que "los colegios, apenas puedan volver a ingresar los estudiantes, deben tener un abordaje para combatir el sedentarismo, pues está demostrado que es una de las medidas más efectivas en el corto plazo para mejorar estándares de salud".
De no abordar el problema, a futuro "el costo va a ser dramático".